1. “El que se levante para las seis, delante los toros correráaaa, San Fermín que todo lo ve, le bendecirá, le bendecirá, le bendeciráaa”.
—Los encierros—
Salvo que tu prima Mari Puri o un amigo del alma tenga un balcón privilegiado sobre la cuesta de Santo Domingo, Mercaderes o Estafeta (los turistas foráneos o celtibéricos con muchos posibles suelen pagar su alquiler a precio de habitación en el Ritz), ten claro que donde mejor y más confortablemente se ven los encierros es en la televisión. La Primera de TVE —con los comentarios de Javier Solano, impagables— o la retransmisión en directo de elpais.com son las mejores opciones. ¿La alternativa? Auparte dos horas antes (esto es, seis de la mañana) en alguna de las vallas del recorrido y defender el sitio a codazos como si fuera el cerco de Numancia. O, claro, verlo desde dentro del callejón. Un problema ahí: seis toros, seis, como seis trenes pero con cuernos, pueden darte el pasaporte a mejor vida. Con más alcohol, más boletos.
Al acabar el encierro, un salto hasta la churrería La Mañueta (calle de Mañueta, 8)… gloria bendita con aceite, masa y azúcar….