
Tomamos “el burladero de la Provincia” y en dos semanas volveremos al “ruedo de la Capital”, como decía Don Dificultades. La corrida de Pozo Hondo en Zacatecas alcanza la tapadera gracias a un berrendo en cárdeno que a punto está de ser malamente indultado. Esta petición muestra en buena medida el estado taurino actual de una Ciudad que casi lo tiene todo para ser un referente taurino pero que, tal como el encierro, no remata. Pese a las orejas cortadas, el festejo se queda corto en trascendencia en buena medida gracias al mal juego de la corrida local.
Por: Luis Eduardo Maya Lora – De SOL Y SOMBRA. Zacatecas.
Sopla, quizá la expresión es cortísima, el viento a una velocidad incalculable a simple vista sobre la hermosa Monumental de Zacatecas.
Nubes vienen, nubes van.
Una Plaza tan bien hecha, grande y de majestad canterana merece una Afición que le responda.
Pero las cosas, notamos en el tendido y en la plática de los buenos aficionados, las dudas y las reservas para acudir, parecen no romper. Aun así, dice el buen taurinismo militante en la Plaza, “hay que venir a todas” porque cuando se trata de acudir a los festejos “hambre, cansancio y sueño…. no los conocemos.”
El viento sí que es un viejo conocido.
La Monumental recibe con su Banda de Música, monumental igualmente, a la dupla de triunfadores, Macías y Rivera, más la presentación de Silveti. Pero en lugar de sacar la vajilla de plata, lujo de estas argentíferas tierras, nos ofrece la sequedad desértica de la corrida de Pozo Hondo. Veamos. Serio el primero, gordo como el Cerro de la Bufa, se desinfla tan solo sentir el inicio de faena alternado de Arturo Macías.
Toda la tarde presto y con soltura capotera, Macías se lo juega a la gaonera con sello y quietud, incluso hace el esfuerzo por no derrumbar al manso astado y lo consigue. Logra que el abre plaza, a pesar de sus parones y cara alta, acuda al engaño, incluso en redondo con la derecha, pero es tan descastado que no rompe el trasteo.
Arturo está perdido con la toledana, con el primero no es excepción.
La estela de mansa desesperación extiende al primero del lote de Fermín Rivera, el peor de la tarde, tanto este segundo como en sí su lote. Pésima suerte del triunfador de hace un año aquí. Ahondar en los vicios del segundo es perder tiempo y hacemos aquí tal como hace Fermín.
La brevedad en estos casos es plata de ley.
Por ello desde su salida, el aldinegro castaño tercero levanta cierto halo de esperanza, tiene alegría en su tranco y fijeza en su mirada. Diego Silveti saluda a la afición y al astado con lances bien rematados. Luego, el eterno manto celestial que le acompaña, evita una cornada tras lancear al paso para dejar en suerte ante el caballo y tropezar hacia atrás.
De menos, un guiño al cielo es lo apropiado.
Recuerdo hace dos Navidades en la Santa María de Querétaro.
Un toro de Montecristo le tropezó y le derribó al lancearle de salida. En escena torerísima cuando el torero caía y el astado a merced le tenía, a cámara lenta pero a velocidad de rayo, le pegó una larga cambiada para su salvación y el deleite de ver el peligro del toro salvado por la gracia torera.
Ayer le salva su cuadrilla y el toro crece tras banderillear Diego Bricio que saluda. Extraño es ver, en una Plaza de primera, cuadrillas compartidas. Extrañamente.
Entonces Silveti siente que el burel puede servir.
Y bajo el gris celaje, la llama del pelaje del astado ilumina el panorama ayudando el toreo al alternar correctamente el perfil en el pase por bajo previo a citar con la derecha.
Ahí Diego Silveti trata de llevar largo solo que es notorio que su remate de muletazo no alcanza el mismo nivel de realización técnica y artística que al momento de iniciar el pase y de ahí para adelante. Por ello su faena dura solo le le alcanza al toro la bravura y la raza para rematar por abajo la embestida.
Diego solo llega artísticamente hasta donde el toro le dicta y no hasta donde dicta él.
A la segunda tanda con la derecha el castaño afloja.
La cara arriba le deja en evidencia.
Silveti, en vez de cambiar el perfil, pese a dejar atinadamente un espacio considerable entre tanda y tanda, prosigue con la derecha y solo hasta que pega tres naturales sin cuadrar la muleta el toro repunta. Pena que Diego no cuadre ni vuelva a la izquierda: más derechazos y a mayor cara alta, menor la posibilidad de que la faena escale.
Como las lomas y colinas que tiene la plateada capital zacatecana.
Luego de adornarse viene una estocada entera, apenas caída para que la oreja llegue aun sin rotundidad que esperamos siempre, pese a las incipientes canas, del joven Silveti.
La tarde puede cambiar, puede escalar, justo cuando arriba el berrendo en cárdeno cuarto, chico en presencia, aunque zancudo.
El mejor de la corrida.
Y tiene la suerte de encontrarse con que Arturo Macías le templa con el capote en lances a pies juntos, tras larga cambiada.
Justo al rematar, el hidrocálido encuentra el aire del toro y suyo personal. Por ello, tras buen puyazo de Nacho Meléndez, un quitazo por saltilleras donde alterna los lados en el cite, deja la escena lista para que Jonathan Prado salude y caliente a la Afición, aun más contenta porque Macías –homenajeado por la mañana- brinda a los asoleados.
