Por Carlos Ilían.
El que se meta en los dichosos portales de información taurina y lea la reseña de la última corrida de la feria colombiana de Manizales pensará en un espectáculo grandioso, la cima de la tauromaquia.
Y es que los portales, el moderno trinque, tienen la desfachatez de glorificar lo que fue un espectáculo bochornoso en el que dos figuras, llamadas Enrique Ponce y El Juli jugaron al toro con unos indecentes animalitos, de embestida aborregada y pitones inexistentes.
De esta forma, y sin que se les cayera la cara de bochorno, aprovecharon la inocencia y el eufórico comportamiento de un público que enloqueció con las trampas, los gestos falsamente toreros y el toreo de engañifa.
Así se escribe la historia de estas temporadas americanas que le sirven a las figuras para llevarse un pastón indecente por matar tres pobres animalejos y encima ser considerados unos héroes en un mano a mano de la verguenza.
Última corrida. Lleno. Toros de Ernesto Gutiérrez de ínfima presentación y juego aborregado. Enrique Ponce, dos orejas, palmas y oreja. El Juli, oreja, dos orejas y ovación.
Publicado en Marca.
Una respuesta a “Enrique Ponce y El Juli, el mano a mano de la vergüenza”
Reblogueó esto en El Heraldo Montañés.