Ocho con Ocho: Los recuerdos Por Luis Ramón Carazo

Cuando platicamos con aficionados de distintas latitudes sobre la actualidad del toreo, compartimos un cierto dejo de melancolía por los tiempos idos, para no ir tan lejos por ejemplo, los de la temporada novilleril 1982-1983 de la que resaltan los nombres de Manolo Mejía, Ernesto Belmont y desde luego el torbellino de Torreón, Valente Arellano, quién hizo el paseíllo a la Gloria el 4 de agosto de 1984, hace la friolera de 34 años.

En las tardes de aquella temporada novilleril en La México, hubo momentos en que las entradas eran de lleno y los boletos se cotizaban en la reventa, muy altos.

Valente sumó 5 tardes, la segunda de ellas al lado de Mejía y Belmont para obtener el rabo de Pelotero de Felipe González y cuyo nombre estaba dedicado como el de San Martín para El Capitán en 1977 a Francisco Camino Gaona, nieto del empresario Alfonso e hijo del genio de Camas, Paco Camino; quién fue un beisbolista en las ligas menores.

El 3 de junio de 1984, en Monterrey, Valente con Eloy Cavazos de padrino se ungió matador de toros para desafortunadamente en un accidente de motocicleta dejar la duda de hasta dónde le hubiera alcanzado su toreo variado y su gran carisma.

En aquella temporada entre otros destacaron los nombres de Luis Fernando Sánchez, Sergio González, Rafael Carmona, Manuel Lima, El Voluntario, Manolo Rodríguez, Lalo Flores, José Luis Tapia, Carlos Vidal quién con Carmona se fueron al hule para que David Chato Bonilla se zumbará 5 novillos entre maromas, sustos y achuchones pero con el premio de tres vueltas al ruedo por su entrega y decisión y varios más como Amado Luna, Memo Ibarra, El Oriental y algunos otros como el Pollo Castillo y Monedero.

En aquellos años vivíamos los toros y la semana como el preludio para el siguiente domingo, entre los aficionados que eran muchos, se corría la voz y el programa de Toros y Toreros de Julio Téllez con la participación de José Luis Carazo Arenero y El Negro Muñoz en Canal 11 daban continuidad a una época gloriosa de novilladas que saboreamos con gran pasión.

Desde luego los diarios daban puntual seguimiento a lo que acontecía en la capital y en la multitud de novilladas en diferentes partes del país en las que los triunfadores de La México actuaban con frecuencia y con entradas impresionantes.

Hoy en día se han complicado las cosas, los novilleros ya no arrastran las mismas pasiones a pesar de que tal vez su preparación técnica es más técnica que la que tenían los novilleros mencionados formados por sus maestros personales y no en escuelas como se acostumbra en el mundo taurino en el tiempo presente.

¿Por qué hoy día el público se ha alejado tanto de las plazas?, ¿Por qué ya no producen los novilleros la misma pasión siendo que están mejor preparados que antaño? Cada uno que ponga su respuesta, pero es intrigante como un circuito de novilladas tan bien organizado como el de Arroyo con el certamen Soñadores de Gloria, no acaba por generar nombres con fuerza para el futuro.

Desde luego positivamente en España parece que Diego San Román a partir de su actuación en Valencia ha logrado acaparar la atención y se ha colocado en varios carteles importantes en Europa lo cual es esperanzador para él y para México, pero tenemos la sensación de que pasa desapercibido lo que acontece en el ruedo, la vorágine de la actualidad desaparece las buenas y malas noticias en poco tiempo.

Tal vez ahí parte de la respuesta a macerar, a saborear la tarde pasada, cuando hoy en 30 minutos se ven 30 fragmentos de faenas triunfales, sin degustar la estructura y lo que implicaron, para que se relaten los trofeos como goles y no como el gozo de lo artístico que al final de cuentas es lo que suponemos es el toreo, suena nostálgico, así estamos los que vivimos temporadas de novilladas como las de Valente en dónde que ser novillero puntero, era mucho más que ser el que más actúa, si me lo permite, valga la reflexión.

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