San Isidro, una feria de grandes sorpresas y alguna seria decepción.

Ángel Téllez, Morante, El Juli y Tomás Rufo han sido los triunfadores de un largo ciclo al que han asistido más de 500.000 espectadores.

Alejandro Talavante, ha protagonizado la gran decepción, acompañado por los sevillanos Juan Ortega y Pablo Aguado.

Por Antonio Lorca.

Ángel Téllez y Tomás Rufo, dos jóvenes recién llegados al escalafón de matadores, y Morante de la Puebla y El Juli, dos veteranos con 25 y 23 años de alternativa, respectivamente, han sido los nombres más destacados de la reciente Feria de San Isidro, un largo ciclo de 29 festejos al que han asistido 535.426 espectadores, según datos de la empresa Plaza 1, y en el que el reaparecido Alejandro Talavante, el único torero que se anunció cuatro tardes, ha protagonizado la gran decepción, acompañado por los sevillanos Juan Ortega y Pablo Aguado, muy por debajo de lo que se esperaba de ellos.

Se han cortado 27 orejas, aunque solo en tres ocasiones se abrió la Puerta Grande, once tardes se colgó el cartel de “no hay billetes”, y ha quedado claro que la reducida afición ha cedido el paso a un público poco exigente, festivo y triunfalista. Y todo ello se ha celebrado en un deteriorado edificio que cumple 91 años dentro de unos días, que está necesitado de una seria rehabilitación (“Ayuso, la plaza está en ruinas”, rezaba un cartel el pasado día 5) y ha sido reconvertido en una ruidosa discoteca después de cada festejo, que ha provocado, con razón, las quejas de los vecinos.

El pasado 17 de mayo hizo el paseíllo Ángel Téllez, un joven torero casi desconocido, y dibujó cuatro naturales extraordinarios que le permitieron sustituir a Emilio de Justo unos días más tarde. Entonces, ante dos nobles toros de Victoriano del Río, desplegó una honda y sorprendente tauromaquia y salió a hombros por la Puerta Grande.

El también toledano Tomás Rufo ha seguido el mismo camino que su paisano, aunque con menos rotundidad. Dejó claro, no obstante, que tiene madera de torero grande. Y en su madurez se ha reivindicado Julián López El Juli como un consumado maestro, al igual que Morante de la Puebla, ese torero genial y particular, que deleitó a la plaza el pasado 1 de junio con una faena inspiradísima y que pudo salir a hombros si no yerra con el estoque.
Tomás Rufo, a hombros por la Puerta del Príncipe.

Pero no han sido estos los únicos toreros que han gozado las mieles del triunfo. Entre ellos, destacan Álvaro Lorenzo, que cortó dos orejas en dos tardes distintas, y una cada uno, Javier Cortés, Curro Díaz, Juan Leal, Rafaelillo, Román, Paco Ureña, Leo Valadez, Gómez del Pilar, todos más o menos por debajo de actuaciones no premiadas como las de Daniel Luque, Octavio Chacón, Joselito Adame, Ginés Marín y Fernando Robleño.

Destacaron, asimismo, los novilleros Álvaro Alarcón, que salió a hombros, Isaac Fonseca, Jorge Martínez y Manuel Diosleguarde, y se lucieron con una buena corrida de El Capea, los rejoneadores Guillermo Hermoso de Mendoza y Lea Vicens.

Saltaron al ruedo 174 toros de 25 hierros y ocho encastes diferentes, muy serios en general y cinqueños en su gran mayoría, que han ofrecido un juego muy desigual. No ha habido ninguno excepcionalmente bravo en el tercio de varas y encastado en el resto de la lidia, si bien un reducido grupo de ellos podría figurar en un cuadro de honor, con la salvedad de que no siempre fueron aprovechados por sus lidiadores.

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