El ‘Ciclón’ de Palma del Río no cesa ni con cerca de 86 años. Muy pesimista con una Fiesta a la que echa en falta unión. Prepara sus memorias, y promete contarlo todo. En unos días, el presidente de la Junta encabezará un homenaje por sus 20 años como ‘Califa del Toreo’
Por Francisco Poyato
Apunto de cumplir 86 años, Manuel Benítez ‘El Cordobés’ no desaprovecha la ocasión para seguir toreando. Mientras le regala vaquillas a los nuevos valores de la fundación que ha creado, como las sensaciones sean buenas, el ‘Ciclón’ de Palma del Río no duda. Hace algo más de un año, su corazón le dio un aviso con el fino sonido del clarín. No se arredra. Todas las mañanas estira sus huesos en un afán por estirar una vida -ahora reposada y en el campo- que valdría por doscientas de las normales. Aunque quiere ajustar cuentas con unas memorias que va a empezar a grabarse a solas. Tirando de luces y sombras. Es muy pesimista con el futuro del mundo del toro, «al que golpean muchas olas que acabarán rompiéndolo». En pocos días, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, presidirá en Córdoba un homenaje por sus veinte años como V Califa del Toreo. El único vivo.
-Le vimos no hace mucho toreando una vaquilla a sus 86 años…, y nos volvió a dejar impresionados. Todo en usted ha sido así siempre…
-Esa es mi carrera. Me encuentro bien y eché unas vaquillas a unos chavales de la fundación que tengo. Estoy ayudando todo lo que puedo y en aquel momento me sentí bien para hacerlo. Pero, vamos, que no pienso torear más.
-Ahora mismo, ¿qué es lo que le mantiene con esa vitalidad?
-El deporte y la tranquilidad. Mis estiramientos diarios, que la sangre me recorra bien el cuerpo. Tú no molestas a los músculos y ellos viven más. El cuerpo no se va hundiendo. A todos nos mantiene la mente, pero estará más fuerte si el cuerpo está más fuerte. Y no coger ni un kilo de más.
-¿Y mentalmente?
-Tengo mucha seguridad en mí mismo. Para donde me muevo, me muevo seguro. El estrés no me entra por ninguna parte. Relajación y empatía con los demás. Vivo en el campo, con mis vacas de carne, con mis olivos… Y vivo muy feliz en este sentido, no hay nada que me queme.
-¿Cómo ves el mundo del toro hoy?
-Lo veo muy mal, muy mal. No hoy, lo que viene en el toro, lo veo muy mal.
-¿Por qué?
-Porque veo que el toro tiene ahora mismo muchas cosas en contra. Muchas olas que le están pegando y lo van a romper, porque los golpes son golpes. ¿Quién los aguanta? La fundación que he hecho por ejemplo para ayudarle a los chavales y a defender el mundo del toro. Algo hay que hacer. Que nosotros los toreros intentemos defender esto, que vean que estamos aquí. Tengo un nivel como V Califa y debemos llamar la atención sobre las miles y miles de personas que viven del toro. Esto no es una fábrica de zapatos o coches. El ganadero, el vaquero, el mayoral, los toreros, los empresarios, los de los piensos, las fincas… Si nosotros no intentamos defender esto, se acabará y muy pronto. Le doy poca distancia.
-Pero, por ejemplo, ¿qué le parece las embestidas políticas a los toros?
-Ya ahí no me meto, no me salgo de mi línea. Si se meten los partidos, se meten, yo no me voy a meter ahí. Los toreros, aficionados y ganaderos tenemos que defender esto, que no se puede ir cortando así como así. ¿Quién quiere ir cortándolo? Quien quiera, pero somos nosotros los que tenemos que intentar que no pase. Es que no veo otro camino. Respeto a todos, pero empecemos por lo nuestro.
