Lo han conseguido

Una escena que quizas no se vuelva a repetir en la Monumental de Barcelona.

Por Félix Madero

YO no tuve la suerte de otros aficionados de que mi padre me llevara a los toros. Me llevaban a las charlotadas, y algún año los Reyes Magos me trajeron un terno con su montera, muleta y estoque. Me quejaba a los Reyes porque aquel regalo no servía sin un toro. ¿Y el toro, dónde está el toro?, cuentan que decía. Y gastaba el tiempo buscando alguien que hiciera de astado. No querían, normal. Viví mi infancia viendo en blanco y negro corridas en un salón atestado de gente que venía a mi casa a pedir el favor de que le dejáramos ver la función porque no había aparatos de televisión. Escuchaba al locutor, pero no entendía. Escuchaba los comentarios de los hombres sobre los toreros, y empezaba a comprender algún detalle, una palabra: albero, berrendo, ensabanado; un concepto: cargar la suerte, chicuelina, gaonera, querencia. ¿Nace así una afición? Probablemente sí. Con el tiempo entré de lleno en el mundo de los toros. Me apasioné leyendo libros y poemas, ese fue el comienzo. Desde Tierno Galván a Lorca. Y también a los periodistas —revisteros les llaman en ese mundo—, Vicente Zabala y Joaquín Vidal. Las crónicas de ABC y El País fueron mi escuela de aficionado e hicieron conmigo lo que los padres hacen con sus hijos cuando les cuentan que una verónica bien dada puede hacer que se pare el tiempo durante dos segundos, y que esos dos segundos no los podrás olvidar nunca en tu vida.

Yo comprendo que la lidia tiene una parte obscena y bárbara que tiene que ver con la sangre y el sufrimiento del animal. Esa es mi gran contradicción que comparten otros aficionados. Es así y no hay que darle más vueltas. Y, sin embargo, cada vez que voy a los toros siento como si el tiempo me atravesara, como si se parase y me llevara a una época que no sabría precisar. Me siento rabiosamente humano viendo cómo un torero termina dominando a un toro. O, como el caso de José Tomás, se juega la vida ante un animal. ¿Sabe el de Galapagar por qué lo hace? Pienso que no hay palabras para explicar lo que llega a su cabeza cuando está en la arena. Hablo de sentimientos. Y eso es lo que un grupo de políticos ignorantes ha hecho: terminar con un sentimiento sentido durante siglos por los españoles. Aunque debo precisar: por algunos españoles, porque los toros no son la Fiesta Nacional, no hay en España acontecimiento que sea tal cosa. Por desgracia. Lo han conseguido. En las plazas de toros de Cataluña no volverá a pararse el tiempo tras una manoletina bien dada. Ya nadie se emocionará al ver cómo explota la casta y bravura de un animal. Lo han conseguido. Ningún padre llevará a su hijo al tendido: Mira hijo eso de ahí es el chiquero, y la arena es albero, y esos cuernos son playeros, y ese toro azabache, y el otro retinto…(Abc.es)

2 respuestas a “Lo han conseguido”

  1. Amigo un saludo, al igual que Ud. comense a saver de toros o mejor dicho, agustarme la fiesta brava, a eso de 8 años y solo escuchava las trasmisiones por radio luego con el tiempo a ver peliculas. Vi a luis procuna manolete jorge agular el ranchero bueno muchos, luego llega la tv. y comienzo a ver programas taurinos, pero yo iba a los toros en mi pais no ha habido restricciones para que los niños fuesen a los toros. Pero al correr del tiempo he visto grande figuras, he disfrutado de ver grandes faenas. ahora disfruto de ver en internet los videos y muchos programas taurinos gracias a estos medios podemos enterarnos mas de la belleza de la fiesta brava. En hora buena amigo.

  2. que sentimientio de impotencia que ganan con esto o quien gana con estoa a mi que afortunadamente me heredaron esta aficion y este rtespeto a todo lo que esta y gira en torno la fiesta pintura poesia literatura musica me duele y preocupa

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