Como sabemos la mente, la listeza y la ligereza hacia el tendido de Arturo Macías es proverbial. Lee siempre la Plaza. Antes de pensar cualquier cosa, piensa en el tendido. Opta por arrodillarse y desplaza largo. Por bajo alterna, los lados muy abajo y manda sobre el berrendo que soporta la exigencia por el lado derecho.
Crece el astado y Macías muestra su mejor cara: temple y largueza.
A diestra y siniestra, lidia en sotavento del toro.
Derechazos con soltura y largueza, cambio de mano incluido. Con la izquierda largueza y firmeza, en los medios todo. Sobre el tercio pega rodilla en tierra un muletazo circular con la mano derecha de gran realización, excelso. Incluso vuelve a los naturales donde se impone al cansino y pastueño andar del berrendo. Pase de pecho de costado bien rematado.
La faena cuaja.
Hace al toro verse mejor aun en el adorno. Cosa que hace a los indocumentados taurinos pedir –hagan ustedes el favor- el indulto al berrendo.
Pero advierte Don Antonio Sánchez Landa, de zacatecanísimo acento, enamorado del campo, del caballo y del toro: “la plomada del toro en las patas no es la mejor, tiene el defecto de que su pezuña trasera derecha apunta hacia fuera en detrimento de su finura y de su desplazamiento”, indultarlo no es una opción.
Nos dice el veterinario zacatecano, apasionado de la cabalgata, “es estevado (pezuña asimétrica), un defecto altamente hereditable.”
Véase por donde se vea.
Solo que Macías, pese a su natural listeza, oye demasiado a su apoderado, Fermín “Armillita” que transmite demasiada inseguridad.
De ahí que Arturo caiga en su propia trampa. Sabe que el astado tan cerrado de agujas -certificado por el clínico y veterinario ojo del Doctor Sánchez Landa– con esa cruz que acaba en pico, será difícil de matar.
Y demora años en entrar a herir, no obstante en la suerte natural el berrendo estaba perfecto en cuadratura.
Aguanta la Autoridad, correctamente.
Claro, pincha Macías en la suerte contraria, desperdicia la perfecta cuadratura del berrendo ya mencionada para dejar todo en agua de borrajas.
Homenaje al toro, quizá exagerado.
Justo entonces, comienza el disloque.
El barlovento de la corrida, de la empresa, de la plaza en sí, comienza con una iluminación deficiente.
Prosigue con un trasijado y feo quinto, manso espantoso, y el desencuentro de Fermín Rivera. La llegada del viento huracanado y la desesperación pese al gran puyazo ante el geniudo toro de Gabriel Meléndez hijo. Aun Don Salvador García desgrana las “Cuerdas de Mi Guitarra” pero el astado destaca poco y Rivera solo en un momento arranca dos naturales.
El resto es contrariedad salvo la estocada. Magnífica para la oreja.
Inexplicable la presencia del sexto y el séptimo.
Ni Silveti ni Macías.
Uno a las carreras con poco temple otro por excederse en recursos. Silveti corta oreja, inexplicable, salvo por la estocada. Y a Macías le perdonan un tercer aviso con la “flexibilidad” de Usía, servilista y antirreglamentaria. Arturo Macías, innecesariamente da vuelo a la chabacanería y se lo cobra parte de la gente que se queda hasta el final.
Con la “Rosita Alvírez” de fondo en el cierre. Antes hay regionalismo soterrado entre “Marcha Zacatecas” y “Pela de Gallos” que sirven para dejar de lado el torerísimo y marcial pasodoble.
Será por eso que el taurino se lo piensa dos veces en subir la colina más alta para llegar a la Plaza zacatecana.
Desgraciadamente.
Por algo en tierra de toros como es Zacatecas hay desconfianza entre los taurinos pues en vez de torería hay chabacanería.
Y en vez de navegar el sotavento jugamos a la contra.
Aguas de barlovento de chabacanería y mansedumbre. Como tormentas que no se calman.
Twitter: @CaballoNegroII.
RESUMEN DEL FESTEJO.
Plaza Monumental de Zacatecas. Feria Nacional de Zacatecas 2014. Domingo, Septiembre 14 de 2014. Tercer festejo de Feria. Menos de media entrada en tarde cielo encapotado durante todo el festejo salvo el único momento de sol clareante previo a la salida del cuarto de la tarde. Tremendo viento molesto durante la lidia del primero y quinto, principalmente. Leve llovizna en el primer turno.
7 Toros, 7 de Pozo Hondo (Verde y Azul) el séptimo sobrero de regalo. Mal presentada por desigual. Con mejor cuajo el primero y el segundo que se desinflaron pasado el segundo tercio. Inicio bravo pero muy a menos en su lidia el castaño y aldinegro tercero. Bravo con el caballo y a más en el transcurso de su lidia aunque con la cara arriba al final, petición de indulto bien negada. El resto, impresentable trasijado y anovillado el cárdeno quinto y abecerrados los últimos dos. Salvo primero y tercero todo el encierro chincolo.
Arturo Macías (Azul Rey y Oro) Palmas y Fuerte Ovación con Saludos y División tras dos avisos. Fermín Rivera (Malva y Oro) Silencio y Oreja. Diego Silveti (Granate y oro) Oreja y Oreja. Salió a Hombros.
Mal la Autoridad de Plaza al perdonar al primer espada el tercer aviso en el de regalo.
Saludan tras banderillear al tercero, Diego Bricio y al cuarto, Jonathan Prado. Fenomenal el puyazo al quinto de Gabriel Meléndez hijo y de Nacho Meléndez al cuarto.
