Por Manuel Peñalver.
La ficha de una corrida de toros es el epítome de la crónica. Es como una pieza independiente, pero, a la vez, integrada. Dentro de su brevedad, debe prestar gran atención al juego y a las características de los toros; si es uno por uno, mucho mejor. Hay que hacer referencia a la entrada de público, climatología, si alguna personalidad preside el festejo, color del traje de los toreros, cómo han matado, avisos, si los hubiere, trofeos, si los hubiera, resultado artístico. Se debe mencionar lo más destacado del tercio de varas y de banderillas. El parte médico, en el caso de que hubiese alguna cogida, y cualquier otra incidencia se deben incluir.
La crónica, en su realidad técnico-Informativa, debe reflejar, con estilo y un lenguaje cuidado, lo fundamental de lo que ha ocurrido.en el ruedo en cada uno de los tercios. Han sido, y son, muchos los cronistas taurinos que han grabado sus nombres en la memoria de los aficionados. Pero, con el máximo respeto a todos, tres nombres acuden a la gramática de mi recuerdo: Gregorio Corrochano, Antonio Díaz-Cañabate y Joaquín Vidal: la sabiduría, el ingenio y la lente quevediana. El sombrero y el traje oscuro de Díaz-Cañabate no pasaron desapercibidos. Como tampoco, su pluma.
Publicado en El Diario de Almería
