Feria del Zapato de Oro: Sin Maestros no hay paraíso.

Miguel Ángel León toreando con la derecha.

Por Pablo G. Mancha.

Mientras ‘The Maestros’ consumaban su temporada en Madrid con una orquesta sinfónica en Vista Alegre, Arnedo, que es la esencia del toreo, comenzaba su feria del Zapato de Oro. En la cubierta madrileña, Finito de Córdoba, Morante y ‘The Juli’ ponían de camino a la fiesta a la exclusividad del rito; en el bellísimo ‘Arnedo Arena’, mientras tanto, la afición (o lo poco que va quedando de ella) se hacía chiribitas con lo que podría haber sido con el noble utrero ‘Pinos Largos’, un coqueto astado de Navalrosal que sacó todas las virtudes de emoción y entrega del encaste Núñez, que ayer quedó diluido por la poca acometividad de casi todos sus hermanos, exceptuando la nobleza infinita del primero y la calidad del cuarto.

Bueno, ahora que lo pienso hubo tres de seis, que no es mal balance ganadero aunque a todo el envío de Navalrosal le faltó ese galope necesario para que fluyera la emoción a los tendidos. Primera de feria en Arnedo y final de fiesta de los Maestros del Universo en Madrid con una corrida a modo de Zalduendo, Garcigrande y Domingo Hernández.

No se equivoquen, los Maestros no miran más allá de los cercados y aunque Navalrosal, es un decir, paste muy cerca de la casa de Don Julián, ellos prefieren la seguridad de lo bueno que la sorpresa de los pitones limpios como la patena de la novillada de ayer en Arnedo, con toda probabilidad los seis animales más astifinos lidiados hasta el momento en toda la temporada riojana.

Posiblemente, la razón es que ni había maestros ni mediáticos, había tres novilleros hambrientos de gloria y soñadores con convertirse el día de mañana en lo que mojan su pan en fincas como las de Garcigrande o Zalduendo, ésta última propiedad ya del señor Bailleres, un mexicano de que se dice que pronto desembarcará en España comprando varias plazas de toros de alto postín.

Pero vayamos al lío, a la novillada de ayer en Arnedo en la que los tres jóvenes espadas se las vieron y desearon para arrancar un olé al respetable. Sólo se logró en el primero, levemente eso sí, y en el sexto. Miguel Ángel León equivocó los inicios de faena, especialmente en el primero, un astado que fue a más y que tuvo son y nobleza para regalar.

Logró alguna serie aseada, pero estuvo muy por debajo de su novillo. Dio una vuelta en el cuarto, con el que tampoco consiguió acoplar la velocidad del engaño a la suavidad de la embestida. Tuvo opciones de triunfo pero lamentablemente las desaprovechó.

El francés Clemente tuvo un lote deslucido y parado y lo mejor de su actuación fue la gran estocada del segundo y lo peor, lo pesado que se puso en el quinto de la tarde.

Amor Rodríguez, que pasó sin pena ni gloria en el primero de su lote, tuvo la suerte de cara en el sexto, de lejos el astado que más llegaba a los tendidos. Fue una faena medida en duración pero muy fría en temperatura. Lo mejor lo consiguió en algún derechazo suelto, pero naufragó al natural y no logró nunca pulsear unas embestidas que necesitaban vuelos por abajo y sacar el estaquillador por la pala del pitón para que no le hiciera hilo al rematar los lances.

Es decir, precisión en el manejo de los engaños, cuestión muy difícil y que está al alcance de muy pocos toreros. Me decepcionó un tanto la preciosa novillada de Navalrosal, con varios utreros que eran auténticos dijes.

Pero ya se sabe que en esto de los toros a veces hasta ‘The Maestros’ se equivocan.

Via: http://www.larioja.com/comarcas/arnedo/201409/28/maestros-paraiso-20140928003602-v.html

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