Aguas y Truenos en Desierto. – Séptima Novillada en La México.

Caida de Rodrigo Cuevas ante el quinto de la tarde.

Varios pasos para atrás se dieron en la novillada de La México. Empezando por los toreros, prosiguiendo por el encierro e incluso por muchos aficionados anteriormente estoicos. La autoridad con corazón de pollo cede como cedió el ruedo ante inevitable encharcamiento.

Por: Luis Eduardo Maya Lora.

Sabrá Dios cual fue la razón por la cual se trae al hierro de Acapangueo a la Plaza México.

Tal situación, diría Arthur Machen, resulta para este momento “por supuesto irrelevante para el fondo del asunto. Pero el público se deleita con la irrelevancia”. Por ello no se detienen al aplaudir al manso berrendo aparejado segundo, quizá el mejor hecho de los seis lidiados, pero con una cabeza lamentablemente indigna.

Más después de observar su juego, pues se trata de un novillo manso sin malicia alguna aplaudido en el arrastre con esa sonrisa tan condescendiente del tendido que despide al “toro bonito” pero que no repara en sus berridos, su bajo nivel en la pelea con el montado al que intenta quitar la vara, ni las incontables veces en que rasga la arena.

El novillero al que enfrenta tampoco ofrece muchas ilusiones. Su nombre, Rodrigo Cuevas, se anuncia como “El Príncipe”, sin que sepamos por qué o de dónde. En efecto, es el primero en ejercer el tan socorrido pasatiempo de dejar pasar la embestida echando para atrás la planta. Lo hace con el capote, por supuesto también con la muleta.

Grave situación si tomamos en cuenta que el berrendo requiere pisarle el terreno y someterle. Pero, en los medios y en medio de tanto enganchón e indecisión, se le esfuma completo al citar al hilo y verse sorprendido cada vez que lo intenta. Medido de temple e incluso, cosa penosa, de valor queda en evidencia ante lo pastueño del manso, que de haber tenido genio o malicia…

Del sainete con la espada es salvado por el propio novillo, tan dadivoso que se cae justo cuando el usía tiene que haber ordenado la infamia del tercer bocinazo, cuando los toros descuelgan ahogados con las manos estiradas a punto están de morir como se fue el berrendo, cayendo para evitar la deshonra al novillero. Es muy penoso ver la incapacidad total al momento de entrar, no a matar, sino a pinchar. Pocos se vuelcan sobre el morrillo.

Los cuatro de Acapangueo, además del ya reseñado berrendo, son estrechos y destragados. Será la sequía, será que se reseñan como de segunda mano o de “outlet” pero con ello la categoría ganadera queda en entredicho. Sosería del primero, mansedumbre y nobleza para felicidad de varios (Sí, increíblemente suena el “¡Enhorabuena ganadero!” desde el tendido) en el berrendo segundo, increíble falta de fuerza en el estrechísimo tercero y escandaloso acobardamiento del sexto, una birria espantosa zancuda y, por supuesto, estrecha.

Cómo será la cosa que hay que echar mano de un doble parche de Marco Garfias que nada mejora en presencia no obstante, el cuarto se aviva en la muleta y el quinto tiene la listeza que no tuvo el segundo, situación que representa, ahora sí, una pequeña prueba para Cuevas.

El comienzo capotero no es del todo malo avanzando a los medios con las verónicas. Pero picado el novillo, el intento de navarras, corriendo y perdiendo la cara, le deja como recuerdo el canutillo del lado izquierdo de la taleguilla en el muslo roto.

Truena tembloroso el encapotado cielo anunciando el cambio de tercio cortesía, como dijo un novel aficionado de Tacuba, del Dios Tlaloc, ¿Y qué pasa con un garfias? Cuevas parece dejar de observar que un garfeño se entrega si se le aguanta y no se le cita fuera de cacho.

Tan preocupado por el público, no se da cuenta que luego de cuatro naturales que entusiasman queda tan mal colocado que la voltereta y el golpazo son la consecuencia que le amedrenta al grado de no salir ya. Cada cuerpo es distinto, respetable es. Pero en esta temporada el caso de Jaime Ruiz, anticipo disculpas por la comparación, pone cara la enfermería de la cual Cuevas no saldría.

En medio de esto, Conrado es criticado por salir a intentar torear. Nunca es aconsejable dejar emplazarse a un novillo. Se lo cobró, primero el público, que no entiende que había que torear a pesar de todo, y luego el novillo con “crochet” de izquierda que partió el labio. Antes con el que abre plaza, soso en absoluto, hace el esfuerzo y le pierde la cara sin consecuencias en un remate. Apenas leves palmas desde el tercio.

