Alicante, 20 de junio. Toros de Alcurrucén, desiguales de presentación, de juego desigual.
Juan José Padilla, ovación y dos orejas.
Sebastián Castella, oreja y silencio.
Iván Fandiño, dos orejas y silencio.
Con el único toro que se dejó de su lote, Sebastián Castella cortó una merecida oreja. Fue del segundo de la tarde, al que toreó bien de capa, especialmente en un gran quite por chicuelinas. Comenzó su labor en los medios con varios cambios por la espalda, imprimiendo emoción en esos primeros compases. Castella toreó luego con templanza, apurando la nobleza del toro. En algunos momentos fue molestado por el viento, pero la faena alcanzó buenos momentos. Concluyó con ajustadas manoletinas antes de la estocada y cortó el trofeo.
El que no le dio opción alguna fue el quinto, sin fuerza y muy deslucido, con el que solo pudo poner voluntad, pero sin ninguna recompensa.
Más de media hora se perdió con el sainete del primer toro. Un astado que no atendió a capote alguno tras su salida al ruedo y que tardó lo suyo para acudir al capote. Emplazado en el centro del anillo, no quiso saber nada de nadie, por lo que Padilla renunció a banderillear y fueron sus subalternos quienes se ocuparon del segundo tercio.
Pero hete aquí que el señor presidente, tristemente conocido por anteriores polémicas y desacertadas decisiones, pensó entonces que no era apto para la lidia y tiró de pañuelo verde. No acabó aquí el despropósito, puesto que la parada de cabestros se mostró muy poco operativa y necesitó ayuda de las cuadrillas para llevar al toro de vuelta a los corrales. En su lugar salió un sobrero manso en el caballo y que complicó mucho la vida al jerezano en banderillas. Se defendió en el último tercio y el arrimón de Padilla no tuvo recompensa al rajarse el toro y fallar el torero con los estoques.
El Ciclón entusiasmó al parear al cuarto y, tras una docena de muletazos rodilla en tierra, ya todo fue fiesta y efectismos. Como ahora sí acertó a la primera con la espada a sus manos fueron dos orejas. Se nota que estamos ya a la puerta de las vacaciones y la gente lo que busca es diversión como sea y a toda costa.
Lo mejor de la tarde surgió de los trastos de Fandiño. El torero de Orduña hizo un alarde de valor, dominio y poder para imponerse a un primer toro nada claro, al que acabó sometiendo por el pitón derecho en una labor emocionante y sincera. Mató a la perfección y cortó las dos orejas.
El sexto fue un toro incierto hasta que se encontró a un Fandiño dispuesto a no dejarse ganar la pelea, para, poco a poco, ir estructurando una labor de interesante argumento artístico. Faena siempre a más, con pasajes más que estimables sobre ambas manos, mejor si cabe al natural. Se atascó esta vez con la espada, y todo se quedó en una ovación de despedida.