Manzanares, en la muerte de don Pablo Lozano: “El amor de nuestras familias estuvo siempre por encima de todas las cosas”

Por José Ma. Manzanares.

Don Pablo Lozano fue una persona clave en mi carrera y, anteriormente, en la de mi padre. Era una persona pura. Representaba la sensibilidad, el entendimiento perfecto del torero. De la persona y del profesional. Y así te hacía crecer en las dos facetas. Vivía por y para el toreo. Con una pasión absoluta.

Cuando mi carrera empezó a despegar fue en el invierno de 2005 a 2006, a su vera. Mi padre estaba obsesionado con que me apoderaran. De tal modo que reapareció para enseñarme el camino. Por las mañanas me machacaba en su finca, en Trujillo, y por las tardes cogía el coche hasta el Egido, de los Lozano, en Navalmoral de la Mata. Como a una hora de distancia. Viví unas tardes inolvidables oyendo la historia y las historias del toreo. Don Pablo era especial. Le daba al artista lo que necesitaba para desarrollarse, la confianza para crecer. Fueron durante ese tiempo mi familia. Como ahora lo es la casa Matilla.

El sentimiento de amor de mi padre y mío por la familia Lozano, a pesar de lo que pasó aquel 1 de mayo en Sevilla, que fue un acto aislado, un accidente, siguió vivo por encima de todas las cosas. Como el respeto y la admiración mutuos que hay entre las familias Lozano y Manzanares.

A Don Pablo Lozano le gustaban los toreros plenos, con personalidad. Ayer [este miércoles] me acordé mucho de él porque se cumplía el aniversario de la muerte de mi padre. Don Pablo estuvo siempre a su lado en el bache de los 80. Y le mantuvo encendida la ilusión. Y le devolvió el amor por el toreo en los momentos más complicados. Oí estas historias desde chiquitito. Cuando ya aprendí a admirar a don Pablo. Sé que quiso muchísimo a mi padre. A su muerte, las primeras palabras de elogio fueron suyas. Como ahora son las mías en la hora de su adiós.

Espartaco y César Rincón lloran la muerte del maestro: “Pablo Lozano lo fue todo, la referencia y el camino para ser lo que fuimos en el toreo”

El mundo del toro llora la muerte de Pablo Lozano a los 89 años. Otra víctima que en el planeta tauro deja el coronavirus. No otra ni cualquiera, sino don Pablo. A César Rincón le genera un shock la noticia: “Qué palo tan grande. Ufff. Cuánto lo siento. Qué tristeza. Qué nostalgia me da esta vaina. Cuando llegué de niño a España en 1981 fue a la primera persona que tuve contacto del mundo del toro. El que me marcó un camino, mi punto de referencia. Todo era como él decía que era”. Y entre sollozos recuerda: “Viajábamos juntos por entonces a Alcurrucén, en aquel año era la única finca que tenían. Delante conducía don Pablo con su señora y detrás viajábamos Luisma, Fernando y yo. Hace poco organicé un tentadero en El Torreón sólo para verle, para que torease Ureña. Me quedó helado”.

Otra figura del toreo como Juan Antonio Ruiz “Espartaco” se encoge ante el fallecimiento de su maestro: “Fue todo para mí. No tengo palabras. Soy lo que soy por él. Espartaco no hubiera sido Espartaco. Ni siquiera torero. Ni hubiera ocupado el puesto que ocupe en el toreo. Junto a mi padre fue la clave de mi carrera. Me enseñó a sobreponerme personalmente a las adversidades, a los miedos, a las incertidumbres del toro”. Y concluye: “Probablemente más tarde vengan otras palabras más justas y generosas para con quien me dio todo. Hasta hace nada me llamaba todos los días para preguntarme por mi padre, que anda luchando también contra una enfermedad. Fue siempre de una grandeza humana fuera de lo normal”.

“Fue torero, ganadero, empresario y apoderado, todo en el más alto nivel. Pero todavía era mejor persona y la persona con más afición a la tauromaquia que he conocido”, ha escrito El Juli en Instagram. “Afortunado de conocerlo y poder compartir tantas cosas que siempre me quedarán en el recuerdo. Don Pablo Lozano, un genio que el mundo del toro y yo siempre recordaremos. Descanse en paz”.

“Estoy emocionado, roto”, dice al enterarse de su fallecimiento Manuel Caballero.

El matador de toros Eugenio de Mora se emociona recordando al que fue “mi padre taurino”. Apenas puede hablar por la emoción. “Estoy muy afectado. Hablábamos casi todos los días. Me había contado que estaba un poco resfriado… Los siete u ocho años que fue mi apoderado es lo de menos. Hemos seguido unidos mucho más tiempo. Me trataba como uno más. Nunca perdimos el contacto. Me llamó para ir a su casa a pasar el día con mi hijo, del que se preocupaba mucho. Como ser humano era excepcional y como taurino, en fin, qué voy a decir. Era un maestro. Ahora que la palabra maestro se usa con demasiada frecuencia, don Pablo Lozano englobaba el significado de la palabra maestro escrito con letras de oro”.

Publicado en El Mundo

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