
Los toros “comerciales” de Villa Carmela dieron hoy al traste con la novena corrida de la Temporada Grande, en la que alternaron el rejoneador Rodrigo Santos y a pie Fermín Rivera, Daniel Luque y Sergio Flores.
Como viene siendo tendencia en la temporada, la tarde fue por momentos muy aburrida para los escasos aficionados que asistieron y que salieron totalmente decepcionados. El de Villa Carmela fue un encierro terciado, que se fue inédito en el castigo de varas, inválidos, mirones y carentes de casta, con lo que acabaron con las ilusiones de los toreros y del poco público que se dieron cita en el coso capitalino.
Por Juan Carlos Valadez – De SOL y SOMBRA.
México D.F.- No siempre la mansedumbre de las reses lleva necesariamente aparejado el aburrimiento de los aficionados. En ocasiones, la lidia de un toro manso puede producir emoción, si entraña un riesgo superior al normal, que el diestro debe superar con su técnica. Sin embargo, cuando la mansedumbre es generalizada como en los de Villa Carmela, y además la mansedumbre no entraña un especial peligro y los astados se quedan pegados al piso como si los hubieran atornillado; se hace presente, irremediablemente, el más insoportable tedio.
Algo pasa, pero en la que debería de ser la temporada de la reconciliación entre la empresa y la afición capitalina, las cosas parecen que empeoran domingo a domingo. Solo así se puede explicar la mala entrada de hoy, fue como si la afición capitalina (de fino olfato) debió olerse el mal guiso que se había preparado y se quedó en casa viéndola por televisión.
Entre todo el tedio destaco únicamente Fermín Rivera en su lote. A su primero lo obligó literalmente a embestir, y se inventó una faena emocionante, con pasajes de buen toreo, con temple y mando que levantó de sus asientos por momentos a los escasos aficionados en el tendido. Cuando ya tenía la oreja en la espuerta pincho y el gozo se fue al pozo.
Su segundo fue el único astado potable del desfile de inválidos de Villa Carmela y Rivera entusiasmó de nuevo a la afición, sólo la mala colocación de la espada demérito el balance final de su faena. Pero toda su actuación fue interesante, de torero grande, ya que exprimió hasta la última gota al astado, un toro pastueño que perseguía la muleta como “el niño que persigue un dulce con inocencia” pero sin codicia. Por el derecho y por el izquierdo hubo muletazos de mucha expresión, alcanzando niveles muy altos en algunos naturales, hondos, auténticos, bellísimos. Ahí queda eso.
Lo que es imperdonable de Fermín Rivera es que siga sin dar ese paso adelante, ya que ayer perdió dos orejas por sus indecisiones a la hora de matar.
El tiempo pasa y no perdona en esta profesión.
A Daniel Luque no se le puede poner un pero por la soltura y suavidad con la que manejó el capote con su primero, pero con ya con la muleta el toro llego muy reservón, contra viento y marea el español le realizo una labor con decoro, que era realmente lo único que se podía hacer con ese marmolillo. Al quinto, cornalón y astifino, le insistió entre los pitones, pero el de Villa Carmela se rajó, y se refugió en las tablas, por lo que los intentos de Luque por sacarle algún partido resultaron baldíos. Lo mismo que en la bravura, en la mansedumbre de los toros también hay grados.
Sergio Flores es un torero que ha mejorado mucho en su concepto, pero al que la buena suerte le sigue dando la espalda en esta plaza (con la excepción de aquel gran toro “Gibraltar” de Xajay).
Hoy a pesar de su reconocida voluntad, nada pudo hacer ante su insulso primero que no duró nada, ni ante el manso y peligroso sexto.
El rejoneador Rodrigo Santos vio cómo se despitorraba en tablas por partida doble su toro de Villa Carmela, para después lidiar un sobrero corraleado de Marco Garfias que le puso la tarde cuesta arriba. Habiendo dos sobreros de Villa Carmela ¿Porque la mala leche con el rejoneador? que 24 horas antes había sufrido un fuerte percance en Morelia e hizo un gran esfuerzo por presentarse el día de hoy en La México.
En resumen; un festejo largo, aburrido y triste, que casi pasó desapercibido de no ser por el buen toreo de Fermín Rivera.
SANTOS, RIVERA, LUQUE Y FLORES
Toros de Villa Carmela, terciados en su presentación, mansos, nobles y descastados; un sobrero de Marco Garfias, manso y sin posibilidades para la lidia de a caballo.
Rodrigo Santos: Pitos.
Fermín Rivera: Vuelta en su lote con leve petición de oreja.
Daniel Luque: Silencio en su lote.
Sergio Flores: silencio en su lote.
Monumental Plaza México. 13 de diciembre. Novena corrida de la temporada. Menos de un tercio de plaza.
Una respuesta a “Novena corrida de la Temporada Grande: Mansedumbre, soledad y un buen torero”
Quiero pensar que el amigo Valadez ha sido benigno en su apreciación de comentar que los “mansos, mensos y remisos” cornúpetas de Villa Carmela, se fueron inéditos en la suerte de varas el día de ayer.
Yo en mi muy paupérrima opinión, comento qué, desde hace muchos ayeres, los toros que se lidian en el embudo de insurgentes y otras plazas de la república, se van también inéditos en la reunión con los de aupa, por todos o casi todos los toros mexicanos les falta fuerza, bravura y raza para ir al caballo. Y, de ésa manera, terminará por desaparecer la suerte de varas y con ello; prácticamente, la belleza del primer tercio de la lidia.