La Regresión y la Inocencia – Arrastre Lento y Estrellones en La México.

“El Tuco” en el pase invertido. El novillo cabrereño espléndido también por el lado izquierdo.

Condenada al naufragio, al gafe, la tarde encuentra un bálsamo, la esperanza y un respiro con un cuarto novillo de honores en el arrastre. Lentamente, los restos del lidiado en el turno cuatro se llevaron consigo, no una ovación, sino el sino y el origen de un ya viejo encaste, un antiguo carácter. Con ese toro el triunfo asomó sin tocar la puerta en un festejo tan gris como su toldo celestial.

Por: Luis Eduardo Maya LoraDe SOL Y SOMBRA.

Se sabe, de antemano, que en México somos dados a tirar, derrumbar las cosas del pasado, por malas o buenas que estas hayan sido.

El Arquitecto Rafael Fierro Gossman, en su estudio sobre las casas de México y principalmente el que dedica a la historia de las calles del viejo Chapultepec-Polanco, ha referido a la que fuera casa de Don Jesús Cabrera Llamas como un complejo proyecto, integrador del gusto personal de su propietario y que agrupaba varios metros cuadrados en el Paseo Castelar, a solo pasos de El Reloj.

La casa, de tal Señor, con espacio de frontón ha sido necesariamente una casa taurina.

Y ahí, suponemos, han tenido que confluir algunas generaciones de gente del toro, esa fusión tan triplemente interesantísima entre los Gaona, los Garza y los Cabrera que, viendo por el espejo lateral, da la vista a Zacatecas y ahí entrelaza el rosa de Don Antonio y el verde de Don Julián, Llaguno, claro está. Por lo blanco entrelazados. Y por la brava sangre hermanados.

Hoy, como ayer había sido siempre, la histórica divisa rosa, verde y blanco regresa a La México en condiciones de México actual: nombre diferente, nuevos propietarios, olvido del actual aficionado, así como desigualdad en la presencia y el juego. Más una asistencia menos entendida y cada día menos enterada que ovaciona la mansedumbre.

Como ocurre en el arrastre al primero, para rejones.

Todo esto se acentúa con la aparición de un personaje a caballo anunciado como Joaquín Gallo, casi un inocente taurinamente. Ahondar en sus carencias sería cruel. Puede más el manso novillo en él y evidencia su precario modo de entender el toreo con tanto cambio de jacas, una a pelo, que no le sirve de nada.

Como es rejoneador a la antigua, no solo clava a la pasada, sino le alcanzan repetidamente –un alazán sale huyendo tras posible, de menos, puntazo- y además trae consigo Forcados. Él mismo solicita un tercer intento, infructuoso como los dos anteriores, de los Hidalguenses que sufren las iras del manso al que despacha el espada en turno a como puede.

Malamente. Tal como la gente al aplaudir al manso arrastrado.

Pasa demasiado tiempo. Para cuando el hermoso cárdeno segundo se parte un pitón cerca estamos de la primera hora de festejo. Una desgracia, con todo el tipo histórico de la casa, embistiendo fuerte, se estrella en el burladero de la Contraporra. Y deja las cosas en blanco para Paola San Román, injustamente colocada en este cartel tras ser ya triunfadora aquí.

El feo sobrero, arrea y complica las cosas a la queretana desde salida. Se crece en su descastamiento con la muleta y la San Román solo puede echar hacia fuera queriéndose ir todo el tiempo y termina con horrible bajonazo.

A este sobrero, Jorge Didier le hace un quite inoportuno.

En su turno, un novillo justo de presencia, intenta la caleserina, pero no pone orden previo al quite con los montados y como con la muleta le enganchan queda gusto y adelanta suertes ni el brindis ganadero le rescata. Y solo discretas palmas quedan.

Por ello, a la salida del cuarto, quienes seguimos el escalafón menor detenidamente, sabemos que hay posibilidad de salir del gris aburrimiento, que parece contagiar el cielo a los novillos. Más porque Rodolfo Mejía “El Tuco” es el espada en turno, el mismo que rompió quince años sin rabo novilleril en Aguascalientes y que tres años después llega a La México.

Saluda con rodolfina.

El nombrado, chabacanamente, “Ranger” es auténtica vuelta al pasado. Su agradabilísima cornamenta y bravura expresa, no solo de fondo, en varas es muestra de ello. Tumba dos veces. La segunda a Hugo Campos Rubio en la querencia pero la que a la postre le cuesta muy cara es justo la primera, que le propina a Juan Pablo González Villagómez quien no pica bien al recibir por dentro.

El novillo queda servido, incluso Mejía aunque tarde, se desmontera y el tercio cambia. No importa. Soslayando toda la autoridad, Juan Pablo González pega arteramente varios puyazos en el tercer encuentro a fin de cobrarse el tumbo. Y la autoridad, como la de la miscelánea sin clientela, leyendo el aviso de ocasión. En mutis.

Quita “El Tuco” y en la rebolera el novillo se emplea. El yucateco Lizama responde en su turno al quitar. Lo mismo que el novillo que incluso hace ver mal a Marco Dones al crecerse en banderillas.

Novillos como este, salen poco, con esa clase, esa espera a humillar y mostrar las palas antes de entrar a la muleta, de regodeo, deben siempre aprovecharse, aflorar el mejor concepto del toreo. “El Tuco” acostumbrado a lo instantáneo en plenos medios pega el afarolado de rodillas, cosa que incomoda a la asistencia, los pases por alto brindan aire al astado que le complica el cite, junto con el aire en la primera tanda.

