La Rima del Tiempo – Desigual Adiós de Garibay ante Insufrible Encierro.

Ignacio Garibay en la larga al toro de la despedida en la Plaza México. FOTO: suertematador.com Emilio Méndez

La Estancia se suma a la nueva lista de “bienamados” de la Plaza México que liga dos encierros y dos moruchadas. Enhorabuena. Llena de debilidad, plena de mansedumbre, variopinta y sin mayor fondo de casta, la ganadería de Guanajuato hunde por completo cualquier esperanza de Castella y de un ilusionante, por momentos, Diego Silveti. El francés desigual toda la tarde, tal como su terno, azul y buenas noches, se queda por debajo del sobrero de regalo mientras, una vez más, con el mejor lote Ignacio Garibay apenas alcanza un sentimental triunfo en su despedida, esperemos, definitiva.
Por: Luis Eduardo Maya LoraDe SOL Y SOMBRA. Plaza México.
Sin ser el gran nombre ganadero, pese a la desigualdad que siempre ha mostrado, La Estancia hacía alentar cierta esperanza.
Recordemos la tarde de Enero de 2012, cuando José Mauricio, hoy tristemente relegado, cuajó a los toros “Fuentespina”, aquel bronco cárdeno y al espléndido negro girón “Piamonte”, un encierro grandón y basto pero que tuvo emoción, justo el día en que el hijo del ganadero destrozara un vitral original de la capilla de la Plaza.
Hasta donde sabemos ningún daño material derivó de este festejo.
Solo el daño taurino que golpea la ilusión de una, sorprendente, “buena” entrada.
Y el daño no es otro más que la falta de trapío, de casta y la agotadora hasta el hartazgo, flojedad. Por ello, La Estancia vuelve a cargarse una corrida de manera impune y fatal, como en Querétaro ese mismo año en el terrible mano a mano de Enrique Ponce y Diego Silveti.
Pero a Sebastián Castella le convenció aquel berrendo que lidiara, también alternando con Diego Silveti, igualmente en la segunda de Temporada Grande hace cuatro años. Aquella vez, el francés se encontró con un astado claro en la muleta y repetidor, salió triunfador. Esta ocasión sale a quitarse de encima al espantoso, por mal presentado, flaco y zancudo, berrendo castaño que hace las veces de segundo, con tan poco por fuera, su capa lo tapa, pero con mucho menos dentro.
Vacío de cualquier virtud, se defiende tira cabezazos y ni el doble puyazo, en la querencia el último, ni los doblones, lo mejoran.
Castella intenta con el muy chico, impresentable, quinto y se vuelve a estrellar.
Inútil el toro, inválido su tranco, infame su juego. Castella regala uno.
Esa sería la estela del tiempo de la tarde. Ya sabemos, Don Renato, el de los toros, el de Tlalpan, se estrelló en su momento con ello, la palabra tiempo no tiene rima consonante.
Y por ello, cuando no encuentra en sí mismo, su sonido armónico en el mismo orden, la cosa se pierde. Se difumina como todo el orden que trata Diego Silveti de dosificar, primero ante un inválido, aunque bonito, tercero, cárdeno bien hecho pero retacado en kilos.
Toda la tarde el torero de Guanajuato luce con el capote. Breve con el recibo bien abrochado con media y muy destacado en el quite por gaoneras donde en un palmo, vertical y a pies juntos, desafía el embate por un momento con casta hasta rematar muy torero con la rebolera. Pero con ese, sería todo.
Bajar la mano, imposible, luego sumemos la pésima decisión de alargar el trasteo, Silveti acaba entre las caídas del toro y su propia imposibilidad con el estoque, escuchando un aviso. Aun así, con el sexto, un anovillado castaño, al que nadie protesta pero al que todos desanima, Silveti luce al dar los adentros, brega perfecto para atrás y en los medios remata.
Pena grande que el burel se pierde en el trazo de la cordobina donde deja las cosas en suspenso. Habrá que esperar la vuelta para mirar ese capote nuevamente y confirmar que no ha sido una ilusión. Luego brindaría el menor de la dinastía al primer espada dada su despedida.
Pero nada trae bueno al burel.
Silveti equivoca al inicio, pendulea innecesariamente y el tranco del burel no mejora, aun así, el trazo se observa largo, a mejor dominio y, cuando el burel se raja, ahí está la quietud para intercalar capetillinas y un gran momento en las bernadinas finales, por lo estático y lo valiente, un desdén vale la obra y pena grande es que no haya confiado en el terreno natural porque pincha.
Veremos luego si lo que hemos visto no es espejismo.
Garibay dice adiós con la gente con él. Esperemos, se haya desatado a tiempo.
Porque años y años pasaron, casi dieciocho, lotes de triunfo grande, como aquel de Reyes Huerta en la segunda corrida de la 2001-2002, o el de Xajay en el mano a mano con Manzanares hijo en 2007. Y siempre la rotundidad hizo falta. Esta vez ocurre que el lote menos malo, el de triunfo le vuelve a tocar. El primero, un toro claro que requiere mando, firmeza pero con el suficiente temple y donosura para hacer que crezca y desarrolle su limitada casta.
Enganchado de salida a la verónica compone de las rayas a los medios y destaca a la media verónica, luego el burel muestra que no está sobrado o encaminado a las virtudes mayores de la bravura y, para los doblones de las tablas a los medios, parece encontrarse e incluso gustarse en el cambio de mano.
Pero llega el toreo ligado por bajo y el amontonamiento.
Citando tan para afuera, con tanta brusquedad, poco podía esperarse.
Sartenazo, tendido y caído, para que Jesús Morales inaugure el “Buen Fin” taurino y regale una oreja.
Sentimentalista.
Lo grave viene con el único toro que muestra casta del encierro titular, el cuarto, alto serio, berrendo, no sale a dejarse y Garibay queda inédito en el recibo por enganchado y falto de compás. En cambio, luce al llevar al caballo sin dejarse alcanzar el capote y ahí el toro crece en el buen puyazo donde aprieta hasta desmontar al piquero. Echando el resto, Garibay quita por tafalleras se queda quieto, con mucha voluntad, y para el remate, la Plaza está con él.
La cosa se calienta y pese al sentimiento que hay en la gente con la entrega que muestra todo su cariño e incluso la cursilería, Garibay se desatiende del cite y el compromiso echando exageradamente atrás, a solo machetazos y toques exagerados que no tapan la imposibilidad de estar por encima del toro, con el brazo que manda poco y cuyo aguante, tragando, haciendo un esfuerzo, le rescata de no dejar caer del todo la faena.
Destaca una tanda de derechazos y poco más.
Pincha en la suerte contraria y, pese a otra estocada defectuosa, viene la oreja. La despedida definitiva será en Aguascalientes.
Le deseamos suerte al torero.
Castella quiere triunfar y trata de enmendar con un anovillado pero bravo sobrero de Julián Hamdan que echa el toro de regalo serio en Tlaxcala pero el ausente de trapío en La México. Y por tal razón el burel sale a apretar a Castella, luce en el quite por chicuelinas donde regala un remate de cartel. Lo mismo que en los doblones, tras un buen tercio de banderillas, donde se nota lo mejor de su actuación, poderío y arte, pero… el burel no se atempera.
Milagro. Se va el astado arriba en el último tercio.
Por eso Castella se ve por momentos superado no alcanza a encontrar el tiempo de la embestida, el verso no rima por completo y la faena, sobre todo por el lado izquierdo no levanta. Termina el francés tomándose de los cuartos traseros y quejándose de la cortedad de la embestida que inicia larga pero que no prosigue así porque no le mandan.
Nuevo sartenazo, por todo lo bajo.
Nuevo moralazo, oreja muy discutible y, principalmente, escasa de categoría.
Pero no entendemos.