–Se dice que lo que le pasa al mundo del toro, es por culpa de todos sus actores. De la falta de unión…
-Ahí es por donde quería entrar. Los toreros arrancamos solos, sin saber de esto. Los equipos de fútbol se unen todos sus jugadores, pero nosotros no tenemos entrenador, vamos solos de un sitio a otro y nos vemos de cuando en cuando y cada torero es un mundo. Pero esa unión nuestra no aparece, porque no la hay. Tampoco los toreros sabemos de algunas cosas que pasan, lo nuestro es ponernos ahí todas las tardes y a ver cómo sale la moneda, si cara o cruz. Y sólo pensamos en triunfar y cortar las orejas. Cada parte de este mundo va sola y no hay unión.
-Y esa es la clave de muchos frentes abiertos. Los precios, la televisión, los costes, los contratos cerrados…
-No veo otra. Vamos a unirnos para defender nuestro pan, que se va perdiendo, y cuando se vaya perdiendo, trozo a trozo, se perderá. Lo que viene en contra del toro, viene en contra nuestra.
-¿Le gusta el toreo que se hace hoy?
-A mí me gusta el mío. Cada uno tiramos unas líneas y todas son respetables. Yo estoy aquí todavía y mi manera de torear sigue viva. No sé torear de salón, nunca lo he hecho. Primero porque no tenía capote para hacerlo, ni muleta, y después porque nunca lo he practicado. Cada uno aporta lo que puede en su estilo. Antes no había escuelas taurinas, y ahora son muy buenas para echar a andar a chavales, aunque una cosa es la escuela y otra el campo. Hay que pasar de la teoría a la realidad. La mente tiene que ir cambiando.
-A estos nuevos toreros, ¿les falta hambre? Porque cuando hay necesidad y hambre, las cosas cambian.
-Eso es seguro. Si te lo dan todo hecho, ignoras lo que valen las cosas y cómo son realmente. No te esfuerzas. Al final le perjudica a quien quiere ser algo en este mundo. El público será luego quien te juzgue. Tú tienes que encajar a ese animal y entenderte con el público, tienes que prepararte.
-¿Y las hechuras del toro actual frente al de su época?
-En mi época el toro pegaba muchas cornadas, era muy rápido. Menos kilos, más movilidad. Los ganaderos hacen las corridas según las plazas comprometidas. Había mucha velocidad antes, daba muchas cornadas. Ahora no es que no dé cornadas, pero al pesar más, su movilidad es más lenta. En los agostos de mi época los sanatorios estaban con los pasillos llenos de toreros. Todos los días había cornadas.
-¿Es que los toreros de ahora se arriman menos?
-No, no, no. Los toreros se arriman y los hay que se parten las ingles y se dejan matar, no voy a dar nombres. No tienen otro camino. Hoy lo que hay son pocos empresarios, que son los que mueven el molino y puedan hacer que el público vaya a los tendidos. El público es el que hace todo al final.
-¿Por qué se le ocurrió montar una fundación?
-A mí me ayudó mucha gente a ser torero y he aprendido que la vida no es un huevo que se echa a freír. Ahora yo que puedo hacerlo, pongo un dinero y voy a ayudar a esos chavales que están empezando, que no tienen ni para torear una vaca. A los ganaderos les cuesta mucho mantener una vaca. El 90 por ciento tiene que venderlas. Lo que yo hago es proporcionar a esos chavales esas vacas. Y ya están saliendo algunos como Manuel Román o Bocanegra que van para arriba. Yo los sigo, hablo con ellos, estoy pendiente. Cuando ya salen, seguimos con los más pequeños de nuevo, que empiecen… Y ahora voy a escribir mis memorias, voy a ir grabando recuerdos, muy tranquilo, para que después alguien le dé forma. Yo le doy el traje y la tela y luego él tiene que coserlo bien. Y estas memorias van también para la fundación.
-Que El Cordobés haga unas memorias tiene sus riesgos, porque debería contarlo todo, ¿no?…
-Tengo que contarlo todo.
