Por Jaime Oaxaca.
Bureles de Rancho Seco, “tre y tre” en cuando a presencia. Dos importantes faenas del rejoneador Diego Ventura. Un Zapata que se la jugó con el primero de su lote. Un Diego San Román que le sacó muletazos a un toro que quería herirlo. El quinto, un cárdeno claro cornalón que provocó miedo a los asistentes por dos saltos al callejón. Todo eso logró emocionar al público que llenó “La Ranchero” Aguilar, en la primera corrida de feria de Tlaxcala.
Dado que el ganadero de Rancho Seco no mostró ninguna fotografía de las reses a lidiarse, los taurinos esperaban un palo, como el año pasado en Tlaxcala. Sin embargo, los dos toros del rejoneador y el quinto, estuvieron bien presentados, el segundo de El Zapata y el lote de Diego San Ramón, daban “el gatazo” pero sólo eso, sobre todo el cierra plaza.
Diego Ventura, el lusitano-andaluz en este momento está por encima de cualquier rejoneador, estuvo en gran plan, aunque los premios no lo reflejen. Su cuadra es extraordinaria, destaca “Bronce”, el que muerde al toro. Ventura le va al toro, le expone, cuaja quiebros inverosímiles en los medios, quita las riendas y clava banderillas espectaculares. A su primero lo tuvo que descabellar a pie para ser ovacionado. Al otro lo metió a la canasta insistiendo, encelando. Acertó con el rejón y le concedieron una oreja. Mientras toreaba al segundo, en las barreras de sombra, una gachí, se echó al agua cantando versos flamencos. La bordó.
Uriel Moreno “El Zapata” se enfrentó a “Motorista” un toro complicado, al que recibió con un lance de rodillas. Banderilleó con un cuarteo, un violín en el tercio y otro en tablas que quedó delantero. El negro entrepelao, tenía su guasa. Uriel inició pegado a tablas de rodillas, algunos muletazos más. Se fue a los medios, el toro terminaba las embestidas derrotando, así continuó el resto de la faena por ambos lados, a nadie se le ocurrió pedir música, la gente estaba atenta a lo que sucedía en el ruedo. “El Zapata” terminó la faena doblándose toreramente, dejó una buena estocada y el juez concedió, a mi entender, una merecida oreja.
Que sale el quinto, ¡ay nanita!, lo que nos esperaba. Un cárdeno claro, pinta poco frecuente en los Ranchosecos. Brincó al callejón justo en la puerta de arrastre, fue tal la fuerza al estrellarse que se llevó dos puertas, la que da al ruedo y la que está junto a la contrabarrera, dobló ambos pasadores, que son muy gruesos. “Mochilero” regresó al ruedo, aún sin reponernos del brinco, auxiliando a dos personas que estaban heridas en el callejón, el burel saltó nuevamente, ahora sin consecuencias. Víctor Ortega, picador en retiro, resultó lesionado.
El público estaba asustado. Picó al toro Paco Salinas. Uriel tomó el zarzo de banderillas y en un suspiro clavó el monumental, un violín y terminó con un cuarteo. Esa forma de banderillear siempre se la aplauden, pero ahora el impacto en el público fue más allá de lo común, lo valoraron de otra forma porque un torero enfrentó a ese toro feo, zancudo y cornalón que nos provocó angustia. Poco pasó con la muleta el toro huía, Uriel le metió una estocada de efectos rápidos, no vi dónde entró el acero, el derrame en el hocico hace pensar que fue delantera o caída. El juez soltó la oreja que fue muy solicitada, entiendo que el público quería premiar al héroe que terminó con ese animal que nos atemorizó.
Qué lástima que la gente no captó la labor torera de Diego San Román con el tercero de la noche, al que recibió con un ramillete de verónicas muy sabrosas, picó Eduardo Reina papá, bien en la brega y palos Jonathan Prado. El oriundo de Querétaro logra tandas emocionantes con ambas manos “Catrino” quiere hacer daño, se defiende en cada muletazo, San Román “traga” de verdad, aguanta, insiste, un par de veces es desarmando, se pone cerca, logra muletazos meritorios, toda la faena es en los medios. La gente no se distrae, ni quiera hay música. Mata de buena estocada, casi no hay petición de oreja y el público ni siquiera lo saca a saludar al tercio. Creo que, aunque no haya petición del público el juez debería premiar aquello que tiene validez. Fue una faena de oreja.
Nada sucedió con “Cempasúchil”, el cierra plaza; era soso, manso, sin emotividad, sin chiste. Lo mejor fueron los dos pares de banderillas de Gerardo Angelino que salió al tercio a saludar. La gente empieza a gritar a distraerse. Diego termina la corrida con una media caidita.
Cuando entramos a la plaza vimos una alfombra de aserrín en el ruedo, dibujaron a la Catrina de Posada, les quedó muy bonita. Luego una ofrenda y ceremonia religiosa con los actuantes en honor a nuestros muertos, una breve oración del padre Ranulfo Rojas y “El Zapata”, todo iluminado con las luces de las velas que obsequió la empresa. Mientras recogían la alfombra unas catrinas grandotas bailaban en el ruedo. Luego se encendió la luz y se realizó el paseíllo en la forma acostumbrada; por cierto, la iluminación de la plaza mejoró notablemente.
Fotos: Jaime Oaxaca.



