​Ocho con Ocho: El Genio Por Luis Ramón Carazo

El 11 de diciembre de 2016 nos extasiamos con la faena realizada por Morante al toro Peregrino de la ganadería de Teófilo Gómez, que estoy seguro con el tiempo se volverá inmortal, por la plasticidad rayando en lo perfecto.

En los lances de capote la suavidad, los toques sutiles para conducir la magnífica embestida del toro queretano, fueron embrujando a la concurrencia en la plaza capitalina, para que los olés fueran precedidos por el silencio de quienes estaban atentos a la creatividad del de la Puebla y así, no perder detalle.

Cuando llevó al toro hacia el picador, los lances de conducción se convirtieron en un momento brillante y luego conviene reconocer la magnífica lidia de José Antonio Carretero así como el gran par de banderillas de Gustavo Campos, lo anterior antes de recordar el inicio deslumbrante de José Antonio cuando en su primera serie de muleta, construyó, caminando un conjunto de pases que quedaran en la retina de los que los vimos, pasos entre los pases, diría el inolvidable Pepe Alameda, con la precisión de la gran técnica.

Suma irrefutable de la tauromaquia de Morante, la combinación de técnica con creatividad que cuando se unen con el buen estilo de un toro como Peregrino, es como diría alguien, es para relamerse los bigotes.

Vendrían pases de derecha e izquierda, rematados con preciosismo por las muñecas del andaluz y una estocada entera, fulminante, para que solamente el juez no se enterara de lo que habíamos visto y en lugar de darle el toro entero, le otorgó dos orejas cuando era para los máximos trofeos, lo saboreado.

Allá él y su mala cabeza, como dirían los abuelos, no le quita un ápice a la gran faena.

Los griegos imaginaban que el caballo Pegaso con una coz dio origen al nacimiento del río Parmeso de cuyas aguas se creía que beber en ellas proporcionaba la virtud de inspirar a aquél que bebiera en ellas, ignoro si bebió Morante alguna agua que lo inspirara, porqué su actuación fue categórica y le valió para escuchar con rotundidad el grito consagratorio de ¡Torero, torero!

Y más bien creo que como dijera el músico vienés Johannes Brahms “la inspiración es algo que no nos pertenece pero que podemos hacerla nuestra por derecho propio” a ese recóndito lugar del cerebro privilegiado del torero o bien si se cree en el don de Dios para su persona, acudió para dejarnos perplejos y felices de la vida.

El toro queretano fue la materia propicia de una ganadería cuyo encaste privilegia la nobleza al extremo y cuyos astados cayeron en manos de quién el domingo actúo en estado de gracia, aunque también tuvieron toros a modo el confirmante Rivera y José María Manzanares, y fuera de la actitud del tlaxcalteca y los detalles preciosistas del español, esta vez, ambos pasaron de puntitas por La México.

Si bien no se salvaron los de Teófilo Gómez de los reclamos populares en el primero por la presencia, el resto del encierro cumplió sobradamente en trapío y en esa ganadería dónde se tiene un concepto de fijeza y nobleza al extremo, deben estar contentos pues si bien a  algunos, nos gustaría más codicia, cada quién es libre de buscar como creador y criador de toros  lo que le convenza y desde el fundador así les convence y mis respetos. Por eso son preferidos por los toreros.

Por otro lado habría que destacar la muy buena actuación de Diego Silveti, el sábado 10 de diciembre con un toro de Santa María de Xalpa, entre otros muchos detalles, el quite por saltilleras queda para el recuerdo. Por su parte, Fermín Rivera sigue también en el rumbo correcto pero a Payo le tocaron dos toros imposibles de lucimiento.

En los festejos de aficionados prácticos lucieron especialmente Santiago Pérez Salazar con dos orejas de un magnífico novillo de Arroyo Zarco y el Pato Pons con una oreja, mientras que Carlos Allende perdió un trofeo por la suerte suprema dando finalmente una vuelta al redondel. Pero lo importante para ellos seguramente fue pisar el ruedo de La México.

Y no quiero concluir sin recordar a quien en ese mítico lugar tuvo tardes triunfales, Manolo Espinosa Acuña, matador de toros, arquitecto, ganadero y empresario que acudió a la cita de su Creador el 9 de diciembre, nos deja la maravillosa experiencia de haberle conocido y si alguien busca el equilibrio en la vida en que hace y logra, he ahí un gran ejemplo. 

Un abrazo a su familia a los que aprecio y les tengo gran afecto.

¡Suerte en su encerrona a Joselito

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