La Espada del Tariácuri – Pincha Mendoza su Reaparición Capitalina.

Derechazo de Antonio Mendoza al novillo de Real de Valladolid.

Justo cuando consigue asegundar con la muleta y rescatar la tarde del indeclinable pique, Antonio Mendoza deja la espada en Pátzcuaro o Maravatío, lamentablemente. Sobre todo de cara a la terrible tarde por parte del encierro de Real de Valladolid, birria por momentos. Así, entre horribles hechuras, debilidad y flojedad, quedan rebasados y vapuleados respectivamente, Mirafuentes de Anda y José Ignacio Escobedo, fulminado este ultimo con los tres avisos de la infamia durante el quinto de la tarde.

Por: Luis Eduardo Maya LoraDe SOL Y SOMBRA.

Solo queda Antonio Mendoza con dos ovaciones en su vuelta a La México.

Y esto es porque la espada se pierde o se queda entre El Huetamo, La Piedad o entre alguna de esas poblaciones que hay que recorrer para llegar desde Morelia hasta la Ciudad de México. Llega Mendoza, pasa la quinta y, aun perdida la espada, mantiene el interés.

En todo tiene que ver, para mal, la presencia de Real de Valladolid, fea y esmirriada.

Por decir lo menos, porque el encierro de los Ramírez, ya sabíamos, podía ser montado, cornitrasero, como varios han sido, cariavacados, con cara alargada, pero no tan mal presentados como los dos primeros. Y sumemos la flojedad, la incapacidad para sostenerse en pie, más la gradual y preocupante falta de casta. La novillada tiene condenada la tarde a un cuesta arriba forzado.

Pero para eso está el toreo, para salvarnos del cadalso o de un mal sueño, para alumbrar lo oscuro para hacer llover en el desierto.

Así que, entre todo lo anterior, la concepción de la tarde encuentra que un torero con sello, Mirafuentes de Anda, pierde frescura a fin de ganar cierto oficio y soltura. Solo que a Orlando le engancha el primero con el capote. El novillo, tan pajarero de salida, se enciende con la muleta y produce que el sello del de Peralvillo reluzca, ovacionadas las primeras tandas con la derecha.

Pero a partir de cambiar perfil, Mirafuentes estorba la embestida, no encuentra distancia al no ganar un paso entre pases, queda todo en oportunidad perdida con la voltereta tras inoportuno desplante y, peor aun, un pinchazo a estoque doblado.

Luego la flojedad del segundo hace ver a Luis Ignacio vacilante ante el paso descordinado del novillo. Poco resuelve y, peor aun, mata mal.

Ambos espadas, primero y segundo, hunden a la tarde en sus siguientes turnos: en el cuarto, Mirafuentes de Anda al no encontrar el sitio donde provocar la embestida, ni cruzarse un poco apenas en el primer cite de cada tanda, cuando lo consigue no prosigue y la gente incluso se mete con él.

Y el zacatecano, en su último novillo previo a la alternativa, pega el petardo al dejarlo vivo, en buena medida por no someter ni observar que el berrendo quinto, de seria cabeza, requiere de dos puyazos y al no lograr dejar la muleta retrasada tras no poder doblarse con efectividad alguna.

Así las cosas, penosamente, el novillero queda impotente al escuchar el tercero, caos total al intentar descabellar perpendicular y de espaldas a las tablas citando de fuera -el novillo- a dentro -el novillero- así, además de que no posía ser, es imposible.

Con Luis Ignacio en horas bajas y Mirafuentes en agua desordenada, solo queda esperar que Antonio Mendoza no devuelva todo lo que de él se espera.

Por el contrario.

La conquista de Mendoza empieza con el cárdeno, el más serio del encierro por ofensivo de cabeza, severo en su masculina expresión de cara, tercero. Ese novillo de nombre “Artista” es un mensaje oculto para el novillero, una clara prueba de que el arte para ser ha de siempre rebasar todos los obstáculos, como al que él mismo se somete al intentar –válgame Tauro- la larga cambiada en los medios de hinojos.

Un artista no está para eso. O para el farol de rodillas.

Sí, porque sobre todo un artista está como el propio Antonio, para bordar el toreo a la verónica, citar firmemente, desplegar con temple y mandar con plenitud en el lance natural, eso sí, feamente desmonterado. Prosigue, tras puyazo contrario, con chicuelinas y, entre Lupillo padre e hijo que saludan en banderillas, dejar a la gente caliente y a la tremenda espera al inicio del tercio final.

Mendoza lo sabe y se va a los medios en brindis general, todo en el novillero tiene el sentimiento digno de Doña Amalia Mendoza que cantaba así porque así lo sentía. Así, Antonio Mendoza brind, y sin exagerar, se da al toreo por alto, cadencia en el ayudado a compás, ritmo en el de la firma con la tela que cae lentamente y el empaque se subraya en el cambio de mano hacia abajo.

Y le grita el tendido: “¡Venga Tariácuri!”

Descompone la cabeza de “Artista”, como corresponde a un novillo sin fondo bueno, entonces el arte de fraguar y pulir, de limar y limpiar, consigue que Mendoza oponga muñecazo ante el tornillazo con la derecha y haga que el astado acuda completo a la muleta en los medios. Mano baja con la izquierda, corre el brazo, y el martinete auténtico, giro completo tras natural, hace estallar la voz en el de pecho.

El detalle de quitar la montera de la arena distrae a Mendoza y derivan sus derechazos siguientes en desarme al rematar. Malamente. Esto es posible haya afectado el acabado de la faena. Pero esfuerza, ajustando altura del derechazo, todo en los medios y el cambio de mano cierra el toreo fundamental. Aun queda el desafío que le traza el michoacano por todo alto al toro: manoletinas el de la firma y en la vuelta contraria, evidencia la condición del toro.