-¿Y lo va a contar todo?
-Sí. (Silencio)
-¿Le duela a quien le duela?
-Le duela a quien le duela. Cuando haga esto, lo haré de verdad. Ya lo iremos viendo.
-No es sólo el torero, es la persona la que tendrá que hablar. Será Manuel Benítez quien hable del Cordobés…
-Por supuesto.
-¿Y por qué ha pensado en hacer sus memorias ahora? Siempre ha huido mucho del foco en su vida…
-Así es, pero llega ya el momento. Mis colaboradores me lo decían y no hacía caso. Pero llega el momento en que creo que el público tiene que saber lo que hay que pasar y luchar para llegar hasta aquí. Hay que contarlo. No sólo el toro, sino el traje por fuera que no se conoce que es el que quiero que la gente conozca. Lo voy a hacer con un cariño muy grande y sin querer aprovecharme de nada, para que quede ahí. Es una ilusión muy grande que tengo. Desde que fui con mi madre, que era cocinera, recién nacido en la Guerra Civil a Peñarroya, hasta hoy. Voy a contarlo todo.
-¿Y también va a hablar de los casos más polémicos, de Manuel Díaz, por ejemplo?
-El Díaz está encantado. El Díaz, ya mismo lo vais a ver. Yo soy su padre y él es mi hijo. En la vida hay que esperar a que llegue todo, eso está andando ya. Que no va a tardar en que lo veáis. En todas las familias ocurren cosas, entre padres e hijos. Pero cuando se llega a un buen puerto, hemos llegado y vamos a llegar, estamos cerquita. Mira mi hija Angelita también, soy su padre y está trabajando conmigo en mi oficina.
-Ha hablado del hambre, sus comienzos están muy marcados. ¿Qué da la cornada más peligrosa, el hambre, la traición o el amor?
-(Silencio). Ufff, madre mía. La tres, porque las tres las he conocido.
-Dentro de pocos días celebra los 20 años como Califa del Toreo en Córdoba. El único vivo, como si llevara en sus espaldas el peso de la historia de una ciudad como ésta con la Tauromaquia.
-Como he sufrido mucho, ahora me toca que algo me dé gloria. Y es una gloria muy grande. Aquí no me va a traicionar nadie. Ahora, no quiero volar tan alto. Estoy muy agradecido a Córdoba de tener esta suerte que me ha dado. He aportado lo que he podido y nos hemos acabado comprendiendo.
-Pero hay un obstáculo. El título de Hijo Adoptivo de Córdoba, parado en seco por discrepancias políticas en el Ayuntamiento. Usted ha sido, sin duda, la persona que ha paseado el nombre de esta ciudad por todo el mundo y con más eco. ¿Lo entiende?
-Es algo que no está en mi mano, son terceras personas y está en sus manos. Y ahí no puedo entrar. Las cosas que he hecho en Córdoba están ahí. Le pongo un ejemplo cercano: la estatua de Séneca que hay en la Puerta de Almodóvar la hice yo. El alcalde, Guzmán Reina [años 60], me lo pidió. Vino a la ciudad un congreso muy importante sobre Séneca, y el alcalde me pidió este favor, porque entonces no había ninguna estatua en la ciudad. Me costó entonces 250.000 pesetas. Y la plaza de toros, como algunas más, la cambié yo. Toreé en los Tejares, se hizo vieja, y fue en mi época cuando se hizo una de primera tan grande… Y luego el festival del cáncer…
-¿Y le extraña que no tenga usted mismo una estatua en la ciudad?
-Usted cree que va a haber dinero… (risas)
-¿Se arrepiente de algo, Manuel, con casi 86 años que va a cumplir?
-De nada. Si en algo me he equivocado, no lo he hecho con mala fe. Y aquí estoy dispuesto a seguir navegando para adelante, con fuerza.
Publicado en El ABC de Córdoba
