LO HERMOSO DE VENTURA. Cronica de la Undécima Corrida de la Temp. Grande

Por Puntillero

Ante una corrida que sin rayar en su conjunto en un nivel de bravura y presencia alto, el interés de un público en su mayoría desorientado logró mantenerse hasta el final de un inexplicablemente largo festejo. Muchos comentarios encontrados por parte de los aficionados debaten si un torero a caballo estuvo bien o mal delante de sus enemigos en función de lo que otro diverso habría o no logrado en su lugar. En medio de esta polémica los de a pie contrastaron por el triunfo a bayoneta calada y por la penumbra del fracaso.

Siento que el ambiente ayer en La México estaba enrarecido. Muchas caras bonitas pero poca afición taurina. Daba la impresión que la cosa comenzaba a la contra, con la reventa que impidió elevar aún más la entrada y con Diego Ventura que de forma rápida dio la acostumbrada vuelta ecuestre al ruedo por parte de los rejoneadores antes de partir Plaza pero al revés. Desde ahí, lo anoto, sentí que el debutante no había ajustado su tempo a velocidad “Plaza México” aún.

Tardanza para la salida del primero con el levantamiento del precioso arreglo floral y la vuelta de la camioneta que compactó el piso. Como es habitual en los carteles con rejoneador, los de a pie, relegados a saludar tibiamente como lo hizo “Zapata” Estábamos próximos a las cinco de la tarde. Salta el primer ranchoseco negro y alto. Bien hecho, de reunidos pitones y que pasó el primer tercio de su lidia con un solo fierro. En tipo murubeño, se avivó al parar Ventura perfecto rodando (hacer el círculo) en los medios para cambiar al segundo tercio pronto y sin tiempos muertos.

Ahí comenzó lo bueno. El temple de costado, primero mirando las tablas de frente y después dando los lomos a los tableros. Momento grande y sublime, pleno de temple. Lo mismo que en las pasadas por dentro y por supuesto clavando las banderillas. La faena crecía y traía fuerza ciclónica. Diversos cambios de caballos nos mostraron parte de su perfecta doma e incluso histrionismo y contacto con el público. Pena que tantos capotazos fuesen consumiendo al toro.

No obstante ello, el burel apretó a Ventura tras los cites arrucistas, pasar por fuera con las banderillas a dos manos y después cambiar el terreno hacía dentro, y hubo emoción cuando dejó el par en lo alto. Ahí la cosa crecía, hasta llegar a torear como al principio, rodando, para consumar su ciclónica presentación con el teléfono. No habían pasado ni diez minutos. Todo estaba ocurriendo con emoción y frescura, pero quizá demasiado rápido.

Debo decir que en ese punto la plaza, preciosa lucía con el numerado lleno, mitad bañada por el sol y envuelta en el soplo del frío de toros, se encontraba con la emoción en todo lo alto. La faena grande había llegado, lo mismo que el momento de entrar a matar. Había sido una faena intensa, breve, con las suertes medidas, por ello, como dijo Alameda en su crónica televisiva de “Tabachín” de Valparaíso y Manuel Capetillo, “todo en la vida tiene su límite” Y Ventura cuando el toro ya no respondía a los cites, forzó al realizar de nuevo el teléfono. Desplante innecesario, que buscó efecto en el tendido pero dejó desatendido el momento justo de entrar a matar.

Pinchazo honrado, no buscó la zona blanda. Pero como dijimos en “Radar Taurino” la historia no sabe de excusas. Cuando Ventura más lo necesitaba se fue el numérico resultado, chocante como las comparaciones, molesto como el gesto pero muy necesario para los efectos del golpe de timón que hubiesen significado dos orejas más que justas. El temple de la faena no siguió en la suerte suprema. Y estamos en México. Se torea con temple, se entra a matar igualmente.

El tendido de La México, ese “zodiaco de risas blancas y negras” lorquiano ayer mostró su variopinta composición al permanecer en continuo murmullo tras la muerte del primero.

El salto del segundo hacía la puerta de caballos llevó la atención total al ruedo. De vuelta a la arena con el hocico verdaderamente partido el astado salió a plantear una guerra y lastimar cuando se pudiera. Bajo terrible viento “Zapata” recibió con tafallera y paró patas al cárdeno ganando pasos hacia las rayas y rematar en medio de las mismas con media vertical.

