NIMES: Reaparición del Juli, confirmación de Silveti y Talavante recupero el semblante.

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De SOL y SOMBRA.

Un mes y un día después de la grave cornada de Sevilla vino El Juli a reaparecer en Nimes. Vestía el mismo terno negro con bordados blancos de aquella fecha. Uno de los seis toros apartados para esta corrida final de feria se llamaba Ebanista, igual que el que le pegó a Julián la cornada.

Aquél, del hierro de Toros de Cortés; éste otro, cinqueño, del de Victoriano del Río. El uno rompió plaza en Sevilla; el otro fue en Nimes último de corrida y feria. La misma reata, porque los nombres no engañan, y hasta muy parecidas hechuras. Pero solo tuvieron en común las apariencias y el nombre de pila.

Ni supersticiones ni macabras coincidencias. Frente a todo eso, la lógica de El Juli, siempre implacable. No la fortuna, por cierto, porque de la buena corrida de Victoriano del Río -ningún toro marcado con el segundo hierro de la casa, el de Cortés– se llevó Julián el único toro protestón, regañado y celoso: el segundo de la tarde. Y, luego, de cuarto, un hermoso colorado atigrado, muy carnoso y del todo inválido. Las manos por delante antes de perderlas, dos picotazos terapéuticos de Diego Ortiz, la lengua y los bofes fuera, dos o tres desparrames, claudicaciones varias, nada que hacer.

Al toro de la reaparición, un Dorado negro bragado, recortadito y sin cuello, la cara arriba, sí le hizo El Juli casi todo lo que sabe hacer cuando se precisa de técnica, tiento, pulso, estrategia y, naturalmente, corazón. La gente había recibido a Julián con una ovación tan cerrada que no hubo otra que salir a saludar hasta la segunda raya. De pie todo el mundo.

El toro de la confirmación de Silveti, cinqueño, muy bien hecho, serio, engatillado, peleó de bravo en dos varas -empuje, fijeza- y consintió hasta tres quites: uno de Silveti por valencianas o saltilleras abrochadas con revolera y otro de seca gracia de El Juli: tres chicuelinas de manos bajas y mucho ajuste, y la revolera, muy airosa.

Silveti tuvo los santos bemoles de replicar a El Juli. Por mandiles, a suerte descargada, y media de remate. Un punto impostado Silveti en las llegadas y salidas, entre encogido y encajado, sin terminar de enganchar el toro ni de templarse propiamente con él. Le dijo al toro muchas cosas, y al sexto también, pero el diálogo fue más de palabra que de obra, y las respuestas del toro fueron sordas. La faena, tesonera, con fastidioso viento de fondo, fue perdiendo gas poco a poco.

En cambio, la de El Juli con el toro de la devolución de trastos, de tensión sostenida, de rotuna resolución, fue ganando grosor y calibre de tramo en tramo. Al toro, rebrincado de partida, receloso primero y pegajoso después, la cara arriba en las salidas, lo fue enjaretando El Juli hasta llegar a tenerlo en la mano y bajársela para dejarlo rendido. Dos tandas con la derecha poderosas, la ligazón de un molinete con el del desdén, el de pecho y un desplante de recurso; dos o tres cambios de mano por delante; un par de obligados de pecho; una autoridad sin fisura; y, dando salida a querencia al toro, una estocada ladeada y, sin demora, un descabello. La banda, de 25 profesores, acompasó el trabajo con una versión de Cielo Andaluz.

El toro de la corrida fue el tercero. Gacho, terciado, pronto, noble y alegre. No paró de moverse Son y fijeza, calidad. Una voz anónima reclamó el indulto al final de faena. Una faena de Talavante más indefinida que de retratarse a gusto: tandas cortadas, trenzas malogradas y planteadas antes de tiempo, muletazos intercalados antes de redondear. Demasiado encima Talavante de un toro que pidió distancia y sitio. Un alarde final por bernadinas. Una estocada tendida, un aviso, dos descabellos y una oreja de escasa petición.

El Juli tuvo que abreviar con el toro inútil total. Cerraron fiesta otros dos toros notables. No tan claros como primero y tercero, sino con más picante. Y menos cara. Al quinto le pegaron un primer puyazo brutal, porque el toro empujó; el sexto, escupido del primer recado, se quedó algo crudo.

Talvante que recupero el semblante ante un lote pastueño, despues del de su encerrona en Madrid, empezó a pies juntos, vertical e inspirado.

No se rompió con el toro ni se peleó con él. Algunas bagatelas, un larguísimo trasteo, le dieron dos vueltas al Martín Agüero, no se oyó ni un ole y solo la estocada mereció aprobación general.

Silveti quiso mucho con el Ebanista bueno, pero el viento lo descubrió en momentos inoportunos y el trasteo, al ataque pero sin meter al toro en engaño, pecó de reiterativo.

Un final por bernadinas cosidas con una trinchera, el del desdén y un desplante de jabato puso caliente a la gente.

FICHA DEL FESTEJO

Toros. Seis toros de Victoriano del Río.
Toreros. El Juli, una oreja y ovación. Alejandro Talavante, oreja tras un aviso y saludos. Diego Silveti, que confirmó alternativa en Francia, palmas y una oreja.

Plaza. Nimes. 9ª y última de las corridas de Pentecostés. Tres cuartos de plaza. Soleado, fresco, algo ventoso.

Via: http://www.hoyes.es

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