Mérida: Un muy feliz aniversario

Querida Plaza Mérida: feliz aniversario.

Habrá quienes sean ajenos o contrarios a los comentarios positivos que deja en el sentir general la tarde de tus 89 años.

Pero ayer, todo mundo hablaba, y digo todo el mundo porque comentaban en México, la América taurina y Europa lo que en esta obra maravillosa que eres, enclavada en la Avenida Reforma, vivieron toreros, ganaderos y aficionados.

Se fue en hombros un mexicano de esos que saborean y hacen saborear cada paso que dan en la arena. Uriel Moreno “El Zapata” le cortó una oreja a cada ejemplar, conquistando un público que se le entregó.

Pero la expectativa que se levantó, bella señora, fue en gran parte por el encierro lidiado. Nunca había salido por la puerta de los sustos una corrida tan alta en peso promedio, con una catadura que, nos dicen los que saben, ya ni Guadalajara los quiere presentar así, siendo el último bastión del toro-toro en el país.

Y allí vas, Plaza Mérida. A quienes alguna vez te llamaron “La Bilbao de México”, hoy les habrá quedado ese punto bien anotado en tu historial de casi nueve décadas.

No fue fácil la lidia. Hubo peligro, el que manda siempre o debe mandar siempre, en una corrida de toros.

El aficionado que te visitó en esta tarde de tu cumpleaños, pudo palpar esa sensación que la crianza del toro moderno no permite sentir. Toros con edad, cinqueños, o más, poniendo el listón alto y dejando en bandeja con espinas en vez de cerezas el sentimiento especial que los aficionados reconocen y los villamelones no aprendemos a diferenciar.

Manuel Escribano, que mata corridas duras en España, plantó cara al “Barbaján” de 620 kilos después de que le pegó una paliza.

Feísima voltereta que le dejó como noqueado en la arena donde han regado su sangre reconocidos héroes de esta fiesta que veneramos. Pero el sevillano, con el vestido con que indultó a “Cobradiezmos”, de Victorino, se paró y le buscó sin encontrar.

“El Zapata” sí les pudo a sus dos enemigos. Fue el hombre que sonrió e hizo grande tu tarde de onomástica. Su sello propio fue el que en todo momento le mostró desde tu casa, que el México bravo que vino a verte hoy tiene en él a un profesional con toda la barba.

Ese “par monumental” y su “violín”, cimbraron tus entrañas. Y el consagratorio grito de “torero, torero”, tras dos estoconazos, supieron a gloria en una arena que se pone en boca de todos en esta época en que nadie quiere torear toros como los que vino a ver incluso Juan Pablo Bailleres, el hijo del hombre más poderoso de la Fiesta en México, Alberto Bailleres.

Sus hierros de Mimiahuápam y Begoña son un palacio de hierro en el campo bravo mexicano.

Leo Valadez pecó como muchos otros jóvenes que en el camino a la madurez se topan con estas corridas duras, grandes, que exigen el carnet. Ya habrá tarde de otras circunstancias para verle mejor.

En tu aniversario 89 destacando la valiosa suerte de varas. Y con estos toros mastodontes, los gladiadores del castoreño tenían que ser caballistas de mano dura.

Reconocimiento a César Morales Virrueta, tercer César Morales en esto del arte de picar toros bravos.

Señora de las nueve décadas, hasta la lluvia tuvo miedo y cesó para dejar que tu fiesta sea un éxito (o no, licenciado Navarrete).

La apuesta de Toros Yucatán con Alberto Basulto y Alberto Hagar mereció la pena. Esa gran entrada, con tres cuartos, pese al clima, y la pasión y sentimiento de tus fieles adoradores, fue para saborear.

El toro sigue apareciendo. Seguramente tus 90 serán grandes como los han sido tus primeros 89.

¿O no apreciado y ausente, Armín Puerto? Tú la viste en barrera desde arriba.

Gaspar Silveira Malaver.

Publicado en El Diario de Yucatán

Deja un comentario