Así como Ignacio Garibay es una esperanza hoy frustrada dieciocho años después, el momento de la Plaza México, consiste en esa “dicha inicua” a la que se refiere Don Renato, la que musicaliza Rubén Fuentes y la que se tocaba o recitaba hasta la desesperación del gran Bardo de Tlalpan, el de la plateada cabeza.
Como si se tratara, cada vez que “Tiempo” le tocaban, de estar y no dejar de “perder el tiempo”.

Twitter: @CaballoNegroII.

RESUMEN DEL FESTEJO.
Plaza México. Temporada Grande 2018-2019. Domingo, Noviembre 18. Segundo festejo de Derecho de Apartado. Más de media plaza en tarde fría, viento fuerte al inicio de la corrida que cierra con hermoso y violáceo celaje al caer la tarde. Mal la Autoridad que preside al reseñar tan desigual encierro y premiar con exceso al primer espada. Prosigue la mala iluminación.
7 Toros, 6 de La Estancia (Divisa Azul, Blanco y Rosa) Mal presentada por desigual, variopinta, débil y mansa en lo general y pitada en el arrastre con excepción del cuarto, berrendo en cárdeno que soporta la lidia y, aun sin el mayor de los alcances, da juego en los tres tercios. Y 1 de Julián Hamdan (Divisa Azul y Morado) sobrero de regalo. Muy chico pero bien hecho y fino, bravo en los tres tercios aunque acortando la embestida al final de la lidia.
Ignacio Garibay (Grosella y Oro) Oreja con División y Oreja. Salió a hombros.
Sebastián Castella (Azul Marino y Oro) Silencio, Palmas y Oreja con División en el de regalo.
Diego Silveti (Salmón y Oro) Silencio tras A viso y Ovación.
Jesús Morales, es por demás, inaugura su temporada de baratas, aflojando trofeos en el lote del primer espada y en el de regalo, sin mayores sorpresas.
Saludan Gustavo Campos, tras banderillear al primero, así como Fernando García, tras banderillear al séptimo. Mala tarde de Fermín Quirozcon el capote y en banderillas y que se coló en el saludo de García. Bien los de a caballo, en especial Ángel Juárez.

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