El Juli y la cara más amarga de la Fiesta.

Desde los 14 años, el tributo de la sangre ha ido jalonando su carrera de triunfos.

Por Ángel González Abad.

Tenía 14 años cuando recibió su bautismo de sangre. Un día que todos los toreros recuerdan de forma muy especial, es el contacto con la cara más dura de la Fiesta, cuando desaparece la luz y llega la sombra y el dolor. Fue en una novillada en la plaza de Querétaro, en su aventura mexicana antes de irrumpir con fuerza como novillero en España.

A partir de aquel momento, las cornadas, de mayor o menor gravedad, han ido jalonando su trayectoria triunfal en los ruedos. En su presentación como novillero, y también despedida, en Las Ventas, el 13 de septiembre de 1998, sufrió una espeluznante voltereta que lo dejó maltrecho, aunque no le impidió ni salir a hombros aquel día ni tomar la alternativa en Nimes cinco jornadas después.

Ya de matador, la cogida en la cara en la plaza segoviana de Carbonero, en Calahorra… En Madrid el 5 de junio de 2001 fue corneado por un toro de Guardiola. También en Málaga en la feria, y sin apenas descanso ni recuperación, el 23 de agosto, en Bilbao, le corta las dos orejas a un toro de Torrealta, que le infirió una herida en el labio, cornada de espejo, que le acompaña de por vida.

La primera, la de Querétaro, no fue la única en plazas americanas, pues el 22 de febrero de 2018, indulta a un gran toro de Caicedo en la plaza Santa María de Bogotá, que le había inferido una cornada de 15 centímetros.

Si ha habido una plaza especial para El Juli, esa es Sevilla. Especial en el triunfo, siete puertas del Príncipe le avalan, y especial en el dolor, con dos cornadas graves. El 19 de abril de 2013 un toro de Cortés lo prende cuando comenzaba la faena de muleta y le ocasiona una herida muy extensa en el muslo derecho, que le ocasiona grandes destrozos musculares y alcanza el paquete vascular femoral. Y además sufrió la pérdida de tres piezas dentales.

A los pocos días sufrió un empeoramiento, y a finales de abril fue trasladado a Zaragoza, en donde volvió a ser operado por el doctor Carlos Val-Carreres, que calificó la gravedad de la cornada como «muy severa». Fue, sin duda, uno de los momentos más delicados en la trayectoria del diestro madrileño.

Y también en la Maestranza, el 16 de abril de 2016, un toro de Cuvillo lo cornea por el glúteo derecho produciéndole una grave cornada de 15 centímetros de profundidad.

Como todas las grandes figuras del toreo, El Juli ha pagado el duro tributo de la sangre.

Publicado en ABC

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