Cantares para La Santa María – Diego Silveti toma Querétaro en Navidad.

La marca de la casa, el desdén de Diego Silveti al cuarto de la tarde.

Triunfos en diversos tonos. Ventura a las carreras, Talavante solo en tiempos extras y el de Silveti, legítimo y esperanzador. Ante un llenazo la ilusión alcanza a ser rescatada de la quema que el encierro de Santa María a punto está de decretar.

Por Luis Eduardo Maya LoraDe SOL Y SOMBRA. Querétaro.

Se van a enojar pero aquí no son complacencias. La crítica lo es aun en Navidad.

Una plaza como La Santa María queretana, ayer revestida por el lujo de la Nochebuena y el albor de la Natividad del Señor, no puede tomarse la concesión de no tener cabestros en sus corrales.

Tres horas ha durado el entorilamiento y los toros 40 y 33, lidiados en primero y segundo lugar de la lidia ordinaria, han pagado las consecuencias de lazarles, tocarles en exceso y, por supuesto, de no ser debidamente tratados en el apartado.

Previo a pasar a lo intrascendente, hay que decir que la Banda borda la “Habanera”, el “Toreador” y el “Cielo Andaluz” porque, hasta en eso, Querétaro siempre ha de tener toda importancia. La música destaca por lo bien realizada y formal, son estos los cantares de La Santa María que ni siquiera pueden borrarle lo frecuente de sus dianas y lo chambón de sus floreos.

Lo intrascendente, taurinamente, es Diego Ventura.

Dice en sus cantares el Arcipreste de Hita: “Ventura astrosa, cruel, enojosa, cautiva y mezquina…” Dicen sus empleados, que tratan de cambiarle su rol de villano por el de víctima en la incomprensible pancarta que pende de lo alto de la Plaza, “Querétaro Te Quiere” con el apellido del rejoneador envuelto en un corazón en una escena de plena ternura.

Más que mimos y cariños, Diego Ventura necesita temple. El torero no es trámite administrativo, si sigue así terminará en el “mal de todos” tomando, como decía Don Dificultades, el arte por oficio. Por ello, al primero, negro y serio aunque destragado, le para pronto y cabalga de costado con la vista del caballo a los medios emocionando a la multitud.

Pero todo ocurre muy pronto, exceso de autobombo hay en sus salidas de la suerte. Chabacanería y otras hierbas en las cortas que contrastan con el hecho de que el toro empuja y fuerte en una distancia corta. Diego resuelve, sí. Pasa la prueba y cubre el expediente pero de arte, muy poco. Mata fatal y la decepción hace presa del torero.

Hace un año, “que se cumple en este día…” indiqué mi deseo de decir más que bienvenido, bien hallado.

Se puede ser cuña, espectacular, sin dejar de torear. Ventura con el quinto se mueve de un lado a otro, incita a las palmas y pasa en ráfaga para recoger vítores ante un toro corto de raza. Tras su número del tiovivo con el sombrero, clava trasero y mata por el estilo. Oreja. Breve premio para corta faena. Esperemos cambie el otro año.

Vamos a la parte seria del festejo.

Vuelve el Arcipreste de Hita, arrepentido pecador: “Porque Santa María, según he dicho//Es comienzo y fin del bien, tal es mi fe//Hícele cuatro cantares, y con esto pondré//Punto a mi libro, más no lo acabaré.” El libro de la Plaza, aun continúa.

Nueva época tiene la Plaza primera de Querétaro, nueva vida y responsabilidad grandísima para Nicolás González Aréstegui, ahora portador de la historia que afronta con la responsabilidad pecuniaria y ganadera. La nueva letra es una corrida desigual con el hierro de la casa.

El primero acusa desde su brinco al salir del toril síntomas de manso, arrea y cabecea. Arturo Macías prácticamente no le para con el capote. Es tremendamente serio, cabeza armada, pescuezo de acordeón y bravea en el caballo. Pero pone las cosas a peor en banderillas. Todo un torero es Alejandro Prado, pena que el cárdeno empeore.

Generoso es el esfuerzo de Macías, poca la realización de su toreo por bajo. Al manso mala leche se le machetea pero Arturo, con la ilusión estrellada, anda por detrás de la mata todo el tiempo, desespera pronto al grado del aviso. Con el sexto, otro basto y geniudo ejemplar, Macías quiere cambiar la suerte tras brindis general. Parece lograrlo.

Inicia doblándose y en los medios traza dos tandas de derechazos largos pero… las capetillinas, inoportunas, descomponen al toro y al propio torero al grado de la bronca en los tendidos. Su propio mozo de espadas pierde los papeles al escalar a la grada y a Arturo la luz navideña se le apaga con el aviso y las protestas que cierran una tarde aciaga.

