Emoción en Villaseca, donde nadie se aburre: de toros fieros a toreros bravos.

Morenito de Aranda, Damián Castaño y Gómez del Pilar demostraron tener el oficio bien aprendido ante los de Peñajara de Casta Jijona, serios y nada dóciles.

Por Juan Antonio Pérez.

Aunque es verdad que la tarde estaba para echarse en el sofá y poner la retransmisión de los compañeros de CMMedia, ninguno de los miles de aficionados que acudió a la plaza ‘La Sagra’ de Villaseca se aburrió. Es difícil cuando los toros, como los de Peñajara de Casta Jijona, son fieros y enfrente hay tres toreros maduros, con el oficio bien aprendido y muy conscientes de que cuando uno se viste de luces no cabe otra que apretar.

Morenito de Aranda abrió la tarde a portagayola, ‘Margarito’ se le frenó y fue un milagro que se librara de la cornada. Los topetazos le destrozaron la parte trasera del traje, se puso unos vaqueros y a seguir. Que llamaran tres veces al caballo a un animal de escaso poder no ayudó. Una hora después asomaba el sardo ‘Ciruelo’. Muy mal picado, el triunfo parecía utópico. No humillaba, cabeceaba y encima se arrancaba como un tren de mercancías. Realmente daba miedo. Sin embargo, Morenito tragó y tragó, le dio tiempo y espacio y el toro, que no tenía clase pero sí genio y recorrido, respondió. Y el de Aranda le pudo y logró unas series de enorme mérito con la derecha. Con la izquierda, imposible. Oreja de ley.

Morenito de Aranda toreó con vaqueros al ser cogido por el primero. Con el cuarto, este sardo ‘Ciruelo’, tragó y tragó y logró series de enorme mérito. Oreja de ley
Morenito de Aranda toreó con vaqueros al ser cogido por el primero. Con el cuarto, este sardo ‘Ciruelo’, tragó y tragó y logró series de enorme mérito. Oreja de ley Gabriel moreno
Damián Castaño también recibió a portagayola al segundo, con el que realizó el toreo de capote más acoplado. ‘Galguito’, precioso salinero, mostró poca fijeza en banderillas y cerca estuvo de mandar al hospital al peón Rubén Sánchez. Firme Castaño, cuya virtud residió en no dejarse tropezar la muleta. La espada le quitó el premio. La emoción alcanzó el punto culminante en el quinto, de nuevo mal picado (toda la corrida acudió de lejos al jaco, aunque luego no terminaron de emplearse). El caso es que este ‘Saltarruo’, negro mulato, aprendió rápido. En cuanto Castaño se descubría, se iba directo al cuerpo. Por momentos pareció desbordado el torero, que se repuso y volvió loca a la plaza con tres, cuatro naturales de frente y a pies juntos. Aquello era de dos orejas y, otra vez, el acero lo dejó en nada. Dio una vuelta al ruedo merecidísima.

Y Gómez del Pilar cortó un trofeo de ‘Diácono’, el tercero y el mejor de los peñajaras, con clase y transmisión. Tras dos buenas tandas con la diestra y una con la zurda que bajó el tono, el de Cedillo del Condado optó por el comodín del arrimón. El castaño siempre vio la muleta en la cara, así que no tuvo más remedio que embestir. En el sexto, en cambio, la faena no cogió vuelo y ‘Santiago’, que pasaba con la cara alta, tampoco colaboró.

Publicado en ABC

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