Diego Silveti ha estado en plan rotundo con el respectivo corte de orejas y rabo, pero sobre todo provocando enorme emoción en la plaza de toros La Luz.
Por Pablo Carrillo.
Celebro el maravilloso festejo taurino, que se ha realizado, con un éxito rotundo, el pasado sábado en León, Guanajuato. La encerrona que corrió a cargo de Diego Silveti, único espada anunciado, ha adquirido formidables tonos de colorido, emotividad, pero, sobre todo, de un gran espectáculo taurino. Los toros embistieron, Silveti ha estado en plan rotundo y ha deleitado a los asistentes con el respectivo corte de múltiples apéndices, orejas y rabo, pero sobre todo provocando enorme emoción en los tendidos de la plaza de toros La Luz, sin duda un festejo memorable.
El matador de toros de la dinastía Silveti, en cuarta generación, se ha mostrado maduro, plantado, firme, y muy entregado. La ocasión no era para menos, un entradón rotundo, un ambiente antes y después de la corrida, que ha sido histórica, en muchos lugares de la capital del zapato. La gente salió toreando de la plaza, la pirotecnia, la música de banda taurina y después del mariachi, incrementaron los tonos de una belleza colorida, repleta de emociones a flor de piel.
En particular, ha sido un hecho inusitado el que el torero nacido en Guanajuato, bisnieto del Tigre de Guanajuato, nieto del inolvidable y añorado Juan, hijo del Rey David, sobrino del querido Alejandro, haya lidiado los toros al inicio con un terno a la usanza española, precioso y de la aguja, así como que, en la segunda parte del festejo, haya cambiado el atuendo por un bello traje de gala de charro. Ya ni hablar cuando brindó al cielo a su padre, David, se entonó con el mariachi El Rey, del gran, también guanajuatense, José Alfredo Jiménez, con toda la plaza cantando y gritando los olés desde el fondo de su pecho.
¡Vaya sentimiento inigualable!
Corrida para el recuerdo de los aficionados de León, y de todos los rincones del país que asistieron, entre los que estuvieron una gran cantidad de personalidades del toreo y otros ámbitos, como el cantante Emmanuel, padrino de Diego, que recibió un cálido brindis por tantos años de fraternidad y cariño que se han profesado ambas familias.
Mi más sincera enhorabuena también para Alejandro Silveti, que además de fungir como tío, es el apoderado, ha asesorado a Diego atinadamente en su carrera taurina, seguramente debe estar feliz y satisfecho, pues la apuesta era fuerte, el montaje de un espectáculo rematado ha contado su gran sensibilidad artística, pues de casta le viene al galgo.
¡Ole por los Silveti!
¡Ole por Guanajuato!
Publicado en El Excélsior


