Décimo quinta de San Marcos: Triunfos de Barba y José Mauricio.

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El dia de hoy se termina una feria de San Marcos 2014 un tanto extraña, marcada por algunos triunfos importantes y escándalos, pero también por el mal trapío y seriedad de los encierros que se lidian en cada tarde, un menor numero de asistentes en sus tendidos y opocada en los reflectores mundiales por el triunfal regreso, en plena feria, de su hijo predilecto: José Tomás en ¡Juriquilla!

Los tiempos y la afición están cambiando rápidamente, si los organizadores de su serial taurino no se saben adaptar a los mismos, como si lo están haciendo otros empresarios jóvenes en algunas plazas de nuestra provincia, se van a empezar acabar a la gallina de los huevos de oro.

La nueva Pamplona de America le comienzan a llamar algunos aficionados, que de esta manera defienden los desmanes, así como el exceso de fiesta y alcohol en sus tendidos.

Aun con esa comparación tengo la duda de que sea justa, porque en Pamplona la plaza siempre luce llena y el trapío del toro se respeta ante todo.

El serial taurino de AGS tiene la gran ventaja de estar cobijada por la gran infraestructura que rodea a la feria, pero si el numero de visitantes a la feria aumenta y el numero de asistentes a la Monumental disminuye, algo no esta del todo bien.

Tiempo al tiempo. Luis Cuesta

LA CRONICA DEL FESTEJO

Por Sergio Martin del Campo.

Casi se termina el serial taurino sanmarqueño; que ayer en hora taurina en el coso Monumental de Aguascalientes, vio cubierto menos de la mitad de su aforo, cerradas las gradas de los departamentos generales, se dio la décimo quinta función.

Mezcla ganadera terrible fue la que se hizo para dar solución a este festejo. Anunciados estaban las reses de La Venta de Romero, no obstante el encierro hubo de remendarse con dos de Celia Barbabosa, y con etiqueta de obsequio salió uno más de De Santiago. Sin casta los de la divisa titular y mandando en la partida algunos sin trapío; los dos de Celia Barbabosa –salidos en cuarto y sexto turnos- destacaron por casta y presencia, simplemente toros formales de los cuales el cuarto fue halagado con el arrastre lento y el sexto con palmas de la entendida afición. Otro excelente burel, el de la casa potosina de Garfias, iluminaría el nimbo; aunque feo de estampa tuvo bravura y nobleza bien marcadas y a sus restos se les premiaron con la vuelta al ruedo.

Ante un toro que nada bueno pronosticaba en su floja salida, pero que luego de ser sangrado en varas fue algo presto, Fabián Barba (vuelta espontánea y dos orejas) realizó su acostumbrado toreo: seco, serio, con estructura, sin embargo de opaca expresión y consecuentemente modesta percusión entre la clientela, que más bien terminó enfadada aunque aplaudiéndole su estocada caída y delantera.

Con intenso propósito se desprendió para saludar al cuarto; y ahí hubo en el escenario, escenas como largas de hinojos, lances marcados de gran son, chicuelinas, caleserinas y hasta una brutal maroma afortunadamente sin consecuencias severas. Luego, durante el tramo de muleta llegó una faena en la que se le vio variedad y buenos pases, empero escasa profundidad. Y el toro a todo fue con claridad, sin acusar debilidad, atento en todo momento a la parte central de las telas y con buen estilo acometiendo a ellas, y al que supo matar de medio espadazo delantero pero letal.

Con todo el aspecto de un novillo hizo su presencia en el ruedo el segundo; y arrolló en todos terrenos, inconveniencia que no fue capaz de descifrar José Mauricio (división, pitos tras dos avisos y dos orejas en el de obsequio), haciéndose un barullo con la capa. En cuanto le presentó la pañosa acentuó los defectos dando menos que medias embestidas, terciándose y llevando la testa arriba en rotunda sosería, ante lo que el diestro no tuvo más que tornarse hacendoso, exhibiendo algunos detalles y tirándose atrabancadamente a matar, lográndolo por una estocada atravesada no sin adquirir un trompicón, y habiendo de empuñar el arma de cruceta y usarla hasta en nueve ocasiones.

Hermoso era el quinto, muy largo, bien conformado, astipuntal y sin embargo complejo y descastado. En las primeras notas de su lidia se venció por el izquierdo cuerno y en viendo la muleta acudió a ella tardíamente con la testa en alto.

Mientras tanto el coletudo se hizo observar aplicado aunque no pasando de lo regular; no llega al fondo del toreo –bemol de su actuación toda en esta función-, pese a que se le apreció la clase y buena concepción que tiene del hacer taurómaco. Más mal difícilmente se puede estar con los aceros, y por mera suerte dobló el antagónico cuando faltaban segundos para el tercer aviso.

Inconforme, frustrado, insatisfecho se buscó el modo de que obsequiara un séptimo, y toro excelente fue, noble, de inmejorable estilo, fino y dado a embestir diáfanamente a las telas; con él destapó cabalmente algo de su refinada tauromaquia, para torearle variadamente con el capote, y ya muleta en manos, trazó y rezó por momentos los pases fundamentales que se pueden hacer con este avío. El adversario admitió cuanto le planteaba y finalmente quedó escrita su faena delicada, en la que hubo instantes realmente como para modelos de pinturas o esculturas. Tal hubiesen sido exquisitos pedazos de seda los vuelos de la pañosa, los trató en desdenes y pases de la firma para que quedaran concluidas sus tandas cuantiosas e intensas, plásticas y hondas.

Torero de arte puro, estético y tan elegante como el mejor. Episodios de muletazos sin la ayuda del estoque de utilería, así por derechazos como de zurdazos, llegaron a deslumbrar las pupilas de los presentes. La obra estaba cincelada y decidido y arriesgado hizo el alarde de recibir dejando la espada tendida, contraria y trasera, no obstante de formidable ejecución.

Otro descastado hizo tercero; animal que atornillado al suelo, al ir, luego de rogarle demasiado, lo hacía con medios arreones y amenazando arriba con las armas. Bien lo bregó al presentarle el capote Michel Lagravere (palmas tras aviso y pitos) y en honor a la franqueza y el respeto al lector, el chico se aplicó, supo manejar la sarga arrancándole algunos pases de valía matándolo, eso sí, hábilmente de una estocada contraria.

Un cárdeno muy bien armado estaba destinado a cerrar plaza; y nada malo resultó, sobre todo ante la tela roja embestía claro y en buen estilo, pero el chaval nunca le paró al capearlo y en el tercio mortal practicó una tauromaquia sólidamente ratonera, precautoria, abusando de las chapuzas y del pico del engaño, jamás entrando pleno a la suerte y, réditos lógicos, no convenciendo casi a nadie. Final de su presentación como matador en la plaza y en la feria, fue la media estocada contraria y transversal y un descabello.

Vía: http://www.noticierotaurino.com.mx/xnota.php?IDNOTA=4948

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