De SOL y SOMBRA.
“Yo observo mucho a los novillos y me doy cuenta de que tienen un instinto maravilloso. Toreando he visto cómo, doblándolos, el mismo quebranto –a excepción de los muy bravos– los desconfía, los acobarda o los hace reservones”.
“En cambio, aguantándolos, pasan. Casi todos pasan, y el manso a veces acaba por encelarse, y el bronco va mejorando su embestida. Hasta el mas resabiado acaba por olvidar las malas mañas” explicaba Joselillo.
Con el tiempo su estilo se imponía en los ruedos, que se llenaban de espectadores deseosos de verlo.
Joselillo, un estilo único figuraba en un folleto promocional de aquellos tiempos. Una Personalidad arrolladora. Nadie ha toreado ni torea como él. Es un caso. Será figurísima del toreo por propio derecho, una enorme aportación a la fiesta de los toros de America y Europa.
Joselillo subía como la marea e iba tarde a tarde alcanzado mas fama, reconocimientos y considerables cantidades de dinero para un novillero, pero al mismo que su leyenda avanzaba, también aumentaron sus enemigos y las envidias.
Un grupo de gente, en los ruedos, le gritaban “miedoso” y otros insultos más graves, al tiempo que hacían tocar unos cencerros. Joselillo sufría con su rapida popularidad.
“He vivido tres meses de pesadilla” se sinceraba con su amiga Verónica, una periodista taurina. “Pareceré un ingrato, pero eso han sido para mí estos tres últimos meses. Cuando era un “nadie” soñaba con el triunfo, pero nunca creí que fuera aparejado a tanta inquietud, a tanta zozobra, a tan grandes responsabilidades”.
“De la noche a la mañana me encontré en un mundo distinto al que vivía y me sentí confuso, desorientado”.
“Desconocía el ambiente, a los personajes del medio: nunca había toreado o estado en plazas de categoría y ahora voy por toda la República hacia lugares desconocidos, en donde me esperan multitudes” .
“El contraste de la placita “Rodolfo Gaona”, de Álvaro Obregón, o la de Puente de Vigas, con aquella Plaza México inmensa que parecía desplomarse sobre mi, me produjo una sensación de aplanamiento”.
“Sin embargo me sobrepuse a la impresión y logré triunfar. Ahora bien, me preocupa la afición. Me inquieta que algunos sectores que antes me aplaudían a rabiar hoy me silben sin compasión. Y eso quiere decir: o que yo voy a menos, o que me exigen demasiado. Déme una opinión”.
– Pues le diré, le replicaba la periodista que, hoy como ayer, y como siempre, las multitudes son veleidosas y encuentran placer en destruir lo que construyeron.
Los insultos de un público envidioso y cruel, acompañados con los silbidos y los cencerros, martirizaban a Joselillo en sus ultimas tardes.
Joselillo seguía inmerso en sus pensamietos e inquietudes y continuaba “El sonido de los cencerros, allá abajo, en el ruedo, me dan la impresión de que son los sonidos de una campana que le toca a un muerto” decía.
El 28 de septiembre de 1947 se celebró en la Plaza México una novillada de “No hay Billetes” en la que Joselillo actuaba junto a los diestros Pepe Luis Vázquez y Fernándo López. Estando muleteando a su segundo, sonó de los tendidos una voz:
–¡Joselillo! ¿Cuándo te retiras?
Joselillo la escuchó perfectamente. Pasó la mano izquierda por detrás de la cintura para iniciar una manoletina y… ocurrió.
Aquel novillo, de 478 kilogramos, le empitonó por la ingle derecha. De inmediato lo llevaron a la enfermería, siendo intervenido de urgencia por los doctores Rojo de la Vega y Javier Ibarra.
El cadáver de Joselillo recibió cristiana sepultura a causa de las graves secuelas de la cornada en el Panteón Español de la Ciudad de México el día 15 de octubre de 1947.
Cerca de 250,000 personas acudieron a su funeral y entierro. (Gregorio Fernandez)