Puyazo breve y al intentar echar el capote hacía atrás empitonó terriblemente a Uriel Moreno en momento de trágica emoción. Lo tuvo mucho tiempo arriba y aún abajo entre sus patas. “Zapata” salió en pésimo estado y en brazos de las asistencias, aún así en alarde de lesa afición, le pidieron tomar los palos. El de Rancho Seco, interesante alimaña, pedía un torero completo y una brega que lo sometiera. Fracaso en banderillas.

En esas estábamos cuando “Zapata” comenzó a recobrar la compostura al desplazar por el lado derecho al interesante burel. Su hocico roto y sangrante, así como su disposición a herir daba un tono interesante a la lidia. El torero lo intentó y casi logró forjar una faena que creció con el torero lo mismo que decreció con el toro, al poderle, al cornúpeta y al viento, sin alcance artístico pero imponiéndose, el primer espada de a pie dejó en evidencia a un toro que acabó tras media trasera y en lo alto muriendo en el toril. Moreno no estaba en la Plaza. Plausible en tono mayor el esfuerzo de sobre ponerse. Salida al tercio en condiciones físicas terribles.

El público quedó en evidencia en el tercer toro. Relajados y entrados en la fandanga pitaron con ignorancia al salir los piqueros. Ni como mencionar lo acre de su reacción cuando las varas por falta de esmeril no lograron partir el pelo burel, un ranchoseco clásico, grande pero armónico y agradable por delante. Se armó un sainete arriba sin saber exactamente porque, con la autoridad usando la facultad de cambiar unilateralmente el tercio de manera indebida y otro más abajo al no imponer nadie orden. Mal José Mauricio al no dirigir la lidia y perdido con el capote. En medio del relajo y la reprobación general, al intentar brindar el público se ofendió y el torero, en vez de ponerse la montera y ofrecer su arte en protesta, aventó la montera.

Si las dos tandas importantes y templadas por ambos lados las llega pegar montera puesta y luego brinda al público… No, tampoco habría sido, perdió luego la distancia y peor aún su juego de brazos y cintura, respectivamente. Tan cerca del cuerpo unos y tan inmóvil las otras, que un toro suave acentuó su sosería y la ignominia del torero cuando este le obliga sin avanzar, forcejeando inútilmente. Disculparán lo extenso y lineal del relato, la tarde y su público así lo fueron.

El colorado cuarto fue recibido por Ventura marsellés verde en mano y a porta gayola. El de Rancho Seco ni se enteró, hizo salida recta. La siguiente contrariedad vino al ver al lisboeta parar perfecto de nuevo, encelando con la prenda pero clavar bajo primero y dos veces después atrás. En honor a la verdad, en ese segundo intento el rejón cayó a la arena inexplicablemente sin herir. Después Ventura con un toro afectado en su aparato motriz comenzó aflorar todos sus recursos. Desde Morante, el de la mirada azul y afilada dentadura, hasta Ginés, el pajizo caballo que hizo las delicias de encelar de un lado a otro. Con efectividad Ventura cobro dividendos al templar de nuevo y clavar en mejor sitio las banderillas, casi consumar una especie de suerte de la “divisa” al casi arrancar Morante la moña de “Tres Pesetas” que ese fue el nombre del toro.

Pero el burel se agotaba. Y aunque los recursos no, prueba de ello es la entrega de la multitud, Diego Ventura volvió a no verlo claro al momento de matar. Pasadas en falso y nuevo pinchazo. Creo que la desesperación lo asaltó otra vez al grado de exponer los caballos en demasía y llegar a sufrir enganchones en las patas o al torear a caballo.

Misma desesperación que lo llevó a regalar, lógicamente sin convencimiento un ejemplar impresentable de Garfias que, a diferencia del de Querétaro, no tuvo fondo. No lo entiendo si había un Rancho Seco listo y entorilado… Diego consiguió de nuevo imponerse al soso pero el triunfo no pudo ser con el toro parado.

En lo personal me ha gustado su presentación pero hay tardes en que la salida a hombros es fundamental y a Ventura se le cerró una puerta grande, cierto pero se le abre una ventana que es la del amor propio, la que lo pondrá de nuevo en la Plaza México para demostrar porque es figura. Recordemos que ni Sevilla ni Lisboa se levantaron en unas horas. El arte es madurez y ese “amplitud de palacio y rigor de minutero” es que tiene que ajustar Ventura en su vuelta a La México. Una no es ninguna. Y yo, contrario a la cargada taurina, lo espero.

