
Amigos aficionados…
La sentida crítica que ha hecho el Centro Taurino de Lima es para prender las luces de alerta.
La capital de Perú, cierto, está lejana de nuestras tierras, pero los toros, la tauromaquia, debe ser la misma siempre. Sea España, sea Francia, sea México…
Una misiva del Centro declara desiertos todos los premios que debió conferir en su reciente Feria del Señor de los Milagros que monta en la famosa bicentenaria plaza de Acho, donde siempre arman carteles de gran lujo, como fue el último, en el que se dio la alternativa al mexicano Arturo Gilio hijo, apadrinado por primeras figuras como “El Juli” y Andrés Roca Rey, triunfador este último y ganador del “Escapulario de Oro” para la empresa, la organización mexicana Casa Toreros.

Las razones de la no entrega de premios: “Manifiesta que durante toda la Feria el ganado fue impresentable, no acorde a la categoría de nuestra más que bicentenaria Plaza de Acho”. Otras agrupaciones y peñas sí otorgaron sus reconocimientos anuales, de allí que haya causado extrañeza la decisión del Centro Taurino.
Por donde se le mire, un mazazo a la Fiesta, más si nos vamos a la categoría de toreros que desfilaron por el albero inca. En las redes están los vídeos.
Y de allí apunta siempre la encomienda que debe tener una autoridad, sea cual sea la plaza, de privilegiar el que, ante todo, el toro sea el que mande. Es el rey de la fiesta siempre, por encima del parné que cobre el torero. Aunque a veces no gusta el que sea estricta la de Mérida, es preferible eso, pero que exija lo que se anuncia: toros. Hasta en Xmatkuil se vio toro serio. Y eso es ganancia para todos.— Gaspar Silveira.
Publicado en Diario de Yucatán
