En Guadalajara – De los Toros con Verdad: Insulsa la tarde; ná de ná…

Contigo a la distancia: Así, Diego Emilio.

Por Francisco Baruqui.

Cuando la tarde lucía espléndida, soleada, diáfana, sin el molesto viento, y había en corraletas una novillada de hierro y divisa de Haro, con romana, muy entipada, con pelajes en cárdeno matizando tonalidades, color característico de su encaste, con el volumen que da la buena crianza y cómodos de cabeza y con hechuras de embestir, el ánimo para disfrutar del festejo era de nivel.

Y respondieron los ejemplares que tuvieron movilidad, claridad, buen son y nobleza, acudiendo al caballo y metiendo los riñones apretando para ser picados racionadamente, a puyazo por burel, para en la muleta dejarse torear cuando los de a pie se ponían en el sitio, aunque varios adoleciendo de fuerza justa, lo que indudablemente influyó que por falta de brío, llegaran a sosear, sin embargo…

Sin embargo, estuvieron por encima de sus matadores que con toda claridad hay que decirlo, se quedaron por debajo de ellos.

Me atraen las novilladas porque los chavales que cuentan con condiciones para destacar, aún con el verdor lógico y comprensible de los que se inician, intentan demostrar, cuando las tienen, las cualidades con las que cuentan para llegar a destacar en la tan hermosa como difícil profesión.

Y una fundamental, si manifiestan el valor y la entrega que como noveles deben tener, es la conexión con el público; ése llegar a los tendidos motivando a la afición, haciéndoles sentir lo que en su contenido tienen, que es lo que llamo yo expresión artística y emocional.

Desafortunadamente, ninguno de los tres alternantes consiguió ni siquiera salidas al tercio, cuando cada uno de ellos, dando lo que para dar tenían, estuvieron, insisto y repito, por debajo de las condiciones de sus novillos. Así…

Así, Diego Emilio que abrió plaza, llevándose dos ejemplares para lucir, tuvo una actuación desangelada, sin transmitir, carente de plan provocando rechazo del respetable que le chilló por su labor cobrando entera pellejera recibiendo un aviso y terminando con estocada tendenciosa para pitos.

Con el cuarto, otro buen astado, en similar tenor con pases con sobrado movimiento de pies y toreando con la punta de la muleta, despegado y yéndose, estoqueando de media que bastó para pititos.

Javier Castro dejó ver conocimientos, sabe de qué va esto, pero salvo detalles con la capa en chicuelinas y tafalleras rematadas con serpentina que no llegó a manguerazo de Villalta, haciéndose aplaudir, con la sarga se empleó en toreo por abajo con la diestra y al natural, demostrando que tiene temple y cierto gusto, pero también un tanto cuanto falto de transmisión, mirándose con deficiencias en la suerte suprema no logrando más que silencio en sus dos.

De Héctor Gabriel, aprovechando mejor al tercero que metía el morro noble y fijo con mucho temple, realizó una labor más lucida en series de ayudados por abajo con la derecha y al natural con la de cobrar, recibiendo el batir de palmas al rematar con pases de costadillo unos y de pecho otros al vaciar más a la hombrera contraria, para deslucirse al matar, quedándose en la cara en el momento del embroque y saliéndose del viaje para entera caída y descabello.  Se vio más puesto que sus alternantes.

En el que cerró plaza, una labor desvaída, falta de trazo y de plan, en la que anduvo medido y sin confiarse.

La entrada flojita sobre todo en Sol y también disminuyendo en el sombreado para un octavo de entrada.

Se descompuso el clima al final con nubes amenazantes a la salida del coso.

Una tarde insulsa, pues, con ná de ná y a esperar la de triunfadores para el venidero domingo.

Se verá y se dirá….

Fuente: El Informador

 

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