El toro número 33, de nombre “Pingüino”, al que lazaron al enchiquerarle, se frena ante los engaños y cuando los toma lo hace con la cara arriba. Si esto no es producto del entorilamiento… Bravuconea y derriba al piquero. Talavante poco puede hacer.

Menos mal el burel no tiene mala leche que si no, con lo que aprende por la mañana, habría causado un disgusto.

El quinto, estrecho y corto de pitones, disgusta a Alejandro que solo luce en la chicuelina y por tal motivo, antes de comenzar con la muleta, anuncia un regalo. Aun es capaz de convencer al soso astado antes de perder la pañosa inexplicablemente sobre el natural.

No es el primer desarme que le contamos: Tlaxcala, Aguascalientes, La México… No siempre los efectos especiales, por más que sea menos enterado el público, se justifican.

Menos mal queda el examen extraordinario del toro de regalo, un precioso y anovillado cárdeno claro de Fernando de la Mora, de los que no fallan. Ahora, Talavante luce con el capote incluso en la chicuelina a compas abierto. El quite por saltilleras es lucido y estático, el burel se emplea y crece en banderillas.

La mano zurda hace el trabajo de romper por bajo, donde Alejandro es Talavante. La muñeca sujeta y acaricia, la cintura templa.

Pero cuando “Tala” se vuelve “Alex” vienen los golpes de chistera, tantas cartas marcadas que sorprenden una vez, agradan la segunda pero para la tercera se vuelven un chotis. Yo diría amaneramiento. La faena, en el toreo fundamental, queda en mediana ilusión. Oreja tras pinchazo, vuelta despaciosa. Parece que solo lejos de la cara del toro aparece el Talavante clásico.

Y aparece en buena medida porque otra vez Diego Silveti no solo le pisa los talones, sino que se va por delante del extremeño.

Primero frente al más bonito del encierro, “Chaparro” bautizado, cárdeno claro de preciosas hechuras y cara agradable aunque manso. Por eso es clave que Silveti no le deje pensar y consiga mecerle hacía adelante con el lance de recibo donde destaca la vertical media de la que Diego está haciendo, a torería plena, un sello de roja cera.

El puyazo, fuerte y con arte, viene perfecto. Otra vez adelanta el tiempo de las gaoneras y el manso lo acusa, remata apurado. En banderillas la cuadrilla hace el trabajo y Silveti se encuentra, tras brindis general en su presentación, con que el cárdeno tiende a huir. Derechazos de muleta baja emocionan altamente pero abre la puerta al burel.

Diego respeta líneas, sin embargo al final de cada pase conviene cortar un tanto la salida al prófugo de bravura. Resuelve en los desdenes y los pases de pecho completísimos. Gusto en el toreo fundamental, valor en la manoletina para luego pinchar.

Pese a andar por varias zonas del ruedo, Silveti luce tanto como desluce la suerte suprema. Si se va a golpear algo no se hace a brazo encogido.

Así como en el arte de fistiana se tira el golpe amartillado, completo, en el Arte de Cúchares no se mata a brazo partido, Silveti no lo ve claro, dobla el codo en el embroque hasta el doble aviso. Menos mal el burel se entrega tal como el público en la ovación.

El sexto es todo un toro, “Obo” nombrado. No dice mucho en foto ni en el corral, pero gana plaza y tiene mejor tranco. Diego Silveti se gusta a la verónica, acaso la mano va alta. Progresivamente gana sitio junta los pies y templa, vuelve la media y con ella el soplo de la nocturna emoción torera.

Candilejas encendidas y corazones palpitantes observan trazo a compás abierto en la suerte natural con el capote. Verónicas del quite son superiores como el desahogo de la media a compás abierto, tan completa que Silveti sale por detrás del rabo del toro en torerísimo abandono.

La Santa María rompe al encanto del mencionado remate cuando la “historia canta a vida tanta”

A más el burel en banderillas que pone en riesgo a Fermín Quiroz que lo mismo se templa que se alborota. El tema es la cara alta, ninguno de los seis ha sido capaz de rematar las embestidas abajo. En escena por demás añorante el brindis a “El Capitán” antecede comienzo por alto bien rematado. La faena se orienta, tras vuelta larga y lejos de la cara del toro, a los medios.

Dos tandas, una por cada lado hacen a Diego pensar que el izquierdo, luego de llevar templado y con ritmo, puede ser el mejor. Pero lo implora el tío apoderado desde el callejón y es correcta percepción, la mano derecha empleará mayormente pues el ojo contrario del manso burel se cubrirá mejor, el joven Silveti empeña pero poco consigue.

