
Por Luis Carvajal.
Taurinos, aficionados y críticos se refieren frecuentemente al toro de Guadalajara (del Nuevo Progreso), o al toro de La México como si de dos tipos diferentes de toros se tratarán y, la verdad, hay razones para afirmarlo.
El argumento para muchos aficionados es a veces complejo y casi siempre se utiliza en tono peyorativo, como para diferenciar a sus aficiones. Sin duda un fenómeno curioso, ya que pocas veces hemos oído en México que se hable del toro de cualquier otra ciudad con tanta pasión.
Hay un tipo de toro que por su morfología se acepta en La México que no podría salir, quizás, al redondel del Nuevo Progreso. Dicen que a los aficionados de la capital mexicana les gusta ver torear sin importar el trapío o la catadura del toro en ocasiones. Cierto esto o no, puede torearse bien o mal con el toro de La México, pero con el toro de Guadalajara, ahí las cosas obtienen mayor relevancia por la importancia del trapío que les da algo más a los triunfadores.
Pero ¿es cierta la afirmación de los taurinos de que la afición de Guadalajara disfruta únicamente con el toro grande?
Vamos por partes.
El toro que llaman de Guadalajara es un toro generalmente bajo de agujas, enmorrillado, bien armado sin importar necesariamente los kilos. Muchos aficionados y taurinos consideran este último factor innecesario en la ecuación del trapío, aunque es algo que si se piensa con detenimiento no tiene mucha razón, ya que es un eslabón de la cadena para un buen reconocimiento y, ademas, objetivo.
Hemos dicho en muchas ocasiónes que cada afición tiene el toro que demanda, o el que se merece, y la plaza del Nuevo Progreso es una de las privilegiadas, por el requerimiento de los aficionados, de la crítica y de la autoridad.
Lo que nunca debería de aceptar la afición de Guadalajara es el toro cornicorto o con sospecha de afeitado, ahí el toro que sale al ruedo debe ser físicamente perfecto, con astas desarrolladas, porque la realidad es que al espectáculo se le quita autenticidad si las astas no son ofensivas.
Con todo esto, es cierto, que en Guadalajara está impuesto otro trapío de toro muy diferente al de la Plaza México y el resto de país.
Por eso no entendemos cómo es que su exigente afición y sus autoridades permitan en ocasiones encierros terciados o mal presentados que bajan el trapío de los toros; provocando que poco a poco se esté devaluado la seriedad en el Nuevo Progreso.
Yo me pregunto: ¿Dónde está el aficionado serio, comprometido y exigente de Guadalajara?
¿Dónde están esos aficionados de los salvajes años 90s y de la década pasada? Que fue sin duda la gran época cuando la Plaza de Toros del Nuevo Progreso obtuvo, en cuanto a seriedad y trapío, la máxima importancia de América.
Ojalá que la sensatez regrese a los aficionados del Nuevo Progreso y no permitan que nadie acabe con el prestigio y la categoría de nuestra plaza.
Desde aquí apelamos para que esa afición de Guadalajara, sensata y seria a la vez, con su presencia llame al orden a quienes pretendan convertir el recinto monumental y emblemático del Nuevo Progreso en una plaza como muchas otras plazas del resto del país.
El Nuevo Progreso de Guadalajara debe ser siempre una plaza seria y temida por toreros y ganaderos.
Porque sin toro, nada.
Twitter @luiscarvajal0