Ocho con Ocho: Gente pa tó Por Luis Ramón Carazo

Mario Aguilar.

En la colaboración pasada por la relación de hermanos que guardan, escribí sobre el novillero Miguel Aguilar de Aguascalientes y le llamé Mario a Miguel quién está provocando justificadas esperanzas en los aficionados en México y en Europa, por sus buenas maneras al torear y empaque.

No faltó un buen amigo que me corrigiera el gazapo y reflexioné que no era la primera vez que me ocurría esa situación y por dar un ejemplo en sus inicios como novillero, muchas veces llamé a Diego Silveti con el inmortal nombre de su padre; David, situación que ya no me acontece y en el mismo tenor a mí mismo muchas veces me ocurre, cuando los amigos de mi padre me llaman José Luis como así se llama mi hermano, o bien Arenero, que era su alias taurino.

Espero que a los mencionados como al que escribe, esos errores los tomen con el cariño que se recibe un nombre que nos es entrañable y que algunos llevan al extremo de asignárselo, como es el caso de mi buen amigo Francisco Fonseca, quién adoptó el apodo de Kikin por su hermano que se fue a la Gloria hace varios años.

Recuerdo que en la puerta de cuadrillas de La México el 3 de septiembre de 2017 y antes de su debut en una novillada sin caballos, en la que actuó al lado de Juan Pedro Llaguno y Tato Loaiza, con astados de Caparica, le llamé Mario y sin estrujarse me dijo al ofrecerle una disculpa. “no se preocupe” Esa tarde salió en hombros después de hacer gran faena a Torero.

Sé que sería peor llamar a otra persona por otro nombre, como le ha sucedido a amigos míos divorciados quienes en algún punto, han llamado a su nueva pareja por el nombre de la anterior o al revés.

Como en Estados Unidos “hay gente para todo” (cómo diría El Gallo) En la Universidad de Duke ubicada en Carolina del Norte, se descifró parcialmente el motivo de por qué solemos cambiar el nombre de las personas y uno de ellos es por la relación entre los individuos, que se ubican en la misma categoría relacional.

En el estudio aplicado a un grupo de casi dos mil personas, se afirma que es probable confundir el nombre de una persona, con otra que sentimos algo similar.

Y por ahí pudiera ser que se gestan mis confusiones, pues en el caso de Diego como aficionado guardamos un recuerdo imborrable de su padre, reconozco la trayectoria de su tío Alejandro y la de él y su ascendencia y la de su hermano aún en ciernes y entre otras alegrías, pude ser testigo presencial de su triunfo madrileño en tarde que llovió a cantaros en la Feria de San Isidro de 2013.

El 3 de septiembre de 2006 en La México, recuerdo el emocionado homenaje espontáneo que le rindió la afición a las cenizas de Silverio Pérez quién se fue en busca de La Gloria el día anterior, poco antes de iniciar el festejo novilleril integrado por tres grandes prospectos de aquella época, producto del gran proyecto conocido como Tauromagia Mexicana.

Arturo Saldívar, El Payo y Mario Aguilar con un encierro de La Joya y en la que resultaron triunfadores los dos últimos con un trofeo por piocha y dejando buenos momentos el primer espada, en una temporada novilleril inolvidable.

Me disculpo por el gazapo, pero que me trajo entrañables recuerdos de la vida de personas a las que estimo mucho y así las cosas vayan unas por otras.
Lo de gente pa tó se atribuye a varios toreros del siglo pasado y antepasado pero parece que la más puntual es aquella en un hotel de Madrid, cuando al torero Rafael Gómez el Gallo hermano de Joselito, le presentaron a José Ortega y Gasset. El genio sevillano preguntó quién era “aquel gachó con pinta de estudia”, a lo que le respondieron: “Es filósofo” “¿Filo qué, ezo qué e?” Dijo el matador.

Alguien le explicó en qué consistía tal profesión, que era un señor que analizaba el pensamiento de la gente, que escribía doctrinas orientadas a conocer mejor el obrar de las personas. El Gallo, dubitativo, guardó silencio unos segundos. Hasta soltar con gracia: “Hay gente pa tó”

Para concluir y rumbo al festejo de triunfadores del importante serial en la San Marcos de Aguascalientes, los actuantes Rafael Reynoso, José Miguel Arellano y Carlos Domínguez novillero español, no se arredraron ante difíciles novillos de Huichapan.

En Texcoco, El Calita se fue en volandas, al obtener trofeo en cada turno de los toros de Pastejé, entiendo que muy bien presentados y con buenas notas en comportamiento; Fabián Barba y Juan Ortega tuvieron momentos de lucimiento.

Finalmente, es importante destacar que la familia Lozano ha sido distinguida este jueves en el Senado español, dentro de la Asociación Taurina Parlamentaria (ATP) como reconocimiento a la trayectoria en pro de la Fiesta de los toros desde todas y cada una de sus facetas. Matadores de toros, ganaderos, empresarios, apoderados… Y todas ellas, con éxito, nos congratulamos por ello; muy merecido el homenaje, enhorabuena.

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