En los medios, pasada la ráfaga, Mejía encuentra la forma de que sus muñecas se sintonicen con su acompasada cintura, eso le funciona perfecto. Pero, tras dos buenas tandas, de sabor y ritmo, con la derecha, no encuentra la forma de brindar espacio y trazar el toreo al natural.

Justo cuando más importa.

Por ello, usa la dosantina y la ranchera como recurso para emocionar y pasar al tercio. Entonces el novillo frena, hace mella el tercer y artero puyazo. Y peor el ahogo que de él hace “El Tuco” a quien mañas le sobran y por ello no nos extraña su tendencia al toreo invertido y a las manoletinas de rodillas. Falta la media altura, la fantasía natural que el toreo conlleva cuando deriva de un concepto genuino.

Vienen tres cuartos de acero tendidos y cierta petición. Bien negada.

El arrastre lento, por la nobleza, la bravura y la clase del novillo nos parecen buenos. Pero aplaudir en el arrastre los anteriores, más aun con la fichita que sale de quinto, un novillo feo y al parecer enfermo, es síntoma de clara confusión en la afición. Con él Ángel Lizama solo puede quitárselo a como su breve estatura taurina le permite, tras angustiosa larga cambiada en los medios, con honradez y ahínco le mata.

Aun así, la novillada cierra a tambor batiente cuando el huamantleco Emilio Macías, el tercero de tres hermanos que ya se han presentado en La México es volteado. Aun así, tras severo golpe el joven aplica medicina de capote bajo y trata de imponerse a un duro y exigente astado que llega muy sobrado al último tercio.

Poco falta para someterle pero realmente Macías no lo consigue. A pesar de estar cerca y ligar con la derecha termina desarmado. Digno, sobre todo en la gran estocada que consigue al volapié, momento brillante de la tarde.

Y no más.

Alguien me decía que lo complicado en ganadería viene en la segunda generación de propietarios. No es lo mismo que cuando ésta surge: las familias crecen, los gustos cambian y si la sangre no re-une, la bravura, el interés y la cohesión se difumina.

Algo así pasa con las casas, las grandes residencias de México. Injustamente, a las grandes obras de arte se las lleva, no el tiempo, sino los intereses, la ambición y, claro, muchas veces, la nula protección de la autoridad.

A la casa del Paseo Castelar, residencia Cabrera LlamasMartínez, muy seguramente nunca le faltó arte, como al toreo cuando es bien hecho. Tal como a la divisa rosa, verde y blanco jamás le faltó bravura.

La ganadería de Jesús Cabrera Llamas, como tal, ya no existe, se borró como ese pequeño palacio polanqueño, tan “neocolonial” en su acento, tan blanco y rosa a veces, otras tan blanco y verde que fue tristemente derruido. Pero cuando el arrastre lento a la muerte se le brinda en homenaje es porque algo queda de la esencia y realmente no se desaparece aunque se materialmente se pierda.

Cierto, no ocurre esto con el bien raíz, seguimos destruyendo lo que tanto cuesta construir.

Menos mal el intangible paso de la bravura no es tan instantáneo de eliminar, no se rinde, claro, fácilmente pero… puede que el día llegar.

Quiera Dios siga vistiendo de oro y de seda el arte y la buena sangre.

Como siempre ilumina ver hoy lo que del original Chapultepec-Polanco queda.

Twitter: @CaballoNegroII.

RESUMEN DEL FESTEJO.

Plaza México. Temporada de Novilladas 2014. Domingo, Julio 27 de 2014. Segundo festejo de Temporada Chica. Menos de un cuarto de plaza en tarde cielo nublado, llovizna en el segundo e intermitente y molesto viento.

7 Novillos, 7 de D’ Guadiana (Divisa Rosa, Verde y Blanco) El primero lidiado para rejones. Segundo lidiado como sobrero tras inutilizarse el titular al partirse un pitón tras su salida. Desigual en presencia, el primero demasiado chico. Muy feo el quinto, mansos en general con excepción del cuarto, precioso cárdeno nombrado “Ranger” homenajeado con los honores del Arrastre Lento. El sexto muestra bravura seca y dura.

El Rejoneador amador, Joaquín Gallo (Usanza charra mexicana) División de Opiniones. A pie Paola San Román (Rosa y Oro) Silencio. Jorge Didier (Azul rey y Oro) Leves Palmas. Rodolfo Mejía “El Tuco” (Marfil y oro) Saludos. Ángel Lizama (Granate y Oro con remates negros) Fuertes palmas tras aviso. Emilio Mendoza (Azul noche y plata) Fuerte ovación. 

Los tres últimos espadas nuevos en esta Plaza.

Fatal la autoridad al no poner orden en el primer tercio del cuarto turno.

Destaca el picador Hugo Campos Rubio al picar en la querencia al cuarto.

Al finalizar el paseíllo se guarda un minuto de aplausos en memoria del forcado Eduardo del Villar fallecido a causa de una cornada en meses pasados.

Una respuesta a “La Regresión y la Inocencia – Arrastre Lento y Estrellones en La México.”

  1. Coincido en que a Paola San Román debieron ponerla en un mejor cartel, en una tercia por merecimientos propios. Una pena lo del ganado.

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