¿QUE SE FUMARON EN LA JORNADA?

Aqui en la Sección Taurina de la Jornada se la pasa uno re’ suave

Por el Guerra

En los años 60s las grandes publicaciones del rock fueron famosas por su visón de la vida y por promover nuevas ideas utópicas en la mayoría de los casos, así como promulgar el uso de algunas drogas psicodélicas, para lograr calibrar ideas y conectarnos con nuestro ser interior. Gracias a las drogas Syd Barrett (Pink Floyd) escribió sobre cosas jamás pensadas, compuso sonidos jamás escuchados. Timothy Leary que fue el creador del famoso Turn on, tune in, drop out (entra en ello, afina la sintonía, deja de jugar su juego) en los 60s se convenció que mediante el uso del LSD como herramienta medicinal, era la mejor opción para acabar con todas y cada una de las guerras e instaurar una nueva época de paz y amor fraternal –e incluso mundial-.

Sin embargo Leary comprendió intuitivamente que las mentes de las personas maduras, ya acostumbradas a una forma de vida, no prestarían mucha atención a su mándala visionario, por lo que decidió lanzar su buena nueva a los estamentos más jóvenes de la sociedad: jóvenes, artistas, profesionales liberales y universitarios. La Jornada es una especie de Leary de nuestros tiempos, su publicación en gran parte va dirigida a un público joven y liberal. Es un diario que yo respeto mucho y que con los años su visión se ha acoplado a los tiempos actuales y a la modernidad. No así su sección taurina, rebelde pero contradictoria y que en algunos casos no cumple con el objetivo principal de un medio de comunicación que es informar.

No pretendemos darnos golpes de pecho ni nada por el estilo, algunos nos critican a veces nuestro estilo en SOL y SOMBRA pero nosotros no somos un diario nacional ni pretendemos serlo, somos solo un blog independiente que sobrevive por amor al arte.

Por el contrario los periodistas taurinos (o anti-taurinos) de la Jornada que si cobran por su trabajo, han llevado su guerra personal con la empresa de la Plaza México a trastornos degenerativos, destruyendo la credibilidad y seriedad de uno de los pocos medios impresos nacionales que todavía hablan de toros.

Al más puro estilo pacheco de la revista Piedra Rodante que dirigió en México Manuel Aceves (1940- 2009) y que era una versión mexicanizada de la célebre Rolling Stone, los cronistas taurinos de La Jornada publicaron el día de hoy una propuesta de reforma al reglamento en vigor, que puede resumirse así y que firma Lumbrera Chico: Si el toro no muere después del cuarto espadazo, el juez ordenará que sea devuelto a los corrales. Continúan: En el nuevo reglamento que proponemos José Cueli, Leonardo Páez y Lumbrera Chico, se crearía la figura del estoqueador, que en realidad ya existe en las cuadrillas de los rejoneadores. Hay toreros de a caballo incapaces de echar pie a tierra y coger muleta y espada para hacer la suerte suprema. Pues bien, cuando comprenden que no lograrán despachar al bovino con rejones de muerte, le piden a su asistente que actúe en consecuencia. Hay un hecho irrefutable: no todos los toreros son matadores.

¡Qué importancia tiene la suerte suprema! En lugar de fomentar el arte de la suerte suprema en el toreo, el perfilarse, hacer la suerte, manejar la ‘zurda’ en el embroque y salir airoso por el costillar. Los cronistas de la Jornada pretenden minimizarla ultimando “la figura del estoqueador” algo así como el bateador designado en el beisbol.

Hay que recordarles que la suerte suprema ha sido valorada siempre con el mayor peso especifico en la realización de la faena, ya que es el único momento que el torero queda al descubierto en la cara del toro y su ejecución es el de mayor peligro, por eso su nombre. Su ejecución ha dado y ha quitado a muchos toreros el éxito. Cuantas veces los aficionados nos hemos ido detrás del estoque, intentando con nuestro impulso mental que el torero no fallara con la espada ¿Por qué esa importancia se preguntarán los entendidos en el toreo moderno? ¿Qué importa que una estocada quede en el hoyo de las agujas o en los bajos, o que el torero se tire a matar saliéndose de la suerte?

Hoy no hay duda que ha perdido el valor de antaño, y como consecuencia de ello no se valora que un torero coloque la espada en los bajos o en los altos, a los espectadores les da igual, solo valoran la faena de muleta y que el torero pegue 100 pases. Pero las normas están para cumplirlas y como diría aquel, si las quieres las tomas y si no, las dejas. Por eso los aficionados que aún quedan luchan por que se cumplan, evitando en la medida que presidentes irresponsables manejados por el taurinismo sin escrúpulos tomen desde el palco las decisiones a su antojo y semejanza.

¿Pero qué se fumaron en la Jornada? Eso seguirá siendo un misterio, quizás son flashbacks de otras épocas o fiestas, o tal vez la urgente necesidad de atraer más lectores a su sección en tiempos difíciles para la prensa escrita.

Todas las propuestas son bienvenidas, siempre y cuando sean para engrandecer el espectáculo y modernizarlo. Mas no las propuestas oportunistas que en lugar de modernizar (con el pretexto de querer disminuir la violencia sobre el toro) y disminuir el tiempo de lidia de la faena, pretenden quitarle la importancia a la suerte suprema con el pretexto de actualizar el espectáculo a los tiempos actuales.

Si ese fuera el caso algunos pensarían que habría que eliminar el tercio de banderillas, con lo cual no únicamente se agilizaría el tiempo de lidia del toro, si no que quizás el sufrimiento de la res podría ser menor. Pero mejor que en la Jornada vuelvan a leer a uno de sus ídolos Francis Wolff, al que solo leyeron por encimita.

Una respuesta a “¿QUE SE FUMARON EN LA JORNADA?”

  1. Definitivamente los tres firmantes de tan disparatada propuesta, evidentemente no tienen el mínimo respeto por los Matadores de Toros, no tienen -aparantemente- ningún nivel de conocimientos sobre el arte de lidiar toros bravos, que en forma sucinta de explicar, es precisamente el domeñar al toro hasta consumar la faena con el estoque. No cabe duda tampoco de que en su ignorancia solo contribuyen a deteriorar más aun la Fiesta de Toros.

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