Feria de San Isidro: Roca, presa del ‘bullying’, no exhibe el bastón de Rey en Madrid.

La máxima figura sucumbe a la presión del “7” con un lote con aristas pero con posibilidades; De Justo se deja el triunfo con el mejor toro de una corrida mal enlotada y sentenciada de antemano; Manzanares, sin ambición con un caro toro de Valdefresno.

Por Zabala de la Serna.

La plaza de Las Ventas se dibujaba como un bajorrelieve rojizo sobre un horizonte negro cargado de tormentas. Tronaba el cielo como una lejana amenaza antes de que un vórtice azul se abriese como una claraboya con la misma forma redonda del ruedo. Quedaban 20 minutos para el inicio de la corrida más esperada, la que antes acabó el boletaje en taquilla de toda la feria de San Isidro. Hace dos meses ya. El poder de convocatoria de Roca Rey, bien arropado además, en Madrid. Cartel de ambiente desbordado y, por lo tanto, con el «7» dejándose sentir desde el paseíllo: le tomaron la matrícula, mordieron la presa y no la soltaron. RR no remontó el ambiente -en ningún caso una hostilidad mayor que la que soportaron en esta plaza Palomo, Espartaco o El Juli- ni sacó el bastón de mando de la máxima figura del toreo.

Y para qué queríamos más: apareció rompiendo plaza un toro de Valdefresno con el poder preciso, suelto de carnes, caras hechuras y la seriedad por delante. Un tranquito y una humillación prometedoras en los lances primeros de Manzanares, la templanza de no andar sobrado de nada. Bravo en el caballo, prendido con alfileres, medido el castigo. En el remate del quite poco propicio de Justo por chicuelinas, claudicó. Un jaleo estruendoso de protestas. Sería la bravura su sostén con la rémora de sus trémulos apoyos traseros. Y el temple a su altura de JMM. Que construyó una faena de buen dibujo. También en su izquierda aunque en el cuarto natural lo embalada indefectiblemente. Y el toro, que hacía el avión, perdía las manos. Estoy tardando en decir que a mí me encantó el aire del toro. Es más: creo que en otro orden de lidia y con otro torero con más ambición como para darle la vuelta a la tortilla. Manzanares anduvo bien y lo mató mejor.

Se equivocó el presidente Ignacio Sanjuán devolviendo al segundo, primero de la ganadería de Puerto de San Lorenzo. Cedió, asustado, a la presión. No había dado más motivos que el anterior. Y también había apuntado cosas. El sobrero de El Vellosino, cinqueño, castaño, grandón, un buque de mansedumbres, campó a sus anchas desde su abanta salida, barbeando tablas. Nadie a los mandos. Por allí se cruzó Roca Rey en un quite sin mayores brillos.

Emilio de Justo, que volvía de su Puerta Grande a media asta, lo fijó por fin en los doblones del prólogo de faena. Una tanda de derechazos sin quitarle la muleta de la cara, sorprendentemente bien colocada ésta, vaciaron por completo al toro. Que no quiso más y se desentendía de una labor sin mucha fe y reiterada insistencia.

Sobre Roca Rey cayó, de pronto, todo la presión de la tarde, el bullying del «7» a pleno pulmón, en cuanto asomó el tercero, de La Ventana del Puerto, que inauguraba el tramo cinqueño ya hasta el final. Decía poco, ciertamente, su expresión, coronación de su bajo y terciado dibujo. «¡Miau!», gritaban. Se movió sin terminar de humillar -más movilidad que ritmo y calidad-, pero con recorrido y nobleza por la mano derecha. RR, que venía de una tarde de no encontrarse con los toros de La Quinta, tampoco acabó de hallarse en esta ocasión. Un desarme en el capote como síntoma. Tardó en cogerle el punto, cosa que logró cuando dejó de sacarlo del carril. Desde entonces la faena subió, muy ligada en dos tandas sólidas de derechazos que voltearon el crispado ambiente. Pero cortocircuitó el toro escarbador, y puede que también el torero, con el disparo pegajoso de pitón izquierdo. Se rajó el animal, se enganchó el hombre. Que quiso arreglarlo con unas bernadinas terroríficas. Las finas y guapas gentes en pie. Por unas bernadinas, repito. Había una posibilidad, pese a todo, si enterraba la espada. Lo que hizo de un bajonazo tenaz -termómetro feroz- tras un pinchazo.

Que hubiese embestido el cuarto, tan mal hecho y atacado por delante, un tío pero muy feo, hubiera sido un milagro. No descolgó, no se dio y Manzanares lo pasaportó con brevedad.

La guapeza se concentraba en el quinto, también de Puerto de San Lorenzo -los dos en un solo lote por no sé que extraño razonamiento; y el lote en manos de Emilio de Justo-. Que sintió el toro muy pronto en su capote, ahí abajo, genuflexo el saludo. Como el principio de faena entero sobre la derecha que puso a rugir Madrid. Por esa mano el toro volcaba un son carísimo. EdJ lo toreó muy despacio y ligado hasta vaciar enormes pases de pecho. Dios, como escribió Acevedo, no lo dotó con el don de la soltura. Pero en sus registros no se podía estar mejor. ¿O sí? Sin embargo, el toro no fue igual por la izquierda -quedándose más corto- y Emilio quiso torearlo del mismo modo. O en el mismo sitio. Sin perderle un paso. De uno en uno algunos naturales. La faena remontó otra vez en su diestra, una hermosa trincherilla, el de pecho de pitón a rabo. Un rurún salvífico de posible trofeo, pero la espada se interpuso. El notable toro se arrastró entero.

Definitivamente, cuando saltó el sexto se constató que la corrida se enlotó mal, más allá de la cuestión del hierro. La aparatosa cabeza del ejemplar de La Ventana del Puerto sobre un cuerpo menor. Que atacaba muy recto, soltando la cara y enredando con el viento. Roca Rey se puso, valiente, sí, pero con un halo de derrota a la hora de afinar las resoluciones. No remontó ni la losa de la otra tarde ni la de hoy. Sucumbió al bullying insaciable hasta el final -«¡novillero!», le zurraban-, pero no sólo: el Rey no exhibió en Madrid el bastón de mando de la máxima figura.

MONUMENTAL DE LAS VENTAS. Jueves, 25 de mayo de 2023. Décimo cuarta de feria. Lleno de «no hay billetes». Toros de Puerto de San Lorenzo (2º y 5º), La Ventana del Puerto (3º, 4º y 6º) y Valdefresno (1º); cinqueños los cuatro últimos; y un sobrero de El Vellosino (2º bis); de fiferentes hechuras, seriedades y remates; destacaron 1º y el notable 5º; de buen pitón derecho sin terminar de humillar el 3º.
MANZANARES, de carmelita y oro. Estocada (saludos); pinchazo y estocada (silencio); pinchazo y estocada (silencio).
DE JUSTO, de carmesí y oro. Pinchazo y estocada desprendida (silencio); pinchazo y estocada. Aviso (petición y saludos).
ROCA REY, de negro y oro . Pinchazo y bajonazo. Aviso (palmas); estocada rinconera (silencio).

Publicado en El Mundo

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