El forcado Jesús Tejeda se llevó la tarde de la “Corrida de la Prensa” en la Ranchero Aguilar de Tlaxcala.
Joven, espigado, bajo de estatura, se plantó en los medios, se acomodó el barrete, atrás de él la fila de los siete compañeros restantes. Dado el comportamiento que mostró Misionero en la lidia de rejones: bravo y pronto, se presentía que iba a hacer el viaje inmediatamente y con fuerza.
Efectivamente. El morito se arrancó desde la zona de tablas, Jesús retrocedió para templar la embestida, se realizó la reunión, Jesús se encunó, se sujetó de la cornamenta, Misionero derrotó, el forcado no lo soltó, tragó, aguantó los derrotes y realizó la pega de cara, valiente, sensacional; las ayudas auxiliaron y terminaron por sujetar al cornúpeta.
Jesús Tejeda es integrante del grupo de Forcados de Teziutlán. El magnífico toro fue el número 115 de la dehesa de Juan Huerta.
Algunas frases se convierten en lugares comunes del lenguaje de tanto que se dicen. Se repiten porque son ciertas. Usted habrá escuchado aquella en que la realidad supera la fantasía.
Si antes de la “Corrida de la Prensa”, alguien hubiera mencionado que lo más emocionante de la tarde sería la pega de un forcado, la mayoría lo hubiera tomado a chufla. Inclusive más de uno hubiera preguntado: ¿A poco actúan forcados?
Cuando se hizo público el cartel se mencionó que los toros de Piedras Negras serían lidiados por tres espadas el sábado 26 de octubre. Días después integraron al rejoneador Pimentel y los forcados de Teziutlán.
Sorpresas que pega la vida
El comportamiento de Los Piedras fue de tres y tres. La periodista Míriam Cardona me dijo que su bebé se portó en la corrida igual que los toros: tres y tres; Eduardo Maximiliano, con seis meses de edad, le hace la pega a su mamá.
Los tres primeros de la mítica ganadería fueron los buenos de la lidia a pie, sobre todo el primero de lidia ordinaria que tenía esa característica de bravura emocionante, así embestía a la muleta, Silveti supo descifrarla. Un puyazo de Salomón Azpeitia, después el burel no se pegó al peto, se escupió un par de veces.
El segundo fue un colorao, el morbo del hato, porque hacía años que Piedras no lidiaba con esa pinta, se comportó bravo, terminó desarrollando sentido poniendo en aprietos a Angelino de Arriaga. El cornúpeta peleó en el caballo, ovación al picador Pedro López
Al tercero le pegaron una ovación de salida, fina estampa, decía Chabuca Granda. Parecía lastimado de la patita derecha, aun así fue a la muleta de José María Macías. A los tres primeros les pegaron ovación en el arrastre.
El cuarto no tenía trapío, la gente le pegó una pitiza, gritos de inconformidad y olés de chunga al torero que se esforzaba por agradar pero la mayoría seguía molesta. No es común que se pite un astado piedrenegrino por falta de presencia, ahora le tocó. Quinto y sexto intrascendentes en su manera de embestir.
Alguien dijo que los apoderados no quisieron sortear dos toros bien presentados que prefirieron dejarlos de reserva. No hay certeza, no hubo tarjeta de sorteo, a las autoridades de plaza no se les pegó la gana hacerlas. El juez Manuel Ruiz pasó quinto y sexto con dos pares de banderillas, soltó la oreja del quinto luego de un metisaca abajo y una estocada.
El subalterno Gerardo Angelino reapareció tras el percance de hace un par de semanas en la Plaza México. Me dijo cuando llegaba a la plaza “aún traigo los puntos de sutura, pero como decía El Pana, sólo fue un piquete de mosco,” refiriéndose a la cornada que le pegaron.
Poca gente captó que Fernando Ríos, el puntillero, a la hora del cachetazo final del primero o segundo, se echó encima del burel, prácticamente se pegó arriba del morito para que no se levantara.
El círculo de periodistas tlaxcalteca que preside Antonio Guarneros también se pegó un arrimón en la organización del festejo, Antonio no es un experto en tauromaquia, ésta fue su tercera corrida anual, va aprendiendo, los profesionales cada vez le pegan menos palos.
Diversas formas de utilizar el verbo pegar, pero la de Jesús Tejeda, qué forma de pegar.
Publicado en El Imparcial