Tal como el pinchazo al torero y peor aun su estocada caída. La ovación es rotunda.

Pasado el decadente intermedio ya señalado, toca la banda “El Zopilote Mojado” justo después de que el quinto se va vivo y se salva de ser apuntillado, milagrosamente.

Así, con un pasodoble típico de la novillería abatida, la esperanza de la tarde queda en el michoacano que se enfrenta a un espantoso novillo, “Chocolate” nombrado. Todo lo feo, lejano a toda finura es nada al protestar y evidenciar el negro astado su poca fuerza. Mendoza cambia perfil, sobre piernas y tomando firme el capote, brinda los adentros para llevar desde las tablas y acabar en los medios para dejar ahí  al novillo.

Puyazo trasero de aspirante examinado en novillada.

Quite por navarras y tafalleras con gran recorte alienta esperanza, más cuando el toro crece en banderillas. Y Antonio, por alto pese a derrumbe del toro, traza derechazos largos, se cambia de mano, rompe su muñeca, tiende a pleno lienzo naturales largos y templados. Con tiempo y espacio, borda el derechazo y rodea con la vitolina, consigue cambiarse de mano pese el cabeceo y arrebata en el de pecho.

Que no de codo.

El toro mengua y la inventiva llega, el molinillo con la zurda, congruente y, al paso cierra sutil con la derecha y justo cuando la estocada se espera… pinchazo. Monarca purépecha sin espada. Aun a pesar del buen descabello.

Pero por algo es novillero, como fue Juan Mendoza, sobrino de Amalia.

Solamente que en los toros vale más rematar, acabar, cantaba Doña Amalia, “de una vez” Aunque nos diga José Alfredo, lo bordaba La Tariácuri, querer “matarme poco a poco”

No en los toros.

Que en la Fiesta taurina más vale usar la espada “de una vez” y “de un solo golpe”.

Twitter: @CaballoNegroII.

RESUMEN DEL FESTEJO.

Plaza México. Temporada de Novilladas 2014. Domingo, Agosto 17 de 2014. Quinto festejo de Temporada Chica. Menos de un cuarto de plaza en tarde cielo soleado hasta la mitad del festejo nublado y del quinto hacia delante. Algo de gotas de lluvia al final de la novillada.

6 Novillos, 6 de Real de Valladolid (Divisa Rojo, Azul y Plata) Mal presentada por desigual, cariavacada y fea de hechuras, salvo tercero y quinto. Un muestrario de debilidad y descoordinación el segundo, flojo el sexto. De buen son en la muleta el muy chico primero, calamocheante y con movilidad el cárdeno y serio tercero. El cuarto dura poco en el tercio, mientras el berrendo quinto de mal estilo y corto en la embestida regresa vivo al corral al sonar los tres avisos. Flojo y débil, aunque noble el horroroso sexto.

El quinto aplaudido inexplicablemente en su regreso al toril.

Mirafuentes de Anda (Azul Rey y Oro) División al saludar en el tercio y Silencio. Luis Ignacio Escobedo (Rosa Mexicano y Oro) Ovación y Pitos tras Tres Avisos. Antonio Mendoza (Turquesa y Oro) Fuerte Ovación y Saludos.

Saludan tras banderillear al segundo de la tarde los banderilleros Ángel Martínez padre e hijo, lo mismo que Ángel Martínez hijo conjuntamente con Jorge Luna.

Se examinó al aspirante a caballo Álvaro Carrillo al picar la novillada en su totalidad. No se dio el resultado final y no se aclaró por parte de la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros si el examen solo debe darse ante corrida de toros o novillada.

Una respuesta a “La Espada del Tariácuri – Pincha Mendoza su Reaparición Capitalina.”

  1. Yo iba con la esperanza de encontrar en Mirafuentes un torero mucho más maduro, desde el paseillo hasta la primera tanda con el que abrió plaza mantuve la esperanza pues lo veía muy reposado pero después del achuchon que le pegó el toro en el desplante se vino muy a menos, es una lástima y digo lástima porque es un muchacho que ha entrenado muy fuerte y se le han presentado oportunidades en centro América y en el interior de la república lo cual me hace pensar que quizá no este para ser lo que muchos pensábamos, como bien mencionas en la crónica, le faltó cruzarse en el segundo toro y echarle la muleta a los belfos para embarcar desde delante y darle más longitud al muletazo.

    Lo de Luis Ignacio es error del torero pero es aún más una falla imperdonable para su gente del callejón, y es que si de por si es difícil pensar en la cara del toro siendo novillero era necesario que alguien le dijera que debió descabellar desde el primer aviso y tal como lo mencionas, no se puede descabellar tan mal y que nadie (ni su cuadrilla) le diga nada.

    Antonio Mendoza es un buen torero, transmite al tendido y vale la pena ir a verlo siempre que se presente, a mi parecer es un torero que más allá de buscar el olé y el aplauso torea con sentimiento, sentado en los riñones y con una estética basada en una muy buena técnica.

    Es de notar que el público cambió radicalmente con Mendoza respecto a la tarde de su presentación, recuerdo que en su primer toro de Xajay la gente ni se enteró y estuvo muy desatendido el tendido con las buenas maneras que ya apuntaba el novillero, vino el indulto y a raíz de eso el público estuvo mucho más atento a los detalles del torero lo cual también ayuda mucho a mejorar la percepción de lo que se hace en el ruedo.

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