El drama es esencial en la fiesta de los toros.

Amigos aficionados…

Una y mil veces se ha dicho que, en los toros, es el espectáculo, artístico o deportivo, en el que todo es real, incluso el juego entre la vida y la muerte.

Todo lo que ocurra en los ruedos es verdad absoluta, triunfo y fracaso, y más el drama. A miles de kilómetros de distancia, pero casi en vivo con la magia de la tecnología, vimos la épica tarde de Manuel Escribano el sábado pasado, cuando fue corneado en los lances de recibo a su primero, y salió de la enfermería, con pantalones vaqueros y camisa prestada, a lidiar al sexto, en lo que ha sido uno de los mayores acontecimientos de la Feria de Abril en la Maestranza.

Eso que se vivió ahora fue lo que hizo que, por ejemplo, genios de las letras y las artes como Ernest Hemingway y Orson Wells se enamoraran de los toros, y que alimentaran, de otra forma, el espíritu de lucha de todos los que sueñan con ser alguien en la difícil profesión de la tauromaquia. Y también a Lorca, Alberti, García Márquez y Vargas Llosa.

El drama tiene que ser parte de la fiesta de los toros. De allí la protesta de los aficionados por el mal juego de encierros como, por ejemplo, Juan Pedro Domecq, el de los más comerciales de la actualidad, y también los garcigrandes y algunos cuvillos y jandillas.

El torero, por otro lado, tiene que estar mentalizado en vivir situaciones de este tipo. Muchos diestros han sido volteados tan aparatosamente como Escribano, y no pudieron regresar. Pero Manuel, un atleta en toda la extensión de la palabra, se recuperó y decidió que, tras la corrida, volvería al hospital. En pocas palabras, como también han dicho muchos, también se tiene que estar listo para irse de este mundo. Una tarde, algún día. Y con ello han pagado tributo grandes figuras, como Joselito, Manolete, Paquirri, José Cuberto “Yiyo”, y más recientemente Víctor Barrio e Iván Fandiño. Imposible olvidar el brindis de Fandiño al papá de Barrio: “Padre de torero grande. Este brindis es una m… porque seguramente no cambie nada, pero lo que sí que te puedo decir es que tu hijo ha dignificado nuestra profesión y gracias a él, nosotros nos podemos sentir muy orgullosos y defendidos en todo el mundo”.

Así el drama de Escribano, como también la gloria en esta Feria de Abril alcanzada por toreros como Miguel Ángel Perera y Daniel Luque (de Puerta del Príncipe), y también Juan Ortega con ese toreo a ralentí al sexto de una corrida que se iba al caño.

Defender la Fiesta, a los protagonistas, es jugarse la vida hoy sí, y mañana también. Y que sea íntegra en todos sus renglones.

Publicado en El Diario de Yucatán

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