
Los tres alternantes llegaron revolucionados y espoleados en busca del triunfo, pero afortunadamente a los tres les soplaron las musas al oído y la inspiración se hizo toreo en Irapuato.
Por Juan Carlos Valadez – De Sol y Sombra.
Acudí el pasado sábado a la plaza de toros “Revolución” con ánimo y expectación por ver un cartel original, compuesto por tres toreros jóvenes de distintas tauromaquias.
Lamentablemente la entrada no fue la mejor y la corrida de Rancho Seco estuvo a falta de un hervor y resultó blanda, noble y sosa. Pero suficiente para que los jóvenes matadores lucieran sus maneras, su estado de ánimo, virtudes y valor juvenil. Y fue entonces que Leo Valadez se puso a torear al natural al segundo de nombre “Centenario” y derramó esencias; notas y aromas toreros que nos supieron a gloria bendita a los presentes. Muy completo y con facilidad con el capote, cumplío en banderillas, pero con la muleta firmó muletazos de estupendo trazo, abrochados con algunos pases de pecho de cartel. Valadez tiene una gran virtud, entiende muy bien a los buenos toros, no los deja ir y cuando le tocan en el sorteo los cuaja como lo hizo con “Centenario”, un toro que recibió el arrastre lento y que le dio el triunfo ya que a diferencia de su primero, anduvo certero con el acero y por esta razón se llevó las dos orejas.
A su primero le hubiera cortado otra oreja tras una faena completa y variada, pero la espada se lo impidió.
Diego San Román nuevamente dejó ese derechazo desmayado en su primero, aquel pase de pecho sin enmendar terrenos de personal hacer, mirando de soslayo al tendido, o con un recorte de tono tomasista. En el quinto, ante un toro noble, de suave embestida, intentó hacer esa faena de su particular marca registrada. Un trasteo que a veces parecen como inventados y que tanto han gustado en las plazas que se presenta, pero a diferencia de Valadez no anduvo certero con la espada y dejó ir un triunfo de puerta grande.

Miguel Aguilar entendió perfectamente a su primero, noblito, al que dio algunas pinceladas con hondura y sabor. Hubo muletazos de caricia. Muy torero todo y que sin ser una sinfonía completa, la faena fue un continuo fogonazo de arte. Destellos y chispazos. Luces, color y magia. Se dejó llevar por la inspiración. Todo con mucho sabor y aroma. Pero con la espada anduvo extraviado toda la tarde.

El sexto fue algo a contraestilo de Aguilar, pero cumplió con suficiencia y aguantó sus embestidas apuntando detalles de torero caro. Todo muy asentado pero acabó faltándole toro y puntería con la espada.
La última y nos vamos
El del pasado sábado quizás no fue el festejo revolucionario que todos esperábamos, pero si fue una tarde para poner los cimientos del futuro del toreo en México. La apuesta sin duda era atrevida, pero fue ganadora en el aspecto artístico.

El próximo domingo la “revolución del toreo” continuará en el Nuevo Progreso de Guadalajara con Diego San Román y Miguel Aguilar junto a Héctor Gutiérrez, los tres máximos triunfadores de la presente temporada. Todos estos ingredientes hacen que sea un cartel de mucha expectación por dos razones: el festejo será en la plaza más exigente del país y ante un encierro impecablemente presentado. Imperdible de verdad.
Twitter @dsolysombra
Fotos: Toros Leon (EMSA)