Pensó con la cabeza no con la coleta Por Bardo de la Taurina

Con motivo de unas acciones en dos tiempos que protagonizó en carácter de novillero Roberto Román, la primera en una plaza de toros en la que hace ocho días se desprendió la coleta y posteriormente vía escrita ya como civil ratificó el hecho, lo que dio motivo a que mi menda pensara que en la Fiesta hay desde luego cosas que no me gustan, siendo la más patética la forma en que hoy en día los monopolios casi en mayoría tratan a los novilleros y también a algunos matadores convirtiéndolos en piezas hechas en troquel y que las hacen moverse a como convenga a su engranaje, el que disfrazan de afición pero pamplinas, ellos van al negocio de las luz en el que jamás le ponen la panza al toro y en donde además a los noveles los reducen a fichas de inocencia convirtiendo su aventura en un limbo sin futuro. ¡Indignante!

Independientemente de que siempre he sido un convencido con razones muy sostenibles que para ejercer como torero (a) lo primero que se necesita es tener el físico adecuado pa’ el oficio y de acuerdo a esa complexión y carácter se les ira desarrollando la técnica adecuada con la que podrán intentar caminar por el sendero de las vicisitudes, en el que arrancaran cien ilusos y llegaran a lo mucho dos, con la agravante que todos piensan que son esos dos son ellos y es válido sin ánimo de herir las ilusiones o en otros casos despertarles del sueño del engaño porque en la toreada como en los comics de Superman la capa mágica no existe.

El caso de Roberto Román como el de muchos otros estaba en Arameo, ¿Por qué? pues porque a leguas se ve que hoy la sal del salero tiene una marca que comienza en el físico, la forma de interpretar, donde le caben todos los toros en la cabeza, la de ver toro en todos los terrenos, pero sobre todo, la forma en que el torero, que no el producto o el objeto está siendo guiado, desarrollado y administrado con una técnica de primer mundo que le permite avanzar tarde a tarde, además de bien orientado a leguas se nota la inversión previa que en él se hizo, sí claro, me estoy refiriendo al sello Andrés Roca Rey, así que no hay que ser adivino pa’ darse cuenta que quien tenga una cualidad menos que él, hoy día no va a funcionar ¿y aquí me pregunto? ¿Cuánto le invirtieron a éste torero mexicano y a todos los que tienen enredados bajo sus redes? En el caso que nos ocupa dudo que a Román lo hayan pasado por una concientización que lo llevara a darse cuenta que su línea era la de un Torero Cuña y en base a ello había que desarrollarlo, hoy ya no son vigentes las escuelas de enseñanza genérica, comenzando porque ésta es una fiesta circular con un albero redondo y por ello parte de los entrenamientos se tienen que llevar a cabo en los salones periféricos recubiertos de espejos, ¿en Aguascalientes los usan?

Hay que decir las cosas claramente, en el toreo lo que rifa es el equilibrio por ello les es muy difícil sobresalir a los novilleros bajos de estatura, robustos o enclenques, como a los demasiado altos y con brazos de molinos de viento, más en todos los casos lo primero que se requiere es que el torero se asuma como tal y que el consorcio lo dote de técnicas específicas para su evolución, ¿lo hicieron con Roberto? Y no debo dejar de soslayar que también existe la contra parte que es la que no a todos les entra en la cabeza el toreo, es más, hay que decirlo, esa es la causa por la que hoy este oficio está lleno de pega pase, porque no saben hacer otra cosa, como los guitarristas del chun ta ta chun que la rascan pero no la bordan.

Dijo un ciego -que importa que no vea, si hay tan poco que ver-

Román fue el caso más reciente de desaprovechamiento, otro anterior lo fue Luis Conrado, me quedo con la impresión de que en este novillero fue tropezando con el golpeteo físico, el que dan los toros y con el moral que propician los manejadores y todos los que son golpeados de una forma o de otra terminan por hartarse, así que en lo más que rescatable esta sus valerosos intentos los cuales por momento fueron exitosos y le valieron el que se hablara de él, no como una esperanza, ni siquiera como un torero en desarrollo, yo diría que como una realidad fugaz que toco techo y que sí llegó a ser una figura en la línea de la honradez como lo demostró al venir madurando que su futuro tendría que girar, porque no creo que el hecho consumado haya sido tan solo producto de un arranque que hay que decirlo, nunca son del todo espontáneos, aunque si de ocasión.

Desde luego que el carácter siempre será sostenido por el férreo valor, ese que lo tuvo pa’ darle continuidad a su vida, y ojala ya pasado el momento emotivo nadie le meta ideas tergiversadas de una recapacitación pa’ que vuelva, primero por respeto al joven hombre y en segundo al luchador que dio la cara y el corazón más de la cuenta (¿qué querían que lo lisiara un toro?, ¿o el sistema?), se fue Roberto Román con su conciencia y pa’ los anales de la historia deja una lección que es la de principio y final, donde muchos de los que hoy andan en este principio y también en este final deberían de darse cuenta que es mejor irse por mutuo propio a estar marginados y usados ¡Bien Amigo!, ese era el camino y si aún te falta fulminar lamentaciones, déjalas ir en los vientos que te llevaran a ser libre, sin rencores ni amarguras desgastantes y sí con la tranquilidad de que jamás pagaste por un toro, ni por unas letras infladoras o cómplices del ocultamiento de un fracaso, ni mucho menos, por esa droga llamada coba, y si decir que los apoyos de los aficionados que recibiste fueron producto de tu verdad.

Y mira Roberto, que paradójica es la vida disque están preparando y apoyando novilleros buscando que lleguen a la plaza grande y cuando eso suceda se encontraran con un cartelito que dirá “Cerrada por demolición”.

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