Finito de Córdoba: «Tendría que torear en Córdoba siempre mientras esté en activo»

El torero más veterano del escalafon reivindica su papel y muestra su «tremenda ilusión» por volver a vestirse de luces ocho meses después.

Por Víctor Molino.

Su ausencia fue un asunto controvertido el ciclo pasado. Juan Serrano es al toreo cordobés lo que la Mezquita-Catedral al patrimonio cultural, un elemento identitario. Si se entiende que el buen vino mejora con los años, si se asume que la experiencia es un grado, ¿por qué torea cada vez menos una figura del escalafón de los años noventa siendo la única que continúa en activo? Finito es ahora el ‘último de la fila’; por contra, es también el diestro con más años de batalla acaudalados en los ruedos. Antes que él estaba Ponce, retirado.

El matador se sincera en esta entrevista con ABC. «Me dicen que hay compañeros que no quieren compartir cartel conmigo, pero luego me dan un abrazo». ¿Dónde reside la verdad del toreo en la coyuntura actual? Significa el matador que «sueña» más su hijo (Juan Rodrigo) con la salida a hombros de su padre por Los Califas que «yo mismo. A mí, lo que me preocupa es estar a la altura, hacer disfrutar, porque luego no sé si remataré con la espada. Pero la sensación de haberme sentido pleno, esa es la que me llena», apostilla.

Juan está en tipo. Conversa con madurez para defender un discurso que le ha podido afectar a nivel empresarial en determinados momentos, pero que no abandona porque es el argumento que siente como puro. Se muestra tranquilo. Disfruta del paseo por el Casco Histórico de la capital cordobesa, donde le siguen reconociendo por la calle.

Se muestra cómodo y natural cuando posa en el entorno de la Mezquita, donde acaricia el agua de la fuente del Patio de los Naranjos con la misma delicadeza con la que lanza el vuelo del capote. Cada gota de agua que rebosa de su mano invita a soñar con un serial ligado que cuando golpea en la superficie expande un sentimiento cargado de intimidad.

Finito es el torero contemporáneo que más veces ha llevado el nombre de su tierra en la mochila de viaje. Asume con resignación el contexto que vive la Fiesta y elude hablar de un adiós. Redunda en sentirse «torero» y en querer seguir apostando por su modo de vida. Aferrado a lo que ha sido y es, se autoconvence de que «aún tengo mucho por decir y hacer».

Concede esta entrevista a ABC con la perspectiva puesta en la vuelta al ruedo que le permitió soñar siendo un niño y que, a día de hoy, todavía le concede ese anhelo.

-Es el último torero de una época dorada que continúa en activo… ¿No piensa en la retirada?

-No lo contemplo mientras me siga sintiendo torero. Me veo bien en el campo. Mucho más maduro. He seguido evolucionando en mi tauromaquia. No veo otra opción que no sea seguir. Me ilusiono con la preparación, con los entrenamientos. Me siento en forma. Los años pasan, es obvio, y el toro sigue ahí. Pero me encuentro bien.

-Le diría que incluso más motivado que en otras ocasiones.

-Pues sí, la verdad. Me motiva saber que hay gente joven que viene renovando ilusiones. Cada vez que sale un torero joven, que le veo… Me ilusiona seguir avanzando en mi toreo. Ellos se reivindican, pero yo también tengo la oportunidad de hacerlo.

-Hay que reivindicarse.

-También por el tema político. Tenemos que resaltar lo que son nuestras raíces. Esto es nuestra cultural, nuestra vida.

-¿Cómo se divisa el toreo desde su posición?

-Veo la situación muy compleja. Pero porque no existe verdad cuando se habla. Hay poca transparencia. Esto es un espectáculo costoso, que supone una inversión solo para organizarlo. Los empresarios tienen mucho mérito; también los ganaderos. Luego hay que saber que están esos jóvenes que se abren camino a los que no les queda ni para el hotel cuando acaban de torear, que se juegan la vida con reses de unas dimensiones no vistas antaño. Está la situación complicada.

-¿Cree que se fomenta una cultura taurina, que se promociona lo nuestro y a los nuestros?

-Diría que hay que predicar con el ejemplo. Hay ferias donde uno quiere estar y no puede; me gustaría fomentar más el toreo en la provincia. He planteado iniciativas para ello, pero nunca se han consumado.

-¿Cuánto ha evolucionado la Fiesta?

-En muchos aspectos, mucho. Las ganaderías, ahora se torea el toro que mejor embiste. Podemos expresar lo impensable. Pero luego, de otro lado, mire qué animales se lidian, de qué dimensiones. Vamos camino de un toro mucho más serio. Ha subido dos puntos con respecto a otras épocas. Ya le digo, veo a novilleros toreando en plazas como Madrid, sin técnica ni soltura suficiente enfrentándose a novilladas que parecen corridas de toros.

-Y la estructura del escalafón, ¿considera que está bien organizada?