A Conrado hace tiempo le condenan la nula técnica, ahora le critican tener un poco de ella. Dicen, le quita conexión.

Afortunadamente, hay una buena intervención capotera por saltilleras sin emendar con el cuarto, de Marco Garfias, estrecho al máximo, vuelto y que tiene violencia en la embestida. Conrado esfuerza al comienzo de rodillas, le quita el calamocheo, difícil cosa, por el lado derecho y en los medios. Al natural baja pero remonta con la derecha. Faena con altibajos, rematada de nuevo de hinojos y con un bajonazo que emborrona todo.

El Juez Andrade, para variar, se hace un lío. Es lógico, con el sitio perdido, viniendo a la Plaza una vez al mes, es más difícil. Primero admite un encierro como el que vemos y luego juzga, en menos de cuarenta y cinco segundos la mayoría que permite a la autoridad el refugio del apego y la salvación de la normatividad. “No juzgó el usía, hizo eco de la voluntad popular”, tal como la norma dicta.

Pero ni mayoría ni nada. Al final del camino se premia el bajonazo y, a como está el Reglamento, la autoridad solapa. Lo mismo el encierro que los trofeos. Mal. Ya lo decía, Don Daniel Medina de la Serna, “la autoridad tiene, también, la obligación de encausar a la afición y no convertirse en una ciega acatadora de sus más primitivos principios.” Claro, en una época de “legalidad” todo es posible.

En este desierto aparece Julio De la Isla, con entendederas y cubriendo, en el tercero, los tres tercios. Hay empaque, sello y voluntad pese a la incapacidad física del tercero. Preocupado por las formas se dobla con sabor aún le pierde la cara al novillo en la faena. Con el sexto, una cabra montañesa, en medio del barrizal, le sujeta y le mata a como puede. Escucha un aviso y malo no será verle de nuevo pero con algo de verdad que sello no le falta sino enemigos al frente.

Porque lo de ayer es muy poquita cosa. Sirve de filtro, sí. Pero cuando aguas del misterio taurino diluyen intentos queda la realidad del desierto, no obstante el agua sea abundancia.

Esperemos fertilice el campo de la octava novillada. Si no volveremos a los terrenos que, misteriosamente, nos recordaba Arthur Machen, la irrelevancia.

Twitter: @CaballoNegroII.

RESUMEN DEL FESTEJO.

Plaza México. Domingo 4 de Septiembre. Séptima de Temporada de Novilladas 2011. Menos de un cuarto de entrada en tarde muy nublada lluviosa, el ruedo inundado a la muerte del sexto.

6 novillos, 4 de Acapangueo (Divisa obispo y blanco) Terriblemente mal presentados y mansos. Destacó medianamente el berrendo segundo, a pesar de su manifiesta mansedumbre fue aplaudido, y 2 de Marco Garfias (Divisa negro, rojo y naranja) cuarto y quinto, chicos y estrechos. Destacó pese a la falta de casta el cuarto.

Luis Conrado (Rosa y azabache) Leves palmas al saludar, oreja protestada y silencio tras aviso en el que mató por Cuevas. Rodrigo Cuevas “El Príncipe” (Verde esperanza y oro) Bronca tras dos avisos y palmas al retirarse a la enfermería. Julio de la Isla (Marino y azabache) Palmas y ovación tras aviso. El tercer espada se presentó en esta Plaza.

Cuadrillas. Padecieron terriblemente por el estado del ruedo, pasando en falso en diversas ocasiones como Jorge Luna.

Parte Médico. El novillero Rodrigo Cuevas, en el quinto novillo de la tarde resultó con un puntazo cerrado en la ingle izquierda y escoriación en el escroto y contusión en la región dorsal. Recibió tratamiento en la enfermería de la plaza con aplicación de hielo, analgésica y desinflamatorio. No pudo continuar con la lidia y no ameritó revisión e internamiento hospitalario. Firma Dr. Rafael Vázquez Bayod.

2 respuestas a “Aguas y Truenos en Desierto. – Séptima Novillada en La México.”

  1. felicidades siempre un enorme placer el leerle, y claro aprovechar la oportunidad de recordar el festejo al tiempo que el articulo me lo aclara aun mas en la memoria, con algunas aseveraciones compartidas y otras encontradas.. sin embargo la experiencia que se torna en cada lectura de sus articulos es sin duda la vivencia taurina mas esperada entre semana…
    un abrazo

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