Por José Fuentes Miranda A.
Leopoldo Alas, Clarín, el gran escritor autor de ‘La Regenta’, era un aficionado a los toros, pero algo reprimido en sus gustos taurinos. No era exactamente devoto de Frascuelo y de María, como dice en un poema Antonio Machado cuando describía la «España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía». Parece que le encantaban el arte taurino de Frascuelo y Lagartijo.
Decía Clarín que los toros eran una vergüenza de nuestra civilización, pero «una vergüenza con la que todo el mundo transige». Según pensaba, la convicción era unánime en cuanto a que no deberían existir las corridas de toros, pero concluía que «si fuéramos un pueblo de ángeles, no habría toros. Pero somos españoles y debe haberlos».
Siempre han existido los toros y su lidia, una tradición española que casi se pierde en la noche de los tiempos; y siempre han existido aficionados a ese espectáculo de arte, colorido y belleza, y también detractores o indiferentes, que en otro tiempo eran tolerantes y se decían a sí mismos que, como no le gustaban los toros, no iban a las plazas.
Ahora, sin embargo, prima la imposición del pensamiento y los gustos únicos. «A mí no me gustan los toros… pues hay que eliminar las corridas y al que le gusten que se fastidie». ¿No se querrá aprovechar esta calamidad del virus para terminar definitivamente con los toros?
Publicado en Hoy.es