-Pienso que falta estructura. A lo mejor hay que hablar de toreros de una y otra liga. Yo sé que no estoy en una que sí que estuve. A mí lo que me da la sensación es de que se dice que hay unión pero luego no existe. Lo que defienden un cinco o diez por ciento de compañeros es sólo para ese segmento. Pero luego, ¿luego qué? Hay otro volumen de matadores que no está en esa misma dimensión pero que forman parte de esto.

-¿Cómo se vive siendo torero sin poder torear?

-Es difícil. Lo que pasa es que yo me tiro de ilusión, de fe y la tremenda afición que tengo, Siempre lo digo. Sigo teniendo la misma o más, incluso, que en mis inicios. Podré no torear, pero nadie me puede quitar que siga manteniendo esa mecha, esa llama que me ilusiona cada mañana. Disfruto de ello. No voy a negar que me duelen las injusticias, pero, a día de hoy, sigo disfrutando de lo que significa ser torero.

-¿Qué es lo que más duele?

-Que cuando he respondido para volver a repetir en una plaza, por circunstancias que desconozco, no hayan querido que volviera.La soledad

-¿De qué sirve, entonces, demostrar que se puede volver?

-He pasado por manos de muchos protagonistas. Yo creo que de casi todos. A veces no se me han dado explicaciones. Este es un mundo cargado de intereses. Pero siempre digo que la verdad está delante del toro. Tengo una dilatada trayectoria y he sufrido atropellos en estos años, a veces, porque los he consentido. Reconozco mis errores y pido perdón por ellos. Pero es importante que todos seamos trasparentes.

-Le he preguntado por sus amistades, en alguna ocasión. Le pregunto por si existe comunicación con algún torero a día de hoy.

-Con pocos, la verdad. Cuando mejor me he llevado con toreros, apoderados… Era la época en la que a todos nos iba bien. Al final te das cuenta de que sea por ellos o no, con el tiempo se queda todo al margen. Los toreros vivimos una soledad dura que se combate con la ilusión de volver a verte vestido de luces.

Tal y cómo lo dice, no parece que sea un sector exento de comportamientos incómodos.

-El mundo está, en cierta medida, un poco corrupto en general. Otra cosa es que se quiera ser políticamente correcto. Como en todos los sectores, se salvan un tanto por ciento de personas auténticas.

-¿Llegó a pensar alguna vez que estando en activo se vería obligado a torear poco?

-Nunca podía pensar que en mi situación, encontrándome fuerte, mentalmente, en forma, físicamente, con lo que he demostrado, me encontrara como ahora. A mí me pueden decir que soy buen torero en un callejón, pero a la hora de la verdad, me dejan en la calle. Para mí eso era impensable.

-Hay quién piensa que si una Feria de Sevilla sin Curro no era una feria como Dios manda, una feria de Córdoba sin Finito, ¿qué es?

-La vida ha cambiado mucho. Los valores son distintos. Quizá ahora el mundo se un poco más extraño que antes. Hay que reconocer el sufrimiento del empresario, que tiene un coste muy elevado. Yo sólo puedo aplaudirles. Aceptar mi situación. Pero antes se hablaba siempre con los veteranos antes de organizar un feria como la de Sevilla. Pienso que yo tendría que torear en Córdoba siempre mientras esté en activo.

Regreso a los ruedos

-No se viste de luces desde septiembre de 2022 (Villamartín). ¿Es mucho tiempo?

-Lo que son las cosas… La última vez en una plaza de otra categoría y ahora me veo vestido para adentrarme en una plaza de primera categoría. Me tengo que preparar bien. Que no me pueda el volumen del toro. Eso es que nunca desaparece, ese miedo, porque eso se agranda. Voy a hacer lo posible para que sea una tarde inolvidable. Diría que los últimos diez años he aprendido mucho a manejar bien mi psicología. Reflexiono de cuando pensaba que lo que vivía nunca se iba a acabar. Es importante saber que las situaciones no son para siempre, la vida te enseña eso, que las cosas te pueden cambiar.

-¿Hasta dónde está dispuesto a aguantar si no fuera así en Córdoba o en otro lugar?

-Soy paciente. También lo es toda mi gente. Estando como estoy, entiendo que tengo que estar. Si lo viera difícil, si no me viera capacitado, que a día de hoy no es el caso, sería el primero en decirlo. Seguiría vinculado al toreo, no sé si como apoderado o como lo que fuera. Pero es que vivo en torero. Puede que pase el tiempo, los años, pero sigo estudiando constantemente mi tauromaquia, viéndome cómo pulir defectos. Soy torero y tengo todavía capítulos que escribir.

-Si echa la vista atrás, ¿qué recuerda de esa época dorada?

-Me siento muy feliz por todo. Tengo una satisfacción personal grande. En mi época había un ramillete de treinta toreros que estábamos rivalizando en los ruedos tarde tras tarde. Arrastrábamos a mucha gente. Ahora veo a jóvenes como Manuel Román, Bocanegra… Me motiva, como decía. Ver cómo acude la gente a verles y sentirme que yo también estoy ahí…

Publicado ABC de Córdoba

Deja un comentario