Opinión: La evolución del público en los toros.

plaza-mexico

Por Salvador Gimenez .

EL toreo, como todo espectáculo que se precie, tiene un determinado tipo de público. Cuando las corridas de toros eran el único espectáculo de masas existente en España, su público provenía de una cultura rural. Era feroz, ávido de emociones y sobre todo conocedor de lo que acontecía en los ruedos. Era un público que valoraba la lucha de la fuerza bruta del animal contra la razón humana. Un animal que no le era ajeno y desconocido. Por eso, el público de las corridas de antaño conocía sobradamente que el pilar y cimiento de aquel incipiente espectáculo era la integridad del toro a lidiar.

Era la época en la que corrida se sustentaba en el primer tercio. Caballos, caballos, caballos. A más caballos más diversión. Hoy puede parecer cruel, pero entonces era lo esencial. Si el animal manseaba y rehuía de los équidos, se le colocaban las banderillas de fuego para mayor deshonra y escarnio para su criador. Luego, aquel duro público se rendía ante los espadas que mejor uso hacían de los aceros. Un público que se entregaba ante la verdad y el poder del toro, sin obviar tampoco la heroicidad y épica de los que se enfrentaban a él. Por eso los primeros espadas siempre gozaron de la admiración del pueblo y eran tratados como héroes mitológicos.

Aquellos héroes del pueblo se dieron cuenta rápidamente de que a menos rusticidad del toro podían lucir mejor sus habilidades ante él. En cuanto pudieron fueron disminuyendo la raza, vigor e integridad del toro. El público fue cambiando sus gustos. Con el tiempo se decantó más a favor del hombre que de la bestia. Eso sí, cuando el hombre campaba a sus anchas ante un toro cada vez menos poderoso, y también de menor presencia, aquel público montaba en cólera y en ocasiones, así lo atestiguan la historia y las hemerotecas de la época, fue necesaria la intervención de la fuerza pública para la protección de aquellos que osaron degradar al auténtico baluarte de la fiesta. El toro.

Todo evoluciona con los tiempos. Hoy la diversidad de espectáculos, así como su accesibilidad al público, ha aumentado de forma notoria. La tauromaquia ya no es diversión principal de los españoles. Para colmo es políticamente incorrecta. Una rémora de un pasado salvaje e incivilizado. Ser aficionado, o casual espectador, a una corrida de toros está mal visto. Por esto el gran público ha huido de las plazas. El que queda es un espectador casual, que acude una tarde al año a lo sumo, y porque el toreo aún está vivo en nuestro ADN. Público que es un gran desconocedor de la liturgia ancestral del último rito de nuestra cultura mediterránea y que trata de rentabilizar a cualquier precio el alto coste de una entrada.

Es el público de hoy. Amable, mediatizado por los toreros de papel couché y la telebasura. Un público que desconoce el toro, su historia, su naturaleza y su importancia para el futuro de la fiesta. Un público que permite su falta de integridad, su manipulación y mira hacia otro lado ante tanto fraude. Un público que tolera que cuatro pegamantazos ocupen lugares de privilegio en los carteles en todas las ferias, en detrimento de aquellos que preservan los auténticos valores del toreo. Un público que está permitiendo que sexagenarios sigan toreando ante el toro más disminuido de toda su historia. Un público que en ocasiones, cuando se da cuenta de todo, ya no vuelve más a sentarse en el tendido de una plaza de toros, convirtiéndose así en algo irrecuperable.

Mientras tanto el mundo taurino, con el beneplácito de cierta prensa especializada a sus órdenes, vende esta fiesta corrupta y podrida como el toreo de hoy y también del futuro. No se dan cuenta de que están matando la gallina de los huevos de oro y están llevando a la ruina algo único en nuestra cultura.

La salvación del espectáculo pasa por educar a este público, mostrarle una fiesta donde el toro íntegro sea pilar básico, enseñarle e inculcarle los auténticos valores de este rito ancestral y sobre todo hacerle más accesible todo lo que rodea al mundo de los toros, sin artificios y sin intereses. Lo demás sobra. La verdad y el toro son el verdadero futuro de la fiesta.

Via: http://www.eldiadecordoba.es/article/opinion/1832748/la/evolucion/publico/los/toros.html

3 respuestas a “Opinión: La evolución del público en los toros.”

  1. Excelente, veráz así como valiente tema el que toca el Sr. Salvador Gimenez, en el cual, explícitamente hace referencia del tema que aborda sin dejar ninguna duda, al respecto.

    Todo a cambiado en la fiesta de los toros, para desgracia de nosotros los aficionados ¡NADA ES PARA SIEMPRE! Y sin temor a equivocarme la actual fiesta de los toros,, atreviéndome a llamarle así todavía, está viviendo sus últimos días; allá, aquí y acullá.

  2. Mejor no podría explicarse lo que en estos días acontece, no solo en España sino también en México; aquí el público, y ni hablar del verdadero aficionado, ha sido tratado con la punta del pie, nos han corrido de las plazas, nos han ofendido y se han burlado hasta la sacieda; empezando por los animales que se lidian, que en el mejor de los casos, son novillotes despuntados, los toreros, pan con lo mismo, si uno ve los carteles, tanto en México como en España, los nombres son siempre los mismos. Así se las gastan las tauromafias, que sucede que uno como aficionado, se aleja, no vuelve. A quien le gusta que le vean la cara: a nadie. Llegará el día que los “empresarios” montaran sus corridas y a éstas asistirán sus cuates y los toreros, que pal caso da lo mismo, despues de todo tienen tanto dinero que, que carajos les importa que vaya o no vaya el Público. Es “su fiesta” y lo demás les importa un cacahuate. Y si les cierran las plazas, no importa, se van a otro país a comprar lo que les de la gana, o no Bailleres?

  3. Podrían informarme dónde puedo conseguir un video de este torero, y , podría el Sr . Páez ilustrarlos con alguna entrada ? Les anticipo mi agradecimiento por su atención .

    Enviado desde mi iPhone

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