La rejoneadora, que ha pasado el confinamiento en el campo, afronta la temporada más rara de toda su trayectoria “es lo más parecido a estar jubilada después de 14 años entrenando a tope”.
Por Patricia Navarro.
-¿Es feminista?
-Considero que hay que trabajar la igualdad, pero no comparto nada una ideología militante ni politizar el feminismo. Defiendo los valores de cada uno de manera igualitaria.
-¿Qué le diría a Pablo Iglesias?
-Le pediría respeto. Él pide eso permanentemente, pero no lo pone en práctica con aquello que no le gusta.
-¿Y a un animalista?
-Que se vengan una semana conmigo, sin hablar. Y luego que me digan su opinión.
-¿Se siente animalista?
-No, no me siento animalista, porque como feminista, y casi todo lo que acaba en «ista», tiene una connotación militante y no me gusta. El animalismo tiene un concepto de bienestar animal totalmente humanizado. Piensan que el animal está feliz si lo tratan como un humano y ya el concepto de felicidad me escama. Yo respeto al animal sin cambiar la naturaleza de su especie. Vivo entre animales. Siempre. ¿Cuántos de los que se llaman animalistas lo hacen?
-¿Qué es el valor?
-Valor es dominar el miedo y ser uno mismo en cada situación.
-¿Le molestan los piropos?
-Me encantan, siempre que tengan arte y no sean pesados. Me encantan que me digan bonita, guapa y qué bien lo haces. A nadie le incomoda un halago.
-¿Qué se escucha en una plaza de toros?
-A todos. Desde el que está en barrera al último de arriba.
–¿Y qué ha oído?
-Hay cosas muy graciosas, en pleno momento de concentración te puede caer un «cásate conmigo».
-¿Da tiempo a visualizar por si interesa?
-¡Qué va! Ni a ubicarlo (ríe).
-¿Cómo es el miedo antes de jugarse la vida?
-Yo tengo varios miedos. El más grande es el físico, el que te sube las pulsaciones, se te ponen las piernas flojas y se me dispara cuando veo que el piso de la plaza está mal. Mi cuerpo no lo domina porque la cabeza hila las ideas y sé que el caballo se va a caer y va a haber una tragedia. Luego está el miedo al toro, yo le tengo mucho respeto, pero miedo físico no, porque he trabajado para dominarlo. Y luego está el escénico en el que entra el juego el temor al fracaso.
-¿Cómo vive ahora sin asomarse a esos miedos?
-Como si estuviera jubilada. Me estoy asomando al futuro. Llevo 14 años entrenando a tope con mucha presión y es la primera vez que me he permitido bajar la guardia un par de meses.
-Cuando se abra la veda de los conciertos, ¿a quién irá a ver?
-Tengo muchas ganas de ver a Ben Harper en directo.
-¿Qué canción le ronda ahora?
-El silencio y los pájaros, es una buena melodía cuando estás en el campo.
-¿Cuáles son las vacaciones idílicas?
-No soy de vacaciones, porque mi vida son unas vacaciones.
–Afortunada…
-Me lo he currado tela, no ha venido Papá Noel a traerme nada. Pero sí, me considero una afortunada porque me dedico a lo que me apasiona.
Publicado en La Razón