Manolete: el retrato de un hombre.

NingĂșn torero ha tenido tanto magnetismo visual para la cĂĄmara como Ă©l, y MartĂ­n Santos Yubero supo captar su esencia.

Por Antonio JesĂșs GonzĂĄlez.

Desde su mismo nacimiento, la fotografĂ­a ha inmortalizado a grandes personajes de la historia. Gracias a estos retratos hoy conocemos cĂłmo eran los rostros reales de reyes, polĂ­ticos, cientĂ­ficos o artistas. Pero solo los grandes fotĂłgrafos han sido capaces de captar la singularidad de una pose o un rostro y transformar una celebridad en un icono de la cultura popular. En CĂłrdoba, guste o no, pocos personajes han sido mĂĄs fotografiados que los califas del toreo. Personajes que trascendieron su tiempo, ya en el siglo XIX, con el mĂ­tico Lagartijo o, en las postrimerĂ­as del siglo XX, con el fenĂłmeno social de El CordobĂ©s. Aunque ningĂșn diestro ha tenido tanto magnetismo visual para la cĂĄmara fotogrĂĄfica como Manolete. Su hierĂĄtica mirada era capaz de atravesar el objetivo e impresionar en los clichĂ©s de cualquier retratista la arrolladora personalidad de un autĂ©ntico Ă­dolo. De hecho, son numerosĂ­simas las fotografĂ­as de El Monstruo que existen desde que era un chaval hasta su fallecimiento. IcĂłnicas instantĂĄneas como la cĂ©lebre imagen sonriendo captada por el redactor grĂĄfico de Diario CÓRDOBA Ricardo o la histĂłrica toma de la cogida mortal en Linares del gran fotĂłgrafo taurino Cano.

Sin embargo, pocos son los documentos gråficos sobre el torero cordobés que poseen la extensión y la profundidad del que le realizó el reportero madrileño Martín Santos Yubero (Madrid 1903-1994) entre los años 1939 y 1947.

El fotoperiodista, uno de los mĂĄs destacados profesionales españoles del periodo del franquismo, reconoce desde muy temprano el interĂ©s informativo de un personaje Ășnico y lo sigue por media España para retratarlo no solo en las tardes de gloria, sino tambiĂ©n en su cotidiano dĂ­a a dĂ­a.

En sus instantĂĄneas, ademĂĄs de impresionar algunas de las grandes faenas del diestro, Yubero dirige su cĂĄmara hacia la vida menos pĂșblica de Manolete, accediendo a momentos y espacios muy Ă­ntimos de la vida del matador.

El retratista capta escenas nada habituales como sus desplazamientos en tren o en coche entre corrida y corrida, los preparativos en el hotel, el recogimiento en la capilla de la plaza, en el hospital tras una importante cogida, pero también entre amigos, en capeas, ratos de ocio y celebraciones, o con su familia en Córdoba, donde conmueve una toma de un tierno beso dado a su madre.

Un reportaje que el reportero del madrileño Diario YA recopiló en un ålbum que, a modo de libro, llegó a mostrar al propio maestro poco antes de morir y que posteriormente, apenas unos meses después de la trågica tarde de Linares, se convertiría en uno de los libros que mejor han retratado, en cualquier lenguaje, al torero de Santa Marina. Este raro ejemplar, titulado Manolete, el artista y el hombre, es hoy una cotizada pieza de coleccionista, tanto por su calidad visual como por la extraordinaria impresión de sus fotografías que nos acercan un poco mås a la vida de este arrollador icono de su tiempo que fue Manolete

Publicado en el Diario de CĂłrdoba

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