Nueva cogida de Roca Rey y nueva demostración de arrojo: ¿valor o temeridad?

Por Mario de las Heras.

El matador peruano atraviesa una racha de percances que, lejos de arredrarle, le empujan a exponerse casi por encima de la razón, incluso torera

Hace unos meses el cantante Iván Ferreiro dijo del tenista Rafael Nadal que era un mal ejemplo para la sociedad por jugar lesionado: «Hemos tardado muchos años en conseguir que cuando nos encontremos mal no tengamos que ir a trabajar para que este millonario, para tener una medalla, nos diga que fue con el pie roto».

Casi da apuro imaginar lo que pensará Ferreiro del matador Roca Rey quien, en la última de sus gestas (el cantante gallego a buen seguro lo llamaría algo peor que un «ejemplo de mierda», como calificó el caso del mallorquín), abandonó el quirófano de la plaza donde estaba siendo intervenido por una cornada de 18 centímetros en el gemelo, para regresar al ruedo a matar a su segundo toro.

Roca Rey es corneado en el gemelo en el Puerto de Santa MaríaTwitter
Si es esta, como muchos suelen decir, una época sin valores, de héroes sin valores, el joven limeño es Ulises amarrado al mástil pasando una y otra vez por la isla de las sirenas. La carrera de quizá la máxima figura actual del torero (con permiso de Morante y de El Juli) es una verdadera Odisea taurómaca a la altura de la obra de Homero: un poema épico dividido en faenas en lugar de Cantos.

¿Enseña algo el valor impresionante de este torero en su extremismo? Es más que posible que el purismo aficionado y los antitaurinos piensen que nada bueno. Mientras el purista no cree que el riesgo desmedido sea toreo, el antitaurino piensa que arriesgarse de este modo frente a un animal peligroso es absurdo y cruel, esto último mayormente para el toro y no para el diestro.

Puristas y antitaurinos

Pero abandónese por un momento toda idea de defender o criticar la Fiesta. Si se piensa solo en la actitud ante la vida, ante su profesión, de un joven de 26 años que prosigue su camino, su ilusión y su vocación a pesar del miedo terrible, del dolor, del peligro o de la misma muerte en busca de su objetivo y de la exploración valiente de casi todos los límites íntimos y físicos del ser humano, ¿puede ser que hasta el más recalcitrante antitaurino pueda llegar a pensar que la esencia de la actitud de Roca Rey es un paradigma terrenal?

Porque más allá del héroe redivivo, de la aparición del héroe que se presupone caducado, del ídolo que encandila a las masas por su valor en el XXI, incluso por su temeridad si se quiere, y por su arte, lo que existe es un hombre joven tratando honesta y radicalmente de saber quién es, quién sabe si, como decía Thoreau cuando se fue a vivir a los bosques: «para no darme cuenta, en el momento de morir, de que no había vivido».

La frase que es la disposición que refleja el afán de superación, el inconformismo o el rechazo a la rendición, sin duda el ejemplo por el que, en la mayoría de los casos no hay un peligro real de muerte, lo que solo es, aunque parezca mentira, una característica particular del trabajo del admirable joven que, más allá del toreo, es Roca Rey

Publicado El Debate

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