Los tiempos que corren son complicados, para celebrar espectáculos públicos y es el caso del toreo, suponíamos que taurinamente iba a pasar de largo la celebración de San Marcos, en Aguascalientes, un año más, y era comprensible.
Sin embargo, la empresa recurriendo, a la larga experiencia de tantos años de celebrar festejos y contando con la decidida colaboración de la sociedad y del gobierno estatal y municipal, organizó una corrida el 25 de abril; con la que se honró al patrono de la ciudad y se desbordó el sentimiento del toreo.
Sentir nuevamente la alegría de, aún con restricciones de aforo, asistir a una de las plazas más emblemáticas del mundo taurino, fue para los asistentes, un gran motivo de gozo.
Luego, en el transcurrir de la corrida que se extendió a siete toros, pues hubo un regalo de Joselito Adame, los toros de San Miguel de Mimiahuápam y dos de Santa Teresa, fueron en su lidia, con diferentes matices de cualidades, positivos.
El resultado, en resumen: José Mauricio: una oreja. Joselito Adame: división de opiniones y división en el de regalo. Octavio García “El Payo”: al tercio. Gerardo Adame: una oreja. Diego Sánchez: al tercio. Leo Valadez: indulto, con vuelta al ruedo con el ganadero y salida en hombros de los dos.
En el debut como juez de plaza, el matador César Pastor, otorgó arrastre lento al primero; vuelta al ruedo al cuarto e indultó al sexto, contando con la petición popular, así como los trofeos a José Mauricio y Gerardo Adame; la suerte suprema no acompañó al Payo, pero entiendo estuvo soberbio.
El tratar de entender el toreo, es consecuencia de sensibilidad y aunque, físicamente me fue imposible estar, lo viví en mi imaginación, me ganó la nostalgia, desde el sorteo y el recuerdo de muchos años atrás, en la nomenclatura de los toros.
El 26 de noviembre de 1972, Don Alberto Baillères González, al presentar su primera corrida en La México, con un encierro de toros de pelaje castaño, de San Miguel de Mimiahuápam; decidió poner nombres alusivos a sus pequeños hijos: Pensador, Negociante, Caramelo, Ranchero, Coquetón y Cantaor.
El cartel lo integraron: Manolo Martínez, Eloy Cavazos y Curro Rivera; de Coquetón quinto de la tarde Eloy obtuvo los máximos trofeos.
En Aguascalientes, ahora fue Juan Pablo, su hijo, quién con el pensamiento de la familia, construyó los siguientes nombres alusivos a su padre: Señor de Señores, Como te queremos, Un fuera de serie, Siempre Amoroso, Único en Todo, Grandioso Ser, Portentoso y Señor Sabio.
Leo Valadez, que va como la espuma y además fue alumno de la Escuela de Espectáculos Taurinos de México, en Aguascalientes, tejió una gran faena ante un toro, que fue desarrollando en el ruedo cualidades, que merecieron que Grandioso Ser, recibiera el homenaje del indulto.
El estallido de júbilo en los tendidos fue estruendoso, las lágrimas de Juan Pablo, representante de Don Alberto, con el matador, saliendo a hombros de la Monumental, nos transportó a un terreno espiritual fraguado en la sensibilidad y en la intuición, de los años de vida transcurridos.
No todos tienen por qué sentir y entender los toros, como no todos los seres humanos comprendemos la poesía, la música, la pintura, y gozan con ellas. Es perfectamente legítimo que así sea, puesto que el rasgo primordial de la existencia es que seamos diferentes, sin embargo, a quienes seguimos la línea de la historia de lo que acontece en el toreo, tardes como la del 25 de abril de 2021, en Aguascalientes, nos provocan emociones indescriptibles, inolvidables, aunque sea arte efímero, la memoria imprime lo imborrable.
Sobre todo, cuando se trata de quién tanto apreciamos. Así queda para la historia una tarde, en la que el toreo en Aguascalientes, volvió a latir con gran fuerza en el ruedo y en la vida de quienes lo amamos y reconocemos, a quiénes a pesar de todo, lo impulsan.