Juan Pablo Sánchez corta una oreja de gran mérito.
Por Sergio Martín del Campo Rodríguez.
Espectacular en su forma y en su fondo resultó la corrida histórica bautizada como “De la Insurgencia”, la cual terminó con formidable juego de pirotecnia. Gran producción hubo tras ella, primera en realizarse en la capital de las aguas termales, donde no faltó la intervención estupenda de la Orquesta Sinfónica del Estado. El escenario, la plaza de toros San Marcos, que en sus gradas acogió un lleno, los protagonistas, todos y cada uno de los que participaron en esta puesta que cubrió ampliamente las expectativas, comenzando por el alegre público.
No habrá queja, pues lo reunido económicamente en taquillas fue a dar al DIF estatal.
Ordaz, ganadería queretana, hizo su presentación en Aguascalientes –jamás había lidiado una corrida en esta tierra-, y lo hizo con el pie derecho, al desembarcar su dueño una partida que, si bien, dispareja en tipo, hecha con toros cuajados, cabales, de acusada edad adulta; lo mejor, de interesante juego en sentencia general. El primero y el sexto fueron aplaudidos al aparecer en el círculo de arena que, previamente, fue pintado y adornado, al igual que gran parte del cuerpo arquitectónico del inmueble añoso y entrañable.
Todos los bicornes fueron a varas empujando con poder; en esta hermosa suerte, destacaron el cuarto y el sexto; éste generó un espectacular tumbo al levantar en vilo auténticamente a equino y jinete, valiente joven, Guillermo Cobos, quien, luego del accidente, volvió a montar para consumar la frustrada suerte y salir del anillo envuelto por las francas palmas del respetable.
Merecía el arrastre lento aquel cuarto, premio que no se ordenó oficialmente; a despecho, el cotarro batió sus palmas cuando era llevado al desolladero. Sí que se halagó con tal premio, exageradamente, al tercero.
Luis David fue el máximo triunfador al desorejar al tercero; este joven, a diferencia de su actuación en la Monumental la feria pasada, se hizo observar torero, centrado y correcto.

Por su lado, Juan Pablo Sánchez, cuajó una meritoria labor muletera ante su primero, segundo de la tarde; se le apreció su aguante y su temple subrayado, especialmente por el diestro lado.
Quien no logró orejas fue “El Cejas”, sin embargo, siempre afloró su entusiasmo, entrega y afición, cualidades que el monstruo de mil cabezas le reconoció en todo instante.
Demandante, de duras y enrazadas condiciones fue el espectacular barroso que abrió plaza. Del desempeño de “El Cejas” (palmas tras aviso y al tercio tras aviso), su disposición fue lo resaltable. Intenso resultó el juego de la res y, aunque deshilvanada la faena, sueltos logró varios derechazos, sin dejar de lado algunos adornos. No faltó el susto, como prólogo a la habilidosa estocada contraria y atravesada, a la que abonó múltiples e inseguros descabellos.
Su segundo fue un toro bravo, de respetable recorrido y muy claro. La clase tampoco le faltó. Aunque sin consonancia con lo dicho, el espada le hizo, muy a su modo, fiestas y mantuvo a la mayoría manifestando entusiasmo. Para concluir el alegre hacer, bien ejecutó la suerte suprema, pero la colocación no fue la deseada y tardaron sus consecuencias, lo que lo obligó a usar el arma de cruceta en cuatro ocasiones.
Muy a pesar de la lesión en un remo delantero que sufrió el segundo toro de la función, inconveniencia que lo obligó a pararse y frenarse a medio pase, el ensortijado espada Juan Pablo Sánchez (oreja y al tercio) derramó valor, entrega y afición; aguantó todos los terribles parones del adversario y, en suma, le extrajo una faena templada de incontestable mérito. La única mancha fue lo caído de la estocada, sin embargo, pesó más el hacer derechista con la sarga.
Parecía tener más toro en la animalidad de su segundo; no obstante, faltó el acoplamiento que se pronosticaba al inicio del trasteo muletero, y aquel se unió a la arena en la segunda tanda, claramente desfondado; no así el entusiasmo del diestro, quien sorteó decorosamente la situación, dando fin con defectuoso espadazo.

Después de su variada y bien hecha labor capotera, Luis David (dos orejas y palmas) se encontró con un toro suave, al que se dio a torear tersamente, con temple y otorgando nítida solución a cada pase que interpretó. Fue la suya una faena por ambos flancos en la que aprovechó cabalmente la nobleza y clase del cornúpeta al que despachó muy bien en la complicada suerte de recibir.
El que cerró plaza pidió implacablemente las identificaciones al presunto lidiador; y éste las exhibió abiertamente. El bovino fue incierto en todo momento, pero muy cierto, firme y eficaz la labor del diestro, quien blandió el rojo engaño y libró con más que decoro el transe, no sin antes, en el primer tercio, haber cuajado limpio y bello quite por chicuelinas. Al segundo viaje logró la estocada y dejó bien sentado su nombre entre los profesionales de la lidia de reses bravas.
Publicado en Noticiero Taurino.