Salta el quinto al callejón. Nueva anécdota sin mayores daños que lamentar. Vuelto en sí, “El Zapata” endilgó larga afarolada de recibió, farol de rodillas y, capote volteado, una serie de largas cambiadas al cárdeno cariavacado. En quites consiguió ahora sí echarse el capote por detrás para torear por caleserinas que mostraron un toro que echaba la cara arriba y que pasaba sin que pasara nada. Vinieron las banderillas y tras un par inicial citando con un par en cada mano, sin mayor realce vino un formidable violín que levantó palmas y que dejó las cosas puestas para el ya conocido “par  monumental” No pudo ser.

Citaba a favor de la querencia (dando la espalda al toril) “El Zapata” y el toro no decidía la arrancada. Tanto fue así que invirtió los papeles con el toro en la raya y él en el estribo cerca de matadores. Cite de fuera a dentro, muy preparado y que captó la atención. Sensacional par al violín y mejor la salida hacía los medios, donde presionó el toro pero donde ganó la partida con temple y no exento de expresión al tocar el torero sobre piernas de un lado a otro hasta dejar viendo visiones al astado y coronar el momento con un torero desplante. Vuelta al ruedo de “El Zapata” quizá excesiva, pero en consonancia con la emoción de las suertes.

Requería el triunfo y comenzó por alto en tablas. Con pases largos con la derecha ante un toro cuyo fondo se escurría. Aún así por derecho lo hizo pasar. Sacrificó el alcance estético por la efectividad de la lidia estando por encima de las condiciones de un descastado burel y manteniendo la atención de tan variopintos asistentes. La condición del toro agobiaba y el triunfo dependía de la espada. En lo corto y en la suerte natural, Uriel Moreno cobró una estocada entera y en lo alto al volapié que incluyó otra fuerte voltereta. Pero el toro salió muerto y una oreja era el premio justo. El toro no respondió a la exigencia el torero sí y eso había que premiar. No con exceso como se hizo. Aún así la hombría y el afán de ser del tlaxcalteca ratifican que su inclusión a la Temporada era más que necesaria.

El sexto no tuvo un pase. José Mauricio en el colapso total, a pesar del espadazo entero a punto estuvo de escuchar tres avisos. Lo sometieron a ese riesgo y la cosa se derrumbó.

Lo bueno de la presencia de Diego Ventura es que se dará fiesta. Pero más importante será que ello esté en consonancia con la calidad y la emoción. Rancho Seco, sin el nivel acostumbrado de bravura, la aportó. “El Zapata” de nuevo sacó la mejor parte en triunfo a bayoneta y Ventura frustró una salida en volandas por un deficiente uso del rejón. Aún con ello verle y esperarle será avanzar al camino de un espectáculo mejor. Para que vean ustedes cual sigue siendo la suerte suprema.

RESUMEN DEL FESTEJO.

Plaza México. Temporada Grande 2010-2011. Enero 16. Décima Primera de Derecho de Apartado. Dos tercios de plaza en tarde fría con mucho viento.

7 Toros, 6 de Rancho Seco (Divisa caña y rojo) Para rejones los dos primeros.  Desiguales de presencia y juego. Destacaron los toros de rejones, principalmente el primero. El segundo de la lidia a pie destacó por su son en la muleta no obstante fue mal lidiado. Con peligro el segundo, débil el cuarto, ambos saltaron al callejón sin daños que reseñar. El sexto no tuvo un pase. Pareció reparado de la vista; 1 de Garfias (Divisa naranja y rojo) de regalo para rejones. Impresentable y soso, sin mayor gracia.

El Rejoneador Diego Ventura (Usanza andaluza, con chaqueta azul noche; marsellés verde) Saludos, saludos y palmas en el de regalo. Uriel Moreno “El Zapata” (Olivo y azabache) Saludos con protestas y dos orejas con protestas. Salió a hombros José Mauricio (Rey y oro) División tras aviso y Bronca tras dos avisos. Las cuadrillas tuvieron una tarde para el olvido.

Twitter: @CaballoNegroII

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