Afortunadamente no es tarde para ya con la diestra templar y conseguir ligar el toreo. Crece la cosa porque hay ligazón y los de pecho, todos sin excepción, son plenos de arte.

La Banda brinda el castizo pasodoble pero la presión guanajuatense lo hace cambiar por los “Caminos de Guanajuato” recorridos por los muchos hasta Querétaro para brindar el canto al que hoy consideran “El Rey” A canto pleno, el grito de guerra “Silveti, Silveti…” es consecuencia del cierre por bernardinas y el remate arriba, de escándalo.

Diego perfila sin alinear, menos mal atiende la sugerencia del callejón de cuadrar y encuentra, envuelto en el necesario silencio de la plaza, cuatro verticalísimos y formidables naturales, de muñeca rota y plantas firmes, plenamente “asilvetados” como diría un caballero, también, de azul marino ataviado.

El último remata muñeca rota y baja hacía la cadera para en el mismo sitio desahogar en el de pecho más rotundo si cabe. Formidable.

Falla y pincha Silveti la salida a hombros. Espadazo trasero desata la petición y el premio más corto pero más verdadero, la oreja es consecuencia lógica, ese capote de paseo a la espalda para salir es el nacimiento de una legión de fieles que crece.

Esperanza hay de que Diego siendo un producto por hacer, paso a paso gane sitio y cuando logre abarcar ese pedacito de terreno que le falta a su brazo al trazar el muletazo, solo Dios sabrá a dónde va a parar.

Si lo de ayer ha sido un cantar, el resto será la gloria.

Conquista Diego Silveti Querétaro, a su Plaza Santa María brindando cantigas como hiciere para la “flor de las flores” el Arcipreste de Hita y que en Diego es el toreo mejor. Su experiencia ganada es la mejor escena de la tarde, que es la propia de la Afición.

Así “Vivió Santa María y al cielo fue subida//Que gran alegría tuvo ese día…”

Alegría conjunta de Guanajuato traída. Alegría en marino y oro de cofradía taurina.

Twitter: @CaballoNegroII.

RESUMEN DEL FESTEJO.

Plaza de Toros Santa María. Querétaro. Feria de Navidad 2011. Sábado 25 de diciembre de 2011. Tradicional Corrida Navideña. Lleno absoluto en tarde preciosa con algunas ráfagas de viento y fresco al final.

9 Toros, 2 para rejones, de Jorge Hernández Andrés (Divisa azul, blanco y rojo). Bien presentado y bravo el primero. Chico y débil. 6 toros de Santa María (Divisa naranja) Desiguales entre sí, mansos en general, débiles y sosos. Destaca el sexto menos débil aunque manso y con la cara alta. 1 de Fernando de la Mora (Divisa amarilla y blanco) de regalo, anovillado y espléndido en la muleta.

El Rejoneador Diego Ventura; Palmas y Oreja. A pie Arturo Macías (Grana y Oro) Palmas tras aviso y División tras dos avisos. Alejandro Talavante (Malva y oro) Palmas, ovación y oreja con petición en el de regalo. Diego Silveti (Marino y oro) Ovación tras dos aviso y oreja con petición.

Enormes a la brega y en banderillas Alejandro PradoAdolfo Sánchez de la cuadrilla del primer y segundo espada, respectivamente.

Sentido y muy taurino discurso de Antonio Rivera previo a rendir minuto de aplausos en memoria del propietario de la Plaza y ganadero de la divisa titular Lic. Nicolás González Rivas fallecido lamentablemente durante el presente mes.

2 respuestas a “Cantares para La Santa María – Diego Silveti toma Querétaro en Navidad.”

  1. Cronicón de miedo, la verdad creo que lo has bordado.

    Es muy difícil que alguien hoy en día pueda conjuntar cultura y conocimiento taurino, soy seguidor de tus crónicas y creo que esta ha sido una de las mejores.

    O sea critica narrativa e instrucción taurinas juntas. No se si haya otro sitio que hable de corridas de mexico con tanta claridad

    Muchas Felicidades

    Saludos.

  2. La corrida pudo resultar mejor o peor, pero la crónica es realmente extraordinaria. Un auténtico lujo para los tiempos que corren, plagados de críticos advenedizos y semianalfabetos que no entienden de toros, no saben “contar” una corrida y ni tan siquiera saben escribir.
    Lo repito, una crónica extraordinaria. En ella se dice lo que ocurrió… ¡y que bien se dice! Lo dicho: un lujo.

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