Los ‘patas blancas’ de Galache, toros que vuelven a la gloria con el arte de Morante

Tras el triunfo de Morante de la Puebla y Alejandro Marcos, en la reciente Feria de Salamanca, junto a otros triunfos ganaderos, la ganadería de Paco Galache comienza una nueva gloria.

Por Luis Falcón.

Quién no recuerda la estampa de un toro berrendo, con las patas blancas y un lucero en la frente, que no se cansa de embestir, haciendo surcos con el hocico siguiendo la muleta de un Ortega, Manolete, Aparicio, Camino, El Viti o Curro Romero. Esa es la imagen de un toro de Galache. Esos toros bravos, preciosos, más bien terciados, que se paseaban por las mejores plazas de España, procedentes de ‘Hernandinos’, en Villavieja de Yeltes, y que aún siguen ahí, comenzando otra nueva gloria, de la mano de Paquito Galache, el sobrino de don Francisco.

La Feria Taurina de Salamanca, por fin, ha puesto a cada uno en su sitio este año. Principalmente, en cuanto a las ganaderías y los encastes. Es el caso de los ‘patas blancas’ de Paco Galache, de los que Curro Romero después de estoquear una corrida en la plaza de Villacarrillo espetó: “He aprendido a torear con los toros de Paco Galache”, porque estos toros cuando se les hace las cosas bien, son muy agradecidos, y regalan unas embestidas templadas y fijas. Quizás fue el motivo por el que Morante de la Puebla se apuntó a estoquear la corrida de Galache en la Feria de Salamanca, al que siguió El Juli y también Alejandro Marcos -que abrió la Puerta Grande-. ¡Y vaya espectáculo, sin decir la férrea lucha en el Desenjaule! Es que incluso, escuchamos decir en más de una ocasión a los ‘entendidos’, estos toros con cinco años embisten mejor. Porque, en realidad, este hierro es uno de los emblemas taurinos del Campo Charro, y uno de los últimos oasis para el encaste ‘Vega-Villar’. Además, Galache es uno de los cinco ganaderos españoles, junto a Arturo Cobaleda -Barcial-, que mantiene esta estirpe.

Lo dice, y con razón, Paco Galache, “parece mentira que haya ganaderías de lidia en peligro de extinción, y que la Junta de Castilla y León no se dé cuenta del daño que está haciendo. Como sigan así van a acabar con encastes que ya están en vías de extinción”, y más, encastes genuinamente salmantinos como el que nos atañe. Asegura el ganadero: “Hemos dejado reducida la vacada al encaste Vega Villar, eliminando la mayoría de Urcola. Actualmente hay unas 200 vacas”. Y, a partir del festival de Ciudad Rodrigo -martes 25 de febrero de 2020, con toros de Francisco Galache para Morante de la Puebla, El Juli, El Capea y el novillero Manuel Perera-, comienza el inicio de otra importante página en la historia de esta divisa. Una leyenda de los criadores charros, gracias a esos ‘patas blancas’ que protagonizaron tardes históricas y durante muchos años fueron la preferencia de las figuras, en las pasadas décadas de los 50, 60 y 70. Por ello, dada la situación actual del toro, Paco Galache es claro: “Si estamos en crisis y algo nos puede salvar, precisamente son las personalidades tan distintas que hay de toreros y toreros. Necesitamos carteles más abiertos y que el aficionado pueda ver cosas totalmente distintas. Creo que es lo que puede traer la ilusión a este espectáculo”. Y así se demostró en Béjar, Ciudad Rodrigo y Salamanca -con cartel de ‘no hay billetes’-.

Una bonita historia que va de la mano con Manolete

Manolete y Atanasio Fernández.

Esta emblemática ganadería salmantina, decíamos, esta jalonada de hechos que marcaron la historia de la Tauromaquia de este país. Así, como cuenta Paco Cañamero -ilustre en la historia del toreo-, Manuel Rodríguez ‘Manolete, fue una de las grandes figuras que se ‘abrazaron’ a los toros que pastaban en Hernandinos. Todo comenzó en 1941, cuando el torero cordobés decidió pasar los inviernos en Salamanca. Tal era la amistad que tenían don Francisco con el astro, que antes de iniciar una nueva temporada, Manolete disfrutaba de un tiempo en Hernandinos con los hermanos Paco, Salustiano y Eusebia Galache. Siguiendo el hilo de Cañamero, de por medio llegaron históricas corridas triunfando con estos toros de Galache, como un mano a mano con Domingo Ortega, en Toledo. O en Valencia, con Carlos Arruza y la alternativa de Agustín Parra ‘Parrita, en 1945, tarde en la que se cortan todos los rabos y varias patas en una apoteosis total. Durante aquellos años, Manolete tentaba todos los días, casi siempre en la soledad y con la única presencia de Paco Galache y su mujer Encarnita, junto a Salustiano y Eusebia, los hermanos de Paco, siendo por entonces cuando tienta a la famosa vaca Trianera –de la rama Urcola-, madre de varios sementales emblemáticos en la divisa de Galache. Como anécdota, señalar que la última vez que acudió a Hernandinos, en 1946, se celebró un tentadero en honor de la Duquesa de Alba, recién prometida con Luis Martínez de Irujo.

Esta ganadería procede de la del Conde de Vistahermosa, línea Barbero de Utrera, que después de sucesivas ventas pasó a don José Antonio Adalid en 1890 y en 1902 a don Félix Urcola, el cual se la vendió a don Curro Molina en 1918, adquiriéndola en 1930 don José María Galache. En 1953 se dividió en tres lotes, uno para cada uno de sus hijos, correspondiendo uno de ellos a don Francisco Galache. En 1969 adquirió de su madre un lote de hembras y sementales, llevando las dos ramas por separad, ‘Vega-Villar’ y Urcola.

La verdadera historia de esta ganadería de Francisco Galache se inicia en 1955, año en el que lidia en Madrid la corrida del Montepío de Toreros con Antonio Bienvenida y esa tarde se lidia el famoso ‘Lujurioso‘. En la década de los sesenta los toros de Galache amenizan las tardes más taquilleras de San Isidro y dos de las más grandes figuras, El Viti y Paco Camino, los piden en sus compromisos venteños, como también matan muchas corridas Manuel Benítez ‘El Cordobés‘ o Curro Romero.

Son toros exigentes, que piden poderío, técnica y el valor que se presupone a cada torero. Pero desde mediados de los años 70, con ese cambio en la crítica y él forma de torear, también se busca otro toro, y el que se busca no es el astado de Galache, como tampoco los santacolomas o los pabloromeros. Los nuevos tiempos y aquellos polvos, de los que han llegado estos lodos, con el beneplácito de la mayoría del público benevolente, la ausencia de crítica, las figuras que ‘no quieren aprietos’, los ganaderos el plegarse a las figuras y los empresarios. Pero los toros de Galache siguen en tierras del Yeltes y, además, dando buenos triunfos a quienes se encierran con ellos, como en la Corrida de San Mateo, conocida como ‘la dura’ de Salamanca, o en muchos pueblos, incluso Barcelona, Gijón o Valladolid, por ejemplo.

Don Francisco Galache fallece el 28 de junio del año 2000 y al no tener hijos, su ganadería fue dividida en cuatro partes, correspondiendo la mitad a sus sobrinos, los hermanos Caridad y José Manuel, hijos de su hermana Eusebia; y la otra es para Paco y Manuel Galache, los hijos de Salustiano Galache. A manos de Paco Galache Calderón van los derechos de la emblemática divisa, realizando desde entonces una importante labor, para recuperar esta divisa. Aunque Paco es realista, “es muy complicado, porque el mercado está mal, pero bueno, todo lo acontecido hasta ahora es una luz de esperanza”. A lo que suman los problemas derivados del COVID, “un año de parón en la ganadería, pero no de gasto y ningún ingreso, aunque de todo hay que sacar algo positivo”. Un año de pandemia que, en sus palabras, “ha supuesto un mayor desastre que en la guerra civil, en la que algunas ganaderías salmantinas seguían lidiando, pero con el COVID, ninguna”.

Poco a poco, Paco Galache Calderón fue realizando una importante selección, “también tenemos que ver las necesidades del mercado y hemos dejado reducida la vacada al encaste Vega Villar, eliminando la mayoría de Urcola. Actualmente hay unas 200 vacas”, explica. Doscientas madres para mantener el prestigio y leyenda de esta ganadería, con sus características de un encaste por la mezcla de ambas sangres donde se dé una variedad de pelajes mayores, encontrándose las mezclas de los ensabanados, cárdenos, colorados… con toda la variedad de berrendos y los accidentales de girones, luceros, remendados o calceteros, de ahí llamados ‘patas blancas’.

Son animales elipométricos y brevilíneos, de perfiles rectos y subcóncavos, encornaduras astifinas y más desarrolladas que los Santa Coloma, de mirada expresiva, cortos de tronco, bajos de agujas y enmorrillados, de cortas extremidades y pezuñas y colas finas. Como característica decir que las hembras de este encaste, con las de casta Navarra, son las más pequeñas.

Los comportamientos de ambas procedencias, la Galache produjo toros más suaves y dulces, en su momento denominados ‘guirlaches’, por lo que al dejar los diestros de quererlos se les lidia de novilladas y rejones, además de que lucharon con un enemigo de esta época como fue la báscula, que en los tiempos desde Manolete a El Cordobés, pasando por El Viti y Paco Camino, no fue un problema.

Sin duda alguna, son la esperanza del resurgir glorioso, nuevamente, de una de las ganaderías con más personalidad del campo bravo, y emblema del Campo Charro.

Publicado en El Español

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