Opinión: Corrida de la Prensa

Por Jorge F. Hernández.

Supongo que a S.M. el Rey Emérito, y a sus majestades Emilio Muñoz, César Rincón, Curro Vázquez, Luis Francisco Esplá, Espartaco, así como a su Alteza Democrática, el Respetable Público de Las Ventas; además de los gloriosos gladiadores blancos, Sergio Ramos y Lucas Vázquez, no les causa más que aburrido asombro la tarde en que Florito tiene que salir de toriles con su cuadra de cabestros capirotes para llevarse prácticamente en andas a no uno, ni dos, sino tres toros por incurable debilidad.

En realidad, fue inadmisible y muy lamentable ver que los bovinos del hierro del Puerto de San Lorenzo empañaban la tradicional Corrida de la Prensa con una blandura de ocho columnas y ante eso, es de nota reconocer no pocos méritos en la labor de Sebastián Castella sobre el ruedo durante toda la tarde y aislados detalles de variada torería, efímeros brochazos al óleo de banderilleros varios… pero como todo lo que va a la prensa, no olvidemos que la impredecible trama de los hechos provoca sorpresas quizá no en la primera plana, pero sí en la quinta página o quinta bis o doble bis y en el sexto como suplemento.

El primer quinto toro se llamó Cubanoso del mencionado Puerto y fue devuelto por blandengue, el segundo quinto fue Opalino de la misma ganadería y se fue por lo mismo y quizá también porque los gritones del Tendido 7 coreaban cada una de sus embestidas con el ¡Miau! propio de los gatos y así salió Buzanero del hierro del Conde de Mayalde, un castaño oscuro con melena en el lomo de sus 577 kilos que terminó siendo hormado por Alejandro Talavante con deliciosos muletazos con la mano baja, cargando la suerte y parándose como debe de ser ante el galimatías animal que poco a poco fue cuajando en coreografía de importantes ovaciones hasta que se sembró el silencio y allí mismo, ante el Tendido 7 donde había realizado su faena, Talavante se tiró a matar ralentizando la suerte suprema para un triunfo con corte de oreja y clamorosa vuelta al ruedo. 

Luego, así como todo periódico no sabe de antemano cómo ha de cerrar la edición de todos los días, la Corrida de la Prensa vivió un instante lamentable con la cornada que sufrió el joven Javier Jiménez en la lidia del viento y del sexto, llamado Billetito de San Lorenzo, que confirmó la dualidad latente de la tauromaquia: una cara es de belleza inasible y fugaz, mientras la otra es de sangre instantánea; vida y muerte que a veces huele al aroma de los periódicos viejos, ésos que envejecen al día siguiente para llegue la novedad de otros hechos con su encabezado imprevisible.

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