Bilbao: Triunfos de Emilio De Justo y Ginés Marín en la sexta de las corridas generales.

La sexta de las Corridas Generales fue del todo triunfalista. Un espectáculo de más premios que contenido aunque eso no tiene que restar un ápice de mérito a los premiados, en este caso De Justo y Ginés Marín, que se llevaron dos y una oreja, respectivamente de un encierro de Zalduendo. Abultado el balance aun así.

De Justo se llevó la primera oreja del segundo, un toro burraco cuyas puntas apuntaban al cielo. Distraído de salida, echó la cara arriba en el caballo y casi más arriba en banderillas. Ese defecto lo mantuvo durante toda la lidia. Y también la nula clase. Fue un toro incómodo, no solo por eso, sino porque también reponía en ocasiones y todo tenía que ser de uno en uno. De Justo cuajó una faena seria. Lo desengañó en una tanda de tres naturales ligados al de pecho muy templados. Y otra sobre la diestra de dos y un trincherazo como remate de categoría. Con todo hecho, se empeñó en un final a pies juntos. Le sonó un aviso. Mató de una gran estocada.

El quinto pasaba sin más. Al menos se movió aunque de aquella manera, que fue a media altura y sin gracia alguna. Perdió las manos unas cuantas veces. Era toro para quizá aburrirse pronto pero Emilio de Justo mantuvo la fe, le buscó las vueltas, hasta le pegó muletazos buenos, sueltos, en una trabajada faena. Mató de una estocada entera, de mejor ejecución que colocación, y paseó una nueva oreja.

Ginés Marín salió con las mejores intenciones con el tercero y hasta pidió paciencia ante la desesperación del público , pero era imposible. En el intento de apenas la segunda serie, se fue a por la espada.

Ginés Marín no quiso irse de Bilbao con el amargo sabor que le dejó su anterior. Y toreó bien a la verónica de salida al sexto. Brindó al público con la fe de que la nobleza sin poder y claudicante del zalduendo aguantara. El extremeño cuajó una faena precisa, con el pulso exacto que necesitaba el toro. Dos series con la mano izquierda estupendas, no largas, porque no las aguantaba el toro. No fue la tarde con la espada de Ginés, que pinchó tres veces en su primero y otra en el último, pero no impidió que paseara la oreja. Un borrón en el currículum de uno de los mejores estoqueadores del momento.

Inauguró la tarde un toro ofensivo por delante, algo veleto. José Chacón se llevó la primera gran ovación tras dos extraordinarios pares, dejándose llegar al toro, esperándolo, cuadrando en la cara y clavando arriba. Mucho poderío. El toro deseaba irse, con ese punto de manso que le hacía abrirse de más, pero Castella lo sujetó, le ganó pasos y lo empapó de muleta, siempre en la cara. En un derechazo, se partió la mano izquierda. Ahí se acabó el asunto.

Empezó a llover a la salida del cuarto y ya no paró hasta el final del festejo. El público subía a los palcos para resguardarse. Sebastián Castella pedía paciencia pero para ese momento el personal ya la había perdido. Y casi la esperanza. Un toro de escaso poder y nula emoción. Apenas algún esbozo. Y luego la nada.

Bilbao, viernes 25 de agosto de 2023. Toros de Zalduendo, desiguales de presentación y juego. Sebastián Castella, silencio en ambos; Emilio de Justo, oreja tras aviso y oreja tras aviso; Ginés Marín, silencio y oreja. Entrada: Un cuarto de plaza. Se desmonteró en el primero de la tarde José Chacón

Con información